Saturday, August 20, 2011

Las farmacéuticas obligadas a abrir sus muros en Facebook


Desde el pasado lunes Facebook ya no permite cerrar los comentarios de los usuarios en el muro de las farmacéuticas. A no ser que se trate de páginas dedicadas a productos de prescripción. Facebook espera de este modo 'estimular un diálogo abierto con los usuarios'.

Como consecuencia de esta medida, algunas compañías (como Novartis) han decidido abandonar parcial o totalmente su presencia en esta red social. Otras mantienen (de momento) abiertos sus muros y otras, como Boehringer Ingelheim o J&J ya ofrecían la posibilidad de comentarios con anterioridad y lógicamente no ven motivo para modificar su política.

Numerosos medios y analistas se han hecho eco y han valorado este importante capítulo en la historia de las farmacéuticas en las redes sociales. Puedes leer aquí lo que ha publicado el Washington Post. Si además deseas conocer en detalle la situación de cada compañía, no dejes de visitar la página de Jonathan Richman, quien ha puesto en marcha una iniciativa con el fin de monitorizar el eventual cierre de páginas.

Por su parte, Silja Chouquet (Whydotpharma) hace en su blog un análisis interesante sobre cómo afecta a la decisión de continuar o abandonar Facebook el nivel de presencia y de implicación de una farmacéutica en esta red y llega a clasificar a las compañías en tres categorías: 'disengaged', 'guard railers' y 'engaged'. Más o menos como hace Andrew Spong, que distingue los que abandonan, como Novartis, los que se adaptan a la nueva situación, como Pfizer, y aquellos para los que el día 15 de agosto de 2011 es un lunes como otro cualquiera, como Boehringer Ingelheim.

Al hilo del tema, Steve Woodruff se pregunta en su blog Impactiviti si las farmacéuticas tienen algo único y valioso que ofrecer en las redes sociales. Vale la pena leer los comentarios dejados por los lectores.

Las compañías más reacias a permitir una relación bidireccional con los usuarios temen infringir el estricto marco legal y prefieren no correr riesgos. Algunas creen que si permiten comentarios pueden empezar a recibir algunos de ellos relativos a efectos adversos que les suponga una carga administrativa elevada, pues en EE.UU. la FDA obliga a comunicar cualquier reacción adversa notificada por un paciente a una compañía farmacéutica. Pero la realidad y la experiencia de otras empresas muestra que las posibilidades de que esto suceda son remotas.

Algunas farmacéuticas siguen esperando que las agencias reguladoras (FDA, EMA) aprueben y hagan público unas guías que indiquen cómo proceder en las redes sociales (ver 'La FDA y las redes sociales'). A mi juicio eso no va a suceder, a menos a corto plazo, pues parece mucho más cómodo actuar caso por caso (véase por ejemplo el caso de Novartis con Tasigna) y mantener intencionadamente una situación de indefinición, remitiendo al marco legal que se aplica en canales tradicionales.

Por su parte, las patronales farmacéuticas suelen adoptar una postura muy conservadora respecto al uso de redes sociales. Esta misma semana Bayer acaba de recibir el primer tirón de orejas al considerar la Prescription Medicines Code of Practice Authority (algo así como la comisión de código deontológico de la ABPI, patronal británica) que se ha violado las guías de buenas prácticas que se aplican por haber utilizado Twitter para promocionar Levitra y Sativex, dos productos de prescripción.

Y aunque, el camino es largo y tortuoso, y tan sólo acabamos de empezar la marcha, ya empezamos a ver diferencias notables entre las distintas compañías en la forma de gestionar su presencia en redes sociales y su relación con los distintos actores. No cabe duda que este va a ser un elemento importante que va marcar diferencias en la capacidad competitiva de las empresas.

Wednesday, August 3, 2011

La I+D farmacéutica en crisis: continuamos con la reflexión

Como comentábamos en una entrada reciente, en 2010 se ha reducido por primera vez la inversión en I+D, desde 70.000 millones de dólares a 68.000 millones de dólares. No es tan importante la magnitud de la reducción, como el cambio de tendencia, sobre todo teniendo en cuenta que el mercado global continúa creciendo.

Según la consultora IMS, el valor del mercado farmacéutico global crecerá un 5-7 por ciento en 2011, hasta alcanzar los 880 mil millones de dólares. Este crecimiento será muy distinto por regiones.

En los países más desarrollados, la evolución del mercado se ve frenada por mecanismos de reducción del gasto farmacéutico y por los vencimientos de patentes de productos que son superventas. Así, en los cinco principales mercados europeos (Alemania, Francia, Italia, España y Reino Unido) el crecimiento previsto se sitúa entre el 1-3 por ciento, como en Canadá. En EE. UU., el mayor mercado mundial, se espera un aumento del 3-5 por ciento (de 310 mil millones de dólares hasta 320-330 mil millones).

En los 17 países considerados mercados emergentes en esta industria, el crecimiento previsto será del 15-17 por ciento. En estos países, la financiación sanitaria publica y privada es cada vez mayor. Para China, que ya es el tercer mayor mercado farmacéutico, se ha pronosticado un crecimiento del 25-27 por ciento. Con el fin de adaptarse al entorno actual, una de las opciones estratégicas que están adoptando las grandes farmacéuticas es la de invertir y trasladar parte de sus operaciones a estos mercados.

De otra parte las compañías se ven obligadas a reducir el precio de los productos que han sido sus principales fuentes de ingresos debido a la pérdida de exclusividad en el mercado y a la entrada de versiones genéricas. Al mismo tiempo,  los ingentes recursos invertidos en I+D no dan el resultado esperado y no consiguen compensar las pérdidas de facturación que conllevan los vencimientos de patentes. Por otra parte, gobiernos y aseguradoras presionan sobre los márgenes del sector con rebajas y con restricciones a la financiación de medicamentos.

El resultado de todo ello es que las compañías se ven obligadas a tomar medidas cortoplacistas (bolsa e inversores no dejan de presionar y cada trimestre hay que presentar la mejor foto) si se quiere evitar el deterioro de las cuentas de explotación y de los ratios. Es lo que explica la eliminación de unos 300.000 puestos de trabajo en la última década y la reducción de la inversión en I+D desde un 20 por ciento de la facturación a prácticamente la mitad (ver la entrada anterior).

A corto plazo, quienes dirigen actualmente las farmacéuticas consiguen sobrellevar la situación y seguir dando dividendos a sus accionistas. El problema viene cuando analizamos el impacto social y la perspectiva a largo plazo.  Si bien los gobiernos consiguen con sus medidas reducir la factura farmacéutica, hay efectos colaterales que no deberían despreciarse, como son la pérdida de empleos, el deterioro del tejido industrial y de la capacidad investigadora y la pérdida de competitividad. ¿Cuál es el balance de todo ello para la economía y para el conjunto de la sociedad? ¿Realmente merece la pena seguir por esta vía? ¿Es lo más beneficioso para todos? ¿Es la mejor opción o pueden articularse otras soluciones menos destructivas?

Es un hecho que se están cerrando laboratorios al completo, reduciendo personal investigador e invirtiendo menos recursos en I+D. El sector se ha vuelto menos atractivo para los inversores y de no cambiar esta tendencia, lo más probable es que las soluciones terapéuticas innovadoras tarden mucho más tiempo en llegar. Y como reflexionaba Lamattina (ver la entrada anterior) hay áreas donde la innovación es muy necesaria por no existir tratamientos eficaces en la actualidad. A mi modo de ver, un panorama verdaderamente preocupante y que debe hacernos reflexionar a todos.

Tuesday, August 2, 2011

El devastador efecto de las fusiones y adquisiciones

Para John L. Lamattina (que tuvo la máxima responsabilidad de la I+D de Pfizer) los argumentos que han justificado la ola de consolidación de la industria farmacéutica de los últimos 15 años pueden ser razonables, pero sin duda su impacto sobre la I+D del sector ha sido devastador.

Su tesis la expone en un reciente artículo en Nature Reviews Drug Discovery, en el que razona que el mayor número de compañías que existía en los ’90 suponía un mayor nivel de rivalidad que en el área de I+D, lo que se traducía en una y una productividad más elevada (ver información complementaria). Una mayor diversidad de los pipelines hacía que fueran mayores las probabilidades de hallar nuevos fármacos.

Lamattina compara los procesos de fusión iniciales, como el que tuvo lugar entre Bristol Myers y Squibb, con los más recientes, haciendo notar que en los primeros se eliminaban duplicidades y se sumaban nuevos proyectos, mientras que ahora se eliminan centros de investigación completos, como hizo Pfizer con sus centros de Illinois y Michigan, o el anuncio reciente del cierre del centro de Sandwich en el Reino Unido.

Además la compañía norteamericana y otras grandes farmacéuticas han disminuido notablemente su inversión en I+D. De llegar a invertir el 20 por ciento de la facturación en I+D se ha reducido prácticamente a la mitad. El autor concluye que con este descenso de la inversión difícilmente puede preverse una mejora del resultado de la I+D en los años venideros.

Durante los procesos de integración se invierte una importante cantidad de tiempo en analizar y seleccionar los proyectos a priorizar, durante el cual se paralizan las contrataciones y no se ponen en marcha nuevas iniciativas, con lo que la organización y los proyectos en curso pierden dinamismo. A ello se suma el impacto negativo en la productividad  del personal (difícil de cuantificar)  fruto de la incertidumbre que pesa durante todo este tiempo sobre su futuro.

Para finalizar Lamattina destaca a CEOs que parecen ser la excepción, como John Lechleiter (Eli Lilly) o Ken Frazier (Merck & Co.), que apuestan por invertir en I+D como estrategia de futuro, y muestra su preocupación por una tendencia que resulta alarmante, especialmente cuando hay necesidades terapéuticas importantes como por ejemplo en el tratamiento del Alzheimer, las infecciones resistentes a los antibióticos y la diabetes.