Monday, May 17, 2010

Reducciones generalizadas de precios y países emergentes

La coyuntura económica adversa y las maltrechas cuentas públicas de los estados constituyen el principal argumento que los gobiernos emplean para justificar nuevos recortes en los precios de los medicamentos, cuya aprobación está en estos momentos en estudio o ha sido ya efectuada. Durante la presentación de los resultados del primer trimestre, algunas farmacéuticas han anunciado la revisión a la baja de sus previsiones para 2010, adelantando los efectos que estos recortes tendrán en sus resultados. El Gobierno griego ha aprobado recientemente una reducción de precios superior al 21 por ciento en promedio que se nos antoja inoportuna y aberrante, a pesar de su elevado déficit y de las draconianas medidas de reducción presupuestaria que la UE y el FMI le han impuesto. Grecia ya era uno de los países europeos con los precios más bajos de nuestro entorno, lo que en el pasado favoreció las exportaciones paralelas intracomunitarias. Es de prever que el citado recorte las estimulará con mayor motivo aún, pudiendo dar lugar a desabastecimientos importantes. Además, el nuevo nivel de precios griego podrá arrastrar a la baja los precios de referencia de otros países de la UE, al ser tenido en cuenta por éstos para su fijación.

Uno de estos países es España, que podría verse afectado por la reducción de precios griega, mediante la aplicación del RDL 4/2010 aprobado en marzo, pues la nueva norma modifica el sistema de fijación y revisión de los precios de los medicamentos, en el sentido de que de los precios existentes en la UE tomará como referencia aquel que sea menor. Pero no sólo en Grecia y en España se echa mano del recurso fácil de bajar los precios de los medicamentos para reducir el gasto sanitario. En Alemania, el Gobierno de Angela Merkel aprobó el mes pasado la congelación hasta 2013 de los precios de los productos que aún mantienen vigente la patente y que son reembolsables a través del seguro obligatorio. También se aprietan el cinturón en Francia, donde a mediados de abril se redujo de un 35 por ciento a un 15 por ciento el reembolso de una lista de medicamentos considerados ahora como de menor eficacia. En Reino Unido las farmacéuticas han perdido una batalla legal contra el servicio público de salud. Reclamaban la ilegalidad de las medidas adoptadas para incentivar a los médicos para que prescriban los medicamentos más baratos. La Justicia no les ha dado la razón. A mediados de abril The Guardian reveló que debido a presiones sobre los precios de algunos productos, Roche y Novartis amenazaron con marcharse del país y eliminar 5.000 empleos.

En Estados Unidos, el plan de reforma sanitario de Barack Obama pasa factura también al sector. En otros países se han aplicado otras medidas de reducción del gasto, de manera que IMS ha previsto un crecimiento más moderado del mercado mundial, que estima se situará entre el 4 y el 6 por ciento. Un sector que tradicionalmente se ha calificado de anticíclico, refugio seguro para los inversores en momentos económicos adversos, generador de empleo y de crecimiento económico se ve ahora abocado a suspender o reducir inversiones y puestos de trabajo, agravando aún más el cuadro macroeconómico general. Por ello, ahora los inversores se lo piensan dos veces antes de meter su dinero en esta industria, que vive uno de sus peores momentos, al tener que enfrentarse a una de las peores crisis económicas y al inédito precipicio de las patentes.

Así, cada vez más farmacéuticas globales contemplan la expansión en mercados emergentes como respuesta estratégica a este entorno tan adverso. Sin ir más lejos, la pasada semana se conoció que GSK tomaba casi un 10 por ciento de participación de la surcoreana Dong-A Pharmaceutical, mientras que Abbott decidía obtener productos en licencia de la compañía india Zydus Cadila para comercializarlos en países como Brasil, México y Rusia. Las farmacéuticas ven en estos mercados una fuente de crecimiento a través de la cual esperan compensar en parte la caída de sus ingresos en los países más avanzados, en los que las presiones sobre los precios son cada vez mayores.