Source: Alan Hippe, CFO Roche, London, November 2015 |
El pasado mes de marzo la FDA aprobó Zarxio (Sandoz), el primer biosimilar en EE.UU., una versión de Neupogen (filgrastim, de Amgen), que se emplea para tratar la neutropenia. El ahorro que este tipo de productos supondrá para los pagadores puede ser considerable. Así, Rand corporation ha estimado que hasta el 2024, sólo en los EE.UU., el uso de los biosimilares supondrá un ahorro superior a los 44.000 millones de dólares. Cientos de compañías trabajan en la actualidad en este emergente mercado, quienes desarrollan o comercializan más de 700 productos. De los 10 productos más vendidos a nivel mundial, seis son biotecnológicos (compuestos por proteinas o moléculas complejas), de los cuales el líder es Humira (adalimumab), comercializado por Abbvie para la artritis reumatoide y cuya patente vencerá a finales de 2016.
La inversión necesaria para poner un biosimilar en el mercado es considerablemente superior a la de un genérico. Mientras que el desarrollo de un genérico puede costar entre 1 y 4 millones de dólares, un biosimilar requiere unos 7-8 años de desarrollo y una inversión estimada entre los 100 y los 250 miillones de dólares. Según Thomson Reuters, el mercado global de biosimilares alcanzará en 2020 un tamaño de unos 25.000 millones de dólares.
En Europa los biosimilares se empezaron a comercializar en 2006, por lo que la experiencia clínica acumulada ya es muy vasta. No obstante el grado de adopción varía significativamente entre los diferentes países. Mientras en Polonia los biosimilares suponen ya un 80 por ciento de la categoría, en Noruega un 67 por ciento y en Finlandia y Hungría un 33 por ciento, en Alemania y España apenas representan el 10 por ciento. Y en Gran Bretaña y Francia su penetración es aún incipiente.
A medida que los productos establecidos vayan perdiendo la patente, los biosimilares se llevarán una parte de sus ventas. Grandes compañías, como Abbvie, Roche o Pfizer, van a sufrir durante los próximos años la competencia de biosimilares. Sólo en el caso de Humira hay 11 biosimilares bajo desarrollo, que esperan competir cuando el producto pierda su patente a finales del presente año. Para otras compañías, la competencia aún tardará en llegar, como le ocurre a BMS, o tienen una menor exposición a los biológicos, como es el caso de Merck.
En Europa, Remicade (infliximab, de J&j) empezó hace un año a sufrir la competencia de un biosimilar, fabricado por la surcoreana Celltrion (en EE.UU. se encuentra todavía bajo revisión). Compañías como Roche ya han calculado el posible impacto que los biosimilares tendrán en su facturación. En 2018 sus tres biológicos principales, Mabthera, Herceptin y Avastin, perderán la patente. No obstante, Roche ya dispone en su pipeline de productos en fases avanzadas de desarrollo, llamados a reemplazar a los anteriores.
Los biosimilares constituyen el próximo precipicio para las farmacéuticas, pero está aún por ver cuál será su dimensión, aunque algunos indicios apuntan a que será mayor de lo inicialmente previsto.