Debido a las patentes ya vencidas o próximas a vencer y a los reveses sufridos durante la investigación o la comercialización de algunos productos que prometían compensar la pérdida de exclusividad, los crecimientos esperados se han reducido drásticamente y, en consecuencia, algunas compañías se han visto en la necesidad de anunciar en 2007 planes de reducción de gastos, de reestructuración de sus operaciones y de recortes de plantilla. Otras ya lo hicieron en los dos años precedentes.
A finales de 2006 Pfizer hizo público que abandonaba el desarrollo de torcetrapib, el producto más prometedor de su cartera y que iba a ser el sustituto de Cardyl/Lipitor (atorvastatina DCI). Poco después la compañía anunció el recorte de 10.000 empleos y un plan por el que pretendía alcanzar en 2008 una reducción de gastos de 4.000 millones de dólares. El plan contempla reducir el número de plantas de fabricación, desde las 93 que tenía hace cuatro años hasta llegar a 60 este año. Jeffrey Kindler, su presidente y consejero delegado, anunció en junio de 2007 que continuaría con el proceso de externalizar la fabricación.
En julio AstraZeneca y Johnson & Johnson anunciaron sendas iniciativas para reducir gastos. AstraZeneca comentó que reduciría su plantilla en un 10 por ciento, lo que supone eliminar 7.600 empleos. Por su parte, Johnson & Johnson comunicó una plan para alcanzar en 2008 un ahorro de 1.300 a 1.600 millones de dólares anuales, incluyendo el recorte del 3 al 4 por ciento de su fuerza laboral.
Las restricciones a la prescripción de las eritropoyetinas llevaron a Amgen, la mayor biotecnológica mundial, a anunciar en agosto de 2007 que reduciría entre 2.200 y 2.600 empleos, de un 12 a un 14 por ciento de su plantilla a nivel mundial, con el fin de recortar entre 1.000 y 1.300 millones de dólares de gastos anuales en 2008, mejorando así sus previsiones de resultados. Quizá por este motivo Amgen comunicó en octubre que posponía de manera indefinida su plan para construir una planta de fabricación en Cork, Irlanda.
En octubre la británica GlaxoSmithKline hizo público un plan para mejorar la productividad de sus operaciones, esperando obtener de este modo en 2010 ahorros por valor de 1.450 millones de dólares anuales. Sin duda ello contribuirá a compensar, de un lado, el impacto de la competencia de genéricos y, de otro, los menores ingresos de Avandia (rosiglitazona DCI), un antidiabético cuya seguridad ha sido puesta en duda al relacionarse su uso con un incremento del riesgo cardiovascular.
Por último cabe destacar el reciente anuncio de Bristol-Myers Squibb. La compañía neoyorquina comunicó a principios de diciembre que recortaría su fuerza laboral en un 10 por ciento, unos 4.300 empleos, y que se desharía de más de la mitad de sus fábricas, para alcanzar en 2010 un ahorro de 1.500 millones de dólares. Probablemente la lenta introducción de Orencia (abatacept DCI) y de Sprycel (dasatinib DCI) así como el daño sufrido por las ventas de Plavix hayan sido determinantes en la decisión de BMS.
El pasado 6 de diciembre un artículo publicado por el Wall Street Journal comentaba que más de tres docenas de medicamentos perderán su patente entre el 2007 y el 2012, lo que en conjunto supondrá una pérdida de 67.000 millones de dólares de facturación. El impacto será tan importante que la industria farmacéutica sufrirá un retroceso hacia el final de este período. La industria ya ha anunciado durante el 2007 la eliminación de al menos 21.000 empleos y el cierre de plantas de fabricación, centros de I+D y oficinas.
Es patente que la industria innovadora no pasa por su mejor momento. Es más, lo peor quizá esté aún por venir. Todo ello debería hacernos reflexionar a todos, en general, y particularmente a quienes tienen la responsabilidad de legislar en materia de regulación del sector y a quienes la tienen en proteger la investigación y en salvaguardar los derechos de propiedad intelectual. Sin menoscabo, por supuesto, de las obligaciones de velar por la salud pública y los intereses generales.
Thursday, December 27, 2007
Thursday, November 29, 2007
La artritis, un atractivo mercado para las farmacéuticas
La artritis reumatoide se produce cuando, por razones que aún se desconocen, el sistema inmune ataca las articulaciones, causando dolor e inflamación. En este proceso interviene una proteína que es liberada por las células del sistema inmune y que se denomina factor de necrosis tumoral alfa (TNFα). En los últimos años se han comercializado medicamentos de origen biológico (anticuerpos monoclonales) que bloquean la acción de esta sustancia y que en consecuencia frenan la progresión de la enfermedad, aportan un gran alivio a los pacientes y mejoran de manera notable su calidad de vida.
Enbrel (etanercept), un producto fabricado por Amgen y Wyeth lidera el grupo de los anti-TNFα que se encuentran actualmente en el mercado. De acuerdo con un estudio presentado hace unas semanas en Boston, en la reunión anual de la Sociedad Americana de Reumatología, la combinación de Enbrel con metotrexato ha conseguido un 50 por ciento de remisión clínica, mientras que con metotrexato sólo (el tratamiento clásico) la remisión clínica ha sido de un 28 por ciento, resultado que fortalece su posición competitiva actual.
Una característica común a los anti-TNFα comercializados es que deben administrarse por inyección. Mientras que Enbrel (etanercept; Amgen/Wyeth) y Humira (adalimumab; Abbott) pueden ser autoadministrados por el propio paciente, Remicade (infliximab; Johnson & Johnson) ha de ser aplicado por un médico. Johnson & Johnson, conjuntamente con Schering Plough, está trabajando ya en el sustituto de Remicade, denominado golimumab. J&J espera poder presentar el dossier de registro en 2008. Mientras Enbrel se inyecta semanalmente y Humira se administra quincenalmente, golimumab puede ser aplicado por el propio paciente una vez al mes, lo que sin duda marca una diferencia competitiva importante.
Por otra parte, en octubre pasado conocimos que J&J había firmado con la belga Galapagos un acuerdo que, de cumplirse los hitos pactados, puede llegar a alcanzar los 1.000 millones de euros. Galapagos es una compañía de biotecnología especializada en enfermedades óseas y de las articulaciones. La alianza con Galapagos puede proporcionar a J&J un anti-TNFα de administración oral. Recordemos además que Galapagos estableció una alianza previa con GlaxoSmithkline en osteoartritis.
La suiza Roche entró el pasado año en este mercado con MabThera/Rituxan (rituximab, desarrollado por Biogen Idec y Genentech), para tratar la artritis reumatoide en pacientes donde había fallado el tratamiento con anti-TNFα. La compañía, a través de Chugai (su subsidiaria japonesa) ha desarrollado otro anticuerpo monoclonal: Actemra (tocilizumab). Roche acaba de solicitar en EEUU la aprobación del producto para tratar en adultos la artritis reumatoide moderada o severa y en unos días espera solicitar a la EMEA la autorización de comercialización. El producto es un firme candidato a entrar en la categoría de blockbuster.
Otra compañía que no quiere renunciar a su parte del pastel es Lilly, quien acaba de firmar un acuerdo con la india Glenmark Pharmaceuticals, valorado en 350 millones de dólares. Esta compañía tiene actualmente un producto en fase II. Lilly tuvo a principios de los 80 una mala experiencia en el campo de la artritis con benoxaprofeno, que debió retirar del mercado por relacionarse su uso con graves efectos adversos hepáticos y renales. Lilly ya ha aclarado que el producto en desarrollo no tiene nada que ver con el anterior.
Pfizer y AstraZeneca también tienen sendos proyectos. Pfizer ha encontrado en Selzentry (maraviroc), su recién aprobado producto para el HIV, una posible terapia para la artritis reumatoide, con la ventaja añadida de que se tomaría por vía oral. Ello ha hecho multiplicar por dos la facturación prevista. Por su parte, AstraZeneca ha desarrollado una combinación de Nexium (esomeprazol) con naproxeno. Con ello la compañía anglosueca espera disponer de un producto a base de esomeprazol protegido por patente nueve años después de que venza su patente como protector gástrico.
En resumen, en el campo de la artritis reumatoide, vemos cómo la realidad más inmediata nos muestra la intensa competencia que se da en el sector para desarrollar y comercializar nuevas terapias. Éstas llegan a ser posibles, sobre todo, gracias a los avances que se están produciendo en el conocimiento de los mecanismos que originan la enfermedad. Los principales beneficiados de todo ello son los pacientes, a quienes los nuevos tratamientos que vienen prometen en general una mayor eficacia y comodidad.
Enbrel (etanercept), un producto fabricado por Amgen y Wyeth lidera el grupo de los anti-TNFα que se encuentran actualmente en el mercado. De acuerdo con un estudio presentado hace unas semanas en Boston, en la reunión anual de la Sociedad Americana de Reumatología, la combinación de Enbrel con metotrexato ha conseguido un 50 por ciento de remisión clínica, mientras que con metotrexato sólo (el tratamiento clásico) la remisión clínica ha sido de un 28 por ciento, resultado que fortalece su posición competitiva actual.
Una característica común a los anti-TNFα comercializados es que deben administrarse por inyección. Mientras que Enbrel (etanercept; Amgen/Wyeth) y Humira (adalimumab; Abbott) pueden ser autoadministrados por el propio paciente, Remicade (infliximab; Johnson & Johnson) ha de ser aplicado por un médico. Johnson & Johnson, conjuntamente con Schering Plough, está trabajando ya en el sustituto de Remicade, denominado golimumab. J&J espera poder presentar el dossier de registro en 2008. Mientras Enbrel se inyecta semanalmente y Humira se administra quincenalmente, golimumab puede ser aplicado por el propio paciente una vez al mes, lo que sin duda marca una diferencia competitiva importante.
Por otra parte, en octubre pasado conocimos que J&J había firmado con la belga Galapagos un acuerdo que, de cumplirse los hitos pactados, puede llegar a alcanzar los 1.000 millones de euros. Galapagos es una compañía de biotecnología especializada en enfermedades óseas y de las articulaciones. La alianza con Galapagos puede proporcionar a J&J un anti-TNFα de administración oral. Recordemos además que Galapagos estableció una alianza previa con GlaxoSmithkline en osteoartritis.
La suiza Roche entró el pasado año en este mercado con MabThera/Rituxan (rituximab, desarrollado por Biogen Idec y Genentech), para tratar la artritis reumatoide en pacientes donde había fallado el tratamiento con anti-TNFα. La compañía, a través de Chugai (su subsidiaria japonesa) ha desarrollado otro anticuerpo monoclonal: Actemra (tocilizumab). Roche acaba de solicitar en EEUU la aprobación del producto para tratar en adultos la artritis reumatoide moderada o severa y en unos días espera solicitar a la EMEA la autorización de comercialización. El producto es un firme candidato a entrar en la categoría de blockbuster.
Otra compañía que no quiere renunciar a su parte del pastel es Lilly, quien acaba de firmar un acuerdo con la india Glenmark Pharmaceuticals, valorado en 350 millones de dólares. Esta compañía tiene actualmente un producto en fase II. Lilly tuvo a principios de los 80 una mala experiencia en el campo de la artritis con benoxaprofeno, que debió retirar del mercado por relacionarse su uso con graves efectos adversos hepáticos y renales. Lilly ya ha aclarado que el producto en desarrollo no tiene nada que ver con el anterior.
Pfizer y AstraZeneca también tienen sendos proyectos. Pfizer ha encontrado en Selzentry (maraviroc), su recién aprobado producto para el HIV, una posible terapia para la artritis reumatoide, con la ventaja añadida de que se tomaría por vía oral. Ello ha hecho multiplicar por dos la facturación prevista. Por su parte, AstraZeneca ha desarrollado una combinación de Nexium (esomeprazol) con naproxeno. Con ello la compañía anglosueca espera disponer de un producto a base de esomeprazol protegido por patente nueve años después de que venza su patente como protector gástrico.
En resumen, en el campo de la artritis reumatoide, vemos cómo la realidad más inmediata nos muestra la intensa competencia que se da en el sector para desarrollar y comercializar nuevas terapias. Éstas llegan a ser posibles, sobre todo, gracias a los avances que se están produciendo en el conocimiento de los mecanismos que originan la enfermedad. Los principales beneficiados de todo ello son los pacientes, a quienes los nuevos tratamientos que vienen prometen en general una mayor eficacia y comodidad.
Thursday, November 22, 2007
Comienza una nueva etapa para Merck & Co
La norteamericana Merck & Co no quiere repetir con Vioxx la historia de Wyeth con el adelgazante Fen-Phen (fenfluramina y fentermina). Hace una década Wyeth debió retirar este producto del mercado tras encontrarse evidencias de que podía afectar a las válvulas del corazón. Este asunto le ha costado a Wyeth hasta ahora más de 20.000 millones de dólares (tanto como su facturación del pasado ejercicio). Para tratar de evitarlo, Merck ha acordado pagar 4.850 millones de dólares (prácticamente lo que invierte anualmente en I+D) para zanjar la mayor parte de las demandas judiciales pendientes por el caso Vioxx. La noticia fue acogida favorablemente por los inversores y en la bolsa de Nueva York el valor de la acción subió un 5 por ciento.
Tres años de litigios es tiempo más que suficiente para que ambas partes reconozcan las fortalezas y las debilidades de sus argumentos y de que el pragmatismo se acabe imponiendo en forma de un acuerdo. En la materialización de éste ha sido clave el resultado de los juicios celebrados hasta el presente, en los que Merck ha salido victoriosa en la mayoría de ellos. En general, los demandantes no han podido probar que el riesgo asociado a Vioxx fuese mayor que el que ofrecen otros analgésicos de uso corriente. Lo que no debería causar extrañeza si se tiene en cuenta que mientras que en el caso de Wyeth los problemas encontrados con el uso del adelgazante eran bastante inusuales, en el caso de Vioxx se trataba de infartos cardiacos o cerebrales, que suelen ser comunes en pacientes que presentan determinados factores de riesgo.
Sin duda esta circunstancia ha otorgado a Merck un poder de negociación que ha sido decisivo para que el monto acordado finalmente haya quedado muy por debajo de las predicciones que se hicieron tras la retirada de Vioxx, y que algunos analistas cifraban en 50.000 millones de dólares. Las condiciones del acuerdo determinan que para que éste tenga efecto debe ser aceptado al menos por el 85 por ciento de los casos incluidos en las demandas (alrededor de 60.000).
Una perspectiva temporal del caso sugiere la conclusión de que la estrategia adoptada por Merck fue acertada. Desde el inicio Merck anunció que iba a defenderse legalmente caso por caso. En los tres años que han transcurrido desde la retirada de Vioxx sólo han podido celebrarse 16 juicios, de los que la compañía norteamericana ha ganado 11. A este paso hubiesen transcurrido siglos antes de resolver todas las demandas. Además, para aceptar el acuerdo Merck ha puesto como condición que los representantes legales de los demandantes aconsejen a éstos aceptar el trato en lugar de reservarse los casos más graves para juicios individuales. En este punto es donde Wyeth cometió un error y donde Merck demuestra que ha aprendido la lección.
Merck va a cerrar con este trato un desagradable capítulo en sus 114 años de historia. Ahora empieza una nueva etapa, bastante prometedora a juzgar por la reacción de los analistas e inversores. Sólo este año el valor de la acción ha crecido por encima de un 30 por ciento. Aunque es cierto que la compañía se enfrenta a unos cuantos vencimientos de patentes, su facturación se ve fortalecida por Gardasil (la vacuna contra el cáncer de cuello uterino), Januvia (antidiabético) y Singulair (antiasmático).
Posee además un pipeline rico en nuevos candidatos y que va dando sus frutos, siendo Isentress (raltegravir, para combatir el VIH) el más reciente de ellos. Isentress ha obtenido la aprobación de la FDA. Y hace unos días el panel de expertos de la EMEA aconsejó también su aprobación. Todo el equipo directivo, con Richard Clark al frente, liberados de distracciones legales podrá poner ahora todo su empeño en el proceso de transformación de la compañía, que le debe permitir superar los retos actuales y acelerar la llegada al mercado de nuevos productos con potencial suficiente para llegar a convertirse en blockbusters.
Tres años de litigios es tiempo más que suficiente para que ambas partes reconozcan las fortalezas y las debilidades de sus argumentos y de que el pragmatismo se acabe imponiendo en forma de un acuerdo. En la materialización de éste ha sido clave el resultado de los juicios celebrados hasta el presente, en los que Merck ha salido victoriosa en la mayoría de ellos. En general, los demandantes no han podido probar que el riesgo asociado a Vioxx fuese mayor que el que ofrecen otros analgésicos de uso corriente. Lo que no debería causar extrañeza si se tiene en cuenta que mientras que en el caso de Wyeth los problemas encontrados con el uso del adelgazante eran bastante inusuales, en el caso de Vioxx se trataba de infartos cardiacos o cerebrales, que suelen ser comunes en pacientes que presentan determinados factores de riesgo.
Sin duda esta circunstancia ha otorgado a Merck un poder de negociación que ha sido decisivo para que el monto acordado finalmente haya quedado muy por debajo de las predicciones que se hicieron tras la retirada de Vioxx, y que algunos analistas cifraban en 50.000 millones de dólares. Las condiciones del acuerdo determinan que para que éste tenga efecto debe ser aceptado al menos por el 85 por ciento de los casos incluidos en las demandas (alrededor de 60.000).
Una perspectiva temporal del caso sugiere la conclusión de que la estrategia adoptada por Merck fue acertada. Desde el inicio Merck anunció que iba a defenderse legalmente caso por caso. En los tres años que han transcurrido desde la retirada de Vioxx sólo han podido celebrarse 16 juicios, de los que la compañía norteamericana ha ganado 11. A este paso hubiesen transcurrido siglos antes de resolver todas las demandas. Además, para aceptar el acuerdo Merck ha puesto como condición que los representantes legales de los demandantes aconsejen a éstos aceptar el trato en lugar de reservarse los casos más graves para juicios individuales. En este punto es donde Wyeth cometió un error y donde Merck demuestra que ha aprendido la lección.
Merck va a cerrar con este trato un desagradable capítulo en sus 114 años de historia. Ahora empieza una nueva etapa, bastante prometedora a juzgar por la reacción de los analistas e inversores. Sólo este año el valor de la acción ha crecido por encima de un 30 por ciento. Aunque es cierto que la compañía se enfrenta a unos cuantos vencimientos de patentes, su facturación se ve fortalecida por Gardasil (la vacuna contra el cáncer de cuello uterino), Januvia (antidiabético) y Singulair (antiasmático).
Posee además un pipeline rico en nuevos candidatos y que va dando sus frutos, siendo Isentress (raltegravir, para combatir el VIH) el más reciente de ellos. Isentress ha obtenido la aprobación de la FDA. Y hace unos días el panel de expertos de la EMEA aconsejó también su aprobación. Todo el equipo directivo, con Richard Clark al frente, liberados de distracciones legales podrá poner ahora todo su empeño en el proceso de transformación de la compañía, que le debe permitir superar los retos actuales y acelerar la llegada al mercado de nuevos productos con potencial suficiente para llegar a convertirse en blockbusters.
Wednesday, November 7, 2007
Novedades en el mercado de la Osteoporosis
La osteoporosis constituye la afección ósea más común en los países avanzados. Millones de personas en el mundo la padecen y cuatro de cada cinco pacientes son mujeres. Un elevado número de personas sufren fractura de cadera como consecuencia de la desmineralización de los huesos que causa la enfermedad, lo que supone un serio problema sanitario y económico. Por todo ello, no es de extrañar que diversas compañías farmacéuticas estén invirtiendo buena parte de sus presupuestos de I+D en desarrollar terapias efectivas y seguras.
Los medicamentos que dominan actualmente el mercado de la osteoporosis pertenecen a la familia de los bifosfonatos, siendo los líderes Fosamax (alendronato sódico DCI), de Merck & Co y Actonel (risedronato DCI), comercializado conjuntamente por Procter & Gamble y Sanofi-Aventis. No obstante, las novedades que se están produciendo en este segmento indican que la configuración del mercado de la osteoporosis va a sufrir un cambio radical en los próximos cinco años.
Según un informe reciente de Decision Resources, la compañía que parece que va a liderar el mercado al final de este período es Eli Lilly. Las previsiones apuntan a que la farmacéutica norteamericana ostentará para entonces casi un 30 por ciento del mercado. Lilly cuenta en la actualidad con dos importantes productos en este segmento: Evista (raloxifeno DCI), un modulador selectivo de los receptores de estrógenos (MSRE), y Forteo (teriparatida DCI), un análogo de la hormona paratiroidea. De momento ambos productos se encuentran protegidos por patentes y seguirán contribuyendo de manera importante a la facturación de la compañía. Además, el pasado mes de septiembre la FDA aprobó una nueva indicación para Evista, pudiéndose emplear también para reducir el riesgo de cáncer de mama invasivo en mujeres posmenopáusicas.
Lilly tiene asimismo en cartera al substituto de Evista: arzoxifeno, un MSRE de segunda generación. Junto con prasugrel, constituyen los productos más prometedores en el pipeline de Lilly, con potencial de convertirse en blockbusters. Si todo va según lo previsto arzoxifeno deberá batirse en su introducción con otro MSRE de segunda generación, Viviant (bazedoxifeno DCI), y con Aprela (combinación de bazedoxifeno con estrógenos conjugados), productos que Wyeth habrá lanzado previamente al mercado.
A raíz de la publicación el pasado mayo en The New England Journal of Medicine de un estudio que pone de manifiesto la posible asociación entre el tratamiento con bifosfonatos y la aparición de un tipo de arritmia, la seguridad de estos fármacos ha sido cuestionada y la FDA ha decidido revisar su seguridad. No obstante, por el momento no ha tomado decisión alguna sobre las pautas de prescripción actuales.
Los bifosfonatos orales no sólo tienen sus días contados por la futura introducción de genéricos y por la comercialización de moléculas que actúan con diferentes mecanismos de acción y que prometen mayor eficacia y seguridad, sino también por productos de administración más cómoda. Sin duda, la mejora del cumplimiento terapéutico ha sido tradicionalmente una asignatura pendiente en el tratamiento de la osteoporosis. Novartis y Amgen parecen tener respuesta a esta necesidad. Mientras la administración de los bifosfonatos orales suele ser diaria, semanal o mensual, los nuevos productos permiten llegar a una administración anual, lo que indiscutiblemente es una enorme ventaja en términos de comodidad y de cumplimiento terapéutico.
Novartis anunció el mes pasado que la Comisión Europea había otorgado a Aclasta (ácido zoledrónico DCI) la aprobación para su uso en mujeres con osteoporosis posmenopáusica, cuya administración se realiza mediante una infusión intravenosa al año. Previamente Novartis obtuvo la aprobación de la FDA y en EEUU lo comercializa bajo la marca Reclast.
Amgen por su parte se ha propuesto conquistar una parte significativa del mercado de la osteoporosis a través de su producto denosumab, un anticuerpo monoclonal que bloquea la pérdida de masa ósea. Amgen tiene en denosumab una oportunidad para compensar los problemas que está teniendo con Epogen y Aranesp, sus productos del mercado de anemia, por las restricciones introducidas en su prescripción. Mientras Aclasta debe administrarse mediante una infusión intravenosa que dura quince minutos, denosumab puede aplicarse con una simple inyección. El producto está aún siendo investigado y su aprobación se espera para 2009 o 2010. Se prevé que pueda llegar a la categoría de blockbuster.
Los medicamentos que dominan actualmente el mercado de la osteoporosis pertenecen a la familia de los bifosfonatos, siendo los líderes Fosamax (alendronato sódico DCI), de Merck & Co y Actonel (risedronato DCI), comercializado conjuntamente por Procter & Gamble y Sanofi-Aventis. No obstante, las novedades que se están produciendo en este segmento indican que la configuración del mercado de la osteoporosis va a sufrir un cambio radical en los próximos cinco años.
Según un informe reciente de Decision Resources, la compañía que parece que va a liderar el mercado al final de este período es Eli Lilly. Las previsiones apuntan a que la farmacéutica norteamericana ostentará para entonces casi un 30 por ciento del mercado. Lilly cuenta en la actualidad con dos importantes productos en este segmento: Evista (raloxifeno DCI), un modulador selectivo de los receptores de estrógenos (MSRE), y Forteo (teriparatida DCI), un análogo de la hormona paratiroidea. De momento ambos productos se encuentran protegidos por patentes y seguirán contribuyendo de manera importante a la facturación de la compañía. Además, el pasado mes de septiembre la FDA aprobó una nueva indicación para Evista, pudiéndose emplear también para reducir el riesgo de cáncer de mama invasivo en mujeres posmenopáusicas.
Lilly tiene asimismo en cartera al substituto de Evista: arzoxifeno, un MSRE de segunda generación. Junto con prasugrel, constituyen los productos más prometedores en el pipeline de Lilly, con potencial de convertirse en blockbusters. Si todo va según lo previsto arzoxifeno deberá batirse en su introducción con otro MSRE de segunda generación, Viviant (bazedoxifeno DCI), y con Aprela (combinación de bazedoxifeno con estrógenos conjugados), productos que Wyeth habrá lanzado previamente al mercado.
A raíz de la publicación el pasado mayo en The New England Journal of Medicine de un estudio que pone de manifiesto la posible asociación entre el tratamiento con bifosfonatos y la aparición de un tipo de arritmia, la seguridad de estos fármacos ha sido cuestionada y la FDA ha decidido revisar su seguridad. No obstante, por el momento no ha tomado decisión alguna sobre las pautas de prescripción actuales.
Los bifosfonatos orales no sólo tienen sus días contados por la futura introducción de genéricos y por la comercialización de moléculas que actúan con diferentes mecanismos de acción y que prometen mayor eficacia y seguridad, sino también por productos de administración más cómoda. Sin duda, la mejora del cumplimiento terapéutico ha sido tradicionalmente una asignatura pendiente en el tratamiento de la osteoporosis. Novartis y Amgen parecen tener respuesta a esta necesidad. Mientras la administración de los bifosfonatos orales suele ser diaria, semanal o mensual, los nuevos productos permiten llegar a una administración anual, lo que indiscutiblemente es una enorme ventaja en términos de comodidad y de cumplimiento terapéutico.
Novartis anunció el mes pasado que la Comisión Europea había otorgado a Aclasta (ácido zoledrónico DCI) la aprobación para su uso en mujeres con osteoporosis posmenopáusica, cuya administración se realiza mediante una infusión intravenosa al año. Previamente Novartis obtuvo la aprobación de la FDA y en EEUU lo comercializa bajo la marca Reclast.
Amgen por su parte se ha propuesto conquistar una parte significativa del mercado de la osteoporosis a través de su producto denosumab, un anticuerpo monoclonal que bloquea la pérdida de masa ósea. Amgen tiene en denosumab una oportunidad para compensar los problemas que está teniendo con Epogen y Aranesp, sus productos del mercado de anemia, por las restricciones introducidas en su prescripción. Mientras Aclasta debe administrarse mediante una infusión intravenosa que dura quince minutos, denosumab puede aplicarse con una simple inyección. El producto está aún siendo investigado y su aprobación se espera para 2009 o 2010. Se prevé que pueda llegar a la categoría de blockbuster.
Tuesday, October 30, 2007
Nubes en el horizonte de Eli Lilly
Aunque los resultados del tercer trimestre de Lilly han sido excelentes (la facturación ha crecido un 19 por ciento y el resultado neto un 6 por ciento), menos de una semana después de su presentación y presionada por el rotativo The Wall Street Journal ha comunicado la suspensión de dos estudios clínicos de fase II en los que evaluaba el tratamiento con prasugrel (un antiagregante plaquetario licencia de Daiichi Sankyo), al parecer por necesidad de revisar los protocolos y ajustar las dosis del fármaco.
La detención de los dos estudios con prasugrel puede llevar a la FDA a demandar estudios posteriores que den mayores garantías para aprobar su comercialización, con lo que se podría posponer al menos un año la llegada del fármaco al mercado. Ello ha motivado que numerosos analistas reconsiderasen su punto de vista respecto al futuro del producto más importante en el pipeline de Lilly. Como reacción a la noticia, al día siguiente la acción de la compañía perdió más de un 6 por ciento de su valor, la mayor caída en un solo día en los últimos cuatro años.
Para superar los desafíos que Lilly tiene en su horizonte próximo, prasugrel es la gran esperanza. En 2011 vencen las patentes de los cinco productos de mayor venta de su cartera (entre ellos el antipsicótico Zyprexa, que le supone el 25 por ciento de sus ingresos) y el mencionado fármaco le debería permitir compensar las pérdidas de facturación previstas como resultado de la competencia de genéricos. Varios analistas han estimado la facturación anual esperada entre los 2.000 y los 3.000 millones de dólares. Para ello Lilly debe demostrar que prasugrel es superior a sus alternativas en el mercado.
Crece la tendencia a instaurar tratamientos con antiagregantes en pacientes (portadores o no de stents) con elevado riesgo de infarto de miocardio o cerebral. Actualmente el producto líder es Plavix (clopidogrel), que comercializan conjuntamente Bristol Myers Squibb y Sanofi-Aventis. Plavix facturó el pasado año más de 6.000 millones de dólares a nivel mundial (el segundo medicamento más vendido del mundo). Prasugrel parece ser un antiagregante mucho más potente que clopidogrel y podría ser una alternativa superior a éste, ya que parece funcionar bien incluso en pacientes que no responden al fármaco de BMS. No obstante la potencia antiagregante constituye un arma de doble filo, ya que el riesgo de sangrado puede ser mayor.
Ahora de lo que se trata es de saber si el problema se limita a un ajuste de dosis o si hay algo más grave. Para cuando lean estas líneas probablemente se habrá despejado la incógnita ya que Lilly habrá presentado en la reunión anual de la American Heart Association los resultados del estudio TRITON, el más importante realizado hasta la fecha con prasugrel y en el que han participado cerca de 14.000 pacientes. Si realmente hubiese un alto riesgo de sangrado con prasugrel, lo lógico sería pensar que este importante estudio no habría llegado a su fin y se habría interrumpido mucho antes.
Lilly ya avanzó que la suspensión de los dos estudios menores no es representativa del resultado del estudio mayor. Por el momento, aunque Lilly confía en que prasugrel no tenga el mismo destino que torcetrapib de Pfizer, el hecho de que la compañía no comentara los motivos clínicos de la suspensión hace ser pesimistas a los bancos de inversión.
La detención de los dos estudios con prasugrel puede llevar a la FDA a demandar estudios posteriores que den mayores garantías para aprobar su comercialización, con lo que se podría posponer al menos un año la llegada del fármaco al mercado. Ello ha motivado que numerosos analistas reconsiderasen su punto de vista respecto al futuro del producto más importante en el pipeline de Lilly. Como reacción a la noticia, al día siguiente la acción de la compañía perdió más de un 6 por ciento de su valor, la mayor caída en un solo día en los últimos cuatro años.
Para superar los desafíos que Lilly tiene en su horizonte próximo, prasugrel es la gran esperanza. En 2011 vencen las patentes de los cinco productos de mayor venta de su cartera (entre ellos el antipsicótico Zyprexa, que le supone el 25 por ciento de sus ingresos) y el mencionado fármaco le debería permitir compensar las pérdidas de facturación previstas como resultado de la competencia de genéricos. Varios analistas han estimado la facturación anual esperada entre los 2.000 y los 3.000 millones de dólares. Para ello Lilly debe demostrar que prasugrel es superior a sus alternativas en el mercado.
Crece la tendencia a instaurar tratamientos con antiagregantes en pacientes (portadores o no de stents) con elevado riesgo de infarto de miocardio o cerebral. Actualmente el producto líder es Plavix (clopidogrel), que comercializan conjuntamente Bristol Myers Squibb y Sanofi-Aventis. Plavix facturó el pasado año más de 6.000 millones de dólares a nivel mundial (el segundo medicamento más vendido del mundo). Prasugrel parece ser un antiagregante mucho más potente que clopidogrel y podría ser una alternativa superior a éste, ya que parece funcionar bien incluso en pacientes que no responden al fármaco de BMS. No obstante la potencia antiagregante constituye un arma de doble filo, ya que el riesgo de sangrado puede ser mayor.
Ahora de lo que se trata es de saber si el problema se limita a un ajuste de dosis o si hay algo más grave. Para cuando lean estas líneas probablemente se habrá despejado la incógnita ya que Lilly habrá presentado en la reunión anual de la American Heart Association los resultados del estudio TRITON, el más importante realizado hasta la fecha con prasugrel y en el que han participado cerca de 14.000 pacientes. Si realmente hubiese un alto riesgo de sangrado con prasugrel, lo lógico sería pensar que este importante estudio no habría llegado a su fin y se habría interrumpido mucho antes.
Lilly ya avanzó que la suspensión de los dos estudios menores no es representativa del resultado del estudio mayor. Por el momento, aunque Lilly confía en que prasugrel no tenga el mismo destino que torcetrapib de Pfizer, el hecho de que la compañía no comentara los motivos clínicos de la suspensión hace ser pesimistas a los bancos de inversión.
Thursday, October 25, 2007
La venta de Biogen Idec
La reciente decisión del Consejo de Administración de Biogen Idec de poner en venta la compañía ha desatado todo tipo de especulaciones acerca de quién podría ser el comprador. Como probables candidatos se ha apuntado, entre otros, a Pfizer, GlaxoSmithkline, Sanofi-Aventis, Johnson & Johnson o Novartis. En términos generales las grandes del sector farmacéutico están necesitadas de compensar las pérdidas de ventas por vencimientos de patentes y asegurar su crecimiento futuro, para lo que no les basta con la escasa producción de la I+D propia. Por lo tanto se ven abocadas a recurrir a las adquisiciones, contando para ello con abundante tesorería.
Pfizer es sin ir más lejos un buen ejemplo de lo anterior. En menos de cinco años se enfrenta a la pérdida de patente de prácticamente la mitad de su facturación. Además, la pasada semana ha anunciado que abandona la comercialización de Exubera, su insulina inhalada. Este mismo mes ha comunicado la puesta en marcha de un centro de bioinnovación y bioterapéutica en San Francisco, al que bien se le podría llamar también unidad de biotecnología. Aunque el desarrollo interno sea tal vez el camino más económico, sin duda el más rápido es la adquisición. Y Pfizer no tiene tiempo y, en cambio, sí tiene dinero. Precisamente, a finales del segundo trimestre de este año Pfizer contaba con 22.000 millones de dólares en el bolsillo para invertir (casualmente la capitalización bursátil aproximada de Biogen Idec).
Cada vez más vemos cómo las compañías tradicionales están adquiriendo o tomando participaciones en compañías biotecnológicas como vía para reponer facturación y rellenar los empobrecidos pipelines. Algunos analistas barajan incluso la posibilidad de que la eventual venta de Biogen Idec pueda poner en marcha una ola de adquisiciones de compañías biotecnológicas, entre las que se mencionan nombres como Genzyme, Onyx o Gilead. Parece lógico pensar que las candidatas más probables a ser adquiridas deberían ser aquellas que ya alcanzan facturaciones significativas.
Como suele ocurrir, la operación de venta de Biogen Idec no está exenta de obstáculos. Para algunos analistas el acuerdo que Biogen Idec mantiene con la irlandesa Elan para la comercialización de Tysabri (natalizumab) podría ser un inconveniente para la venta de la primera. Al parecer en el supuesto de que Biogen Idec se vendiera, Elan cuenta con los derechos para adquirir a su socio el 50 por ciento que éste tiene en la comercialización del producto. En este caso, para salvar este escollo, el posible comprador podría verse obligado a ofrecer un monto significativo a Elan.
Pero esta no es la única dificultad para la eventual venta. Biogen Idec y Genentech comercializan conjuntamente Rituxan (rituximab), un producto para tratar la artritis reumatoide y el linfoma de no-Hodgkins. En el caso de que se produjese un cambio significativo en el control de la compañía, Genentech podría ejercer sus derechos de recompra.
Además, para que el organismo norteamericano que vela por la defensa de la competencia diese luz verde a la operación, el comprador podría verse en la necesidad de desprenderse de algunos activos. Por ejemplo, si el comprador fuese Pfizer, esta compañía comercializa Rebif (interferón beta-1a) conjuntamente con Merck Serono, que es un competidor directo de Avonex (interferón beta-1a), el principal producto de Biogen Idec para el tratamiento de la esclerosis multiple. Una eventual compra de Biogen Idec por parte de Pfizer daría lugar a una posición de dominio en este mercado que tal vez resultase inaceptable para las autoridades.
Tal vez Biogen Idec no sea el candidato ideal de las biotecnológicas. No obstante, el atractivo de la compañía (por su facturación y su bagaje en anticuerpos monoclonales), junto con el hecho de que haya sido ésta la que haya tomado la decisión de ponerse a la venta es lo que hace creer a muchos analistas que la operación pueda llevarse a término.
Pfizer es sin ir más lejos un buen ejemplo de lo anterior. En menos de cinco años se enfrenta a la pérdida de patente de prácticamente la mitad de su facturación. Además, la pasada semana ha anunciado que abandona la comercialización de Exubera, su insulina inhalada. Este mismo mes ha comunicado la puesta en marcha de un centro de bioinnovación y bioterapéutica en San Francisco, al que bien se le podría llamar también unidad de biotecnología. Aunque el desarrollo interno sea tal vez el camino más económico, sin duda el más rápido es la adquisición. Y Pfizer no tiene tiempo y, en cambio, sí tiene dinero. Precisamente, a finales del segundo trimestre de este año Pfizer contaba con 22.000 millones de dólares en el bolsillo para invertir (casualmente la capitalización bursátil aproximada de Biogen Idec).
Cada vez más vemos cómo las compañías tradicionales están adquiriendo o tomando participaciones en compañías biotecnológicas como vía para reponer facturación y rellenar los empobrecidos pipelines. Algunos analistas barajan incluso la posibilidad de que la eventual venta de Biogen Idec pueda poner en marcha una ola de adquisiciones de compañías biotecnológicas, entre las que se mencionan nombres como Genzyme, Onyx o Gilead. Parece lógico pensar que las candidatas más probables a ser adquiridas deberían ser aquellas que ya alcanzan facturaciones significativas.
Como suele ocurrir, la operación de venta de Biogen Idec no está exenta de obstáculos. Para algunos analistas el acuerdo que Biogen Idec mantiene con la irlandesa Elan para la comercialización de Tysabri (natalizumab) podría ser un inconveniente para la venta de la primera. Al parecer en el supuesto de que Biogen Idec se vendiera, Elan cuenta con los derechos para adquirir a su socio el 50 por ciento que éste tiene en la comercialización del producto. En este caso, para salvar este escollo, el posible comprador podría verse obligado a ofrecer un monto significativo a Elan.
Pero esta no es la única dificultad para la eventual venta. Biogen Idec y Genentech comercializan conjuntamente Rituxan (rituximab), un producto para tratar la artritis reumatoide y el linfoma de no-Hodgkins. En el caso de que se produjese un cambio significativo en el control de la compañía, Genentech podría ejercer sus derechos de recompra.
Además, para que el organismo norteamericano que vela por la defensa de la competencia diese luz verde a la operación, el comprador podría verse en la necesidad de desprenderse de algunos activos. Por ejemplo, si el comprador fuese Pfizer, esta compañía comercializa Rebif (interferón beta-1a) conjuntamente con Merck Serono, que es un competidor directo de Avonex (interferón beta-1a), el principal producto de Biogen Idec para el tratamiento de la esclerosis multiple. Una eventual compra de Biogen Idec por parte de Pfizer daría lugar a una posición de dominio en este mercado que tal vez resultase inaceptable para las autoridades.
Tal vez Biogen Idec no sea el candidato ideal de las biotecnológicas. No obstante, el atractivo de la compañía (por su facturación y su bagaje en anticuerpos monoclonales), junto con el hecho de que haya sido ésta la que haya tomado la decisión de ponerse a la venta es lo que hace creer a muchos analistas que la operación pueda llevarse a término.
Tuesday, October 9, 2007
Almirall: una multinacional farmacéutica europea
Durante las dos últimas décadas las empresas españolas han experimentado un formidable proceso de apertura hacia el exterior y por primera vez en la historia económica de nuestro país contamos con firmas españolas multinacionales en sectores tan diversos como alimentación, moda, banca, energía, telecomunicaciones o farmacia. En este último sector hemos sido testigos en los últimos años de cómo ha ido creciendo la dimensión y proyección internacional de varias compañías españolas, entre las que destaca de manera especial Laboratorios Almirall, la primera multinacional española del sector, presente de forma directa o indirecta en más de un centenar de países, en cuatro continentes. El negocio exterior alcanza ya una contribución superior al 45 por ciento de la facturación total de la compañía.
Los recursos obtenidos el pasado mes de junio tras su brillante colocación en bolsa del 30 por ciento de su capital junto con fondos procedentes de préstamos de entidades de crédito han permitido a Almirall continuar con su plan de expansión en el exterior. Primero con la compra a Reckitt Benckiser de la alemana Hermal, especializada en dermatología, por 376 millones de euros. Y ahora con la compra de ocho marcas a la británica Shire por 151 millones de euros. Si con la compra de Hermal afianzaba su presencia en el mercado alemán, con la compra de los productos de Shire amplia su expansión en otro mercado tan importante como el británico, mientras refuerza de paso algunos otros mercados europeos.
En la presente operación Shire ha decidido desprenderse de marcas que considera que no forman parte de su negocio clave. Su estrategia consiste en focalizarse en mercados muy especializados, en los que aspira a ser líder, como el del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o el síndrome de Hunter, una enfermedad hereditaria rara. Aunque la patente de su principal producto, Adderall XR, para el TDAH, vence en un par de años, ya tiene sustituto (Vyvanse), tras completar en este ejercicio la adquisición de la norteamericana New River Pharmaceuticals. Los ingresos que ahora obtiene con la venta a Almirall le permiten enjugar parte de la deuda asumida en la anterior operación.
Un informe reciente de la consultora PricewaterhouseCoopers señala que en el primer semestre de este año se cerraron en el sector sanitario un total de 995 acuerdos de compra que totalizaron 140.000 millones de dólares. La crisis de las hipotecas ‘subprime’ que se inició el pasado mes de agosto y las restricciones de liquidez posteriores condicionarán probablemente que el número de acuerdos sea menor en esta segunda parte del año. No obstante, la necesidad de buscar fuentes alternativas de facturación que reemplacen las pérdidas derivadas de los vencimientos de patentes, así como la abundante tesorería en manos de importantes compañías del sector nos depararán con toda seguridad nuevas e importantes transacciones. Precisamente el atractivo pipeline de Shire, que se refleja en la evolución de su cotización bursátil, ha alimentado las especulaciones que la sitúan en el punto de mira para ser comprada por alguna de las grandes del sector.
Es meridianamente claro que la estrategia de Almirall pasa por apostar por la I+D y por internacionalizar la compañía. La inversión de Almirall en investigación es considerable, dedicando a esta partida uno de cada cinco euros que factura, lo que contribuyó de manera decisiva a que durante la última edición de los Premios Fundamed-El Global le fuera concedido el premio a la compañía farmacéutica del año. Almirall viene desarrollando su proceso de internacionalización tanto a través de acuerdos de licencia (in- y out-) como de adquisiciones. Pero para que una estrategia así tenga éxito, no basta con disponer de recursos financieros suficientes. Es preciso contar con el personal adecuado. Y aquí es donde los hermanos Jorge y Antonio Gallardo tienen en su haber uno de sus principales activos, esto es, el haber sabido conjuntar un equipo de directivos profesionales, bien preparados y motivados, capaces de desarrollar el fuerte liderazgo que se necesita para llevar a cabo la transformación de la organización desde una empresa familiar eminentemente nacional hacia una multinacional europea.
Los recursos obtenidos el pasado mes de junio tras su brillante colocación en bolsa del 30 por ciento de su capital junto con fondos procedentes de préstamos de entidades de crédito han permitido a Almirall continuar con su plan de expansión en el exterior. Primero con la compra a Reckitt Benckiser de la alemana Hermal, especializada en dermatología, por 376 millones de euros. Y ahora con la compra de ocho marcas a la británica Shire por 151 millones de euros. Si con la compra de Hermal afianzaba su presencia en el mercado alemán, con la compra de los productos de Shire amplia su expansión en otro mercado tan importante como el británico, mientras refuerza de paso algunos otros mercados europeos.
En la presente operación Shire ha decidido desprenderse de marcas que considera que no forman parte de su negocio clave. Su estrategia consiste en focalizarse en mercados muy especializados, en los que aspira a ser líder, como el del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o el síndrome de Hunter, una enfermedad hereditaria rara. Aunque la patente de su principal producto, Adderall XR, para el TDAH, vence en un par de años, ya tiene sustituto (Vyvanse), tras completar en este ejercicio la adquisición de la norteamericana New River Pharmaceuticals. Los ingresos que ahora obtiene con la venta a Almirall le permiten enjugar parte de la deuda asumida en la anterior operación.
Un informe reciente de la consultora PricewaterhouseCoopers señala que en el primer semestre de este año se cerraron en el sector sanitario un total de 995 acuerdos de compra que totalizaron 140.000 millones de dólares. La crisis de las hipotecas ‘subprime’ que se inició el pasado mes de agosto y las restricciones de liquidez posteriores condicionarán probablemente que el número de acuerdos sea menor en esta segunda parte del año. No obstante, la necesidad de buscar fuentes alternativas de facturación que reemplacen las pérdidas derivadas de los vencimientos de patentes, así como la abundante tesorería en manos de importantes compañías del sector nos depararán con toda seguridad nuevas e importantes transacciones. Precisamente el atractivo pipeline de Shire, que se refleja en la evolución de su cotización bursátil, ha alimentado las especulaciones que la sitúan en el punto de mira para ser comprada por alguna de las grandes del sector.
Es meridianamente claro que la estrategia de Almirall pasa por apostar por la I+D y por internacionalizar la compañía. La inversión de Almirall en investigación es considerable, dedicando a esta partida uno de cada cinco euros que factura, lo que contribuyó de manera decisiva a que durante la última edición de los Premios Fundamed-El Global le fuera concedido el premio a la compañía farmacéutica del año. Almirall viene desarrollando su proceso de internacionalización tanto a través de acuerdos de licencia (in- y out-) como de adquisiciones. Pero para que una estrategia así tenga éxito, no basta con disponer de recursos financieros suficientes. Es preciso contar con el personal adecuado. Y aquí es donde los hermanos Jorge y Antonio Gallardo tienen en su haber uno de sus principales activos, esto es, el haber sabido conjuntar un equipo de directivos profesionales, bien preparados y motivados, capaces de desarrollar el fuerte liderazgo que se necesita para llevar a cabo la transformación de la organización desde una empresa familiar eminentemente nacional hacia una multinacional europea.
Wednesday, September 26, 2007
Wyeth: comprar o ser comprado
Wyeth quiere crecer. Los magníficos resultados obtenidos en el segundo trimestre de este año han llevado a la dirección de la antigua American Home Products a decidir salir de compras. Por primera vez en muchos años, el efectivo disponible supera la deuda y será probablemente empleado en la adquisición de compañías o de tecnologías que permitan asegurar el crecimiento futuro.
Wyeth parece estar dejando atrás toda una década de lucha en los tribunales que se inició tras la retirada de Fen-Phen (fenfluramina y fentermina), un producto que se empleaba para adelgazar y que se relacionó con eventos adversos cardiovasculares. Algunas estimaciones apuntan que el coste de este asunto para la compañía ha superado ya los 20.000 millones de dólares (tanto como su facturación de 2006), lo que sin duda ha supuesto un lastre considerable en sus cuentas, ha distraído a la dirección y a los inversores y le ha restado capacidad para competir en un entorno cada vez más desfavorable.
Uno de los motores de crecimiento lo constituye actualmente la cartera de productos biotecnológicos, que ya significa más de un treinta por ciento de la facturación total. En la lista de la compra ésta va a ser probablemente una de las áreas prioritarias. El negocio de vitaminas (Centrum / Multicentrum) también está contribuyendo al crecimiento de los resultados debido al creciente interés de las economías emergentes por este segmento.
Otro campo en el que Wyeth exhibe un gran dinamismo es el de las vacunas, un mercado por el que cada vez más compañías están apostando últimamente. Wyeth es una de las cinco compañías (junto con GSK, Merck, Novartis y Sanofi-Pasteur) que dominan más del 90 por ciento del mercado mundial. En su cartera destaca Prevenar (antineumocócica), la vacuna más vendida del planeta, cuya facturación crece de manera significativa a medida que se introduce en nuevos países y que promete grandes crecimientos cuando logre introducirse en grandes mercados como China, Japón, Brasil, Turquía o Sudáfrica.
En la actualidad Wyeth espera con ansia la aprobación de Pristiq (desvenlafaxina) por parte de la FDA. Durante el primer trimestre de 2008 se espera que se apruebe su uso como antidepresivo. El visto bueno para su utilización para tratar los síntomas vasomotores asociados con la menopausia se ha retrasado debido a que la FDA ha solicitado nuevos datos que despejen las dudas que hay sobre su seguridad cardiovascular. La aprobación de este producto es importante para la compañía norteamericana, ya que le permitirá compensar las pérdidas de facturación que han sufrido su otrora marcas líderes Premarin (estrógenos) y Prempro (estrógeno/progestágeno) y también para contrarrestar la pérdida de patente de Effexor XR (venlafaxina, antidepresivo) y de Protonix (pantoprazol, antiulceroso), previstas para 2010 y 2011.
En otras áreas Wyeth confía en superar algunos reveses recientes. A principios de agosto la FDA le solicitó un nuevo estudio para bifeprunox, un antipsicótico que es licencia de Solvay, con el que espera competir con Abilify, el antipsicótico de Bristol Myers Squibb (BMS) y Otsuka. Esta petición podría retrasar un par de años su eventual aprobación. Por otra parte, algunas evidencias de toxicidad hepática hicieron detener los ensayos con un antiviral para tratar la hepatitis C.
Estos reveses han alimentado la especulación sobre una posible adquisición de Wyeth por parte de Pfizer (y también por GlaxoSmithKline y por Novartis). Para algunos analistas, una de las pocas opciones, si no la única, que tiene Pfizer de compensar la pérdida de patente de la atorvastatina es una gran adquisición, para la que hay pocos candidatos, siendo Wyeth uno de ellos (el otro es BMS), por la situación de esta compañía y por la complementariedad de carteras. Otros no están de acuerdo con esta afirmación, pues opinan que si Wyeth no tiene potencial suficiente para contrarrestar por sí misma las pérdidas de facturación que le ocasionará la competencia con genéricos, en ningún caso puede ser la solución para una compañía como Pfizer, mucho más necesitada. Al final parece que todas las opciones se limiten a dos: o comprar o ser comprado.
Wyeth parece estar dejando atrás toda una década de lucha en los tribunales que se inició tras la retirada de Fen-Phen (fenfluramina y fentermina), un producto que se empleaba para adelgazar y que se relacionó con eventos adversos cardiovasculares. Algunas estimaciones apuntan que el coste de este asunto para la compañía ha superado ya los 20.000 millones de dólares (tanto como su facturación de 2006), lo que sin duda ha supuesto un lastre considerable en sus cuentas, ha distraído a la dirección y a los inversores y le ha restado capacidad para competir en un entorno cada vez más desfavorable.
Uno de los motores de crecimiento lo constituye actualmente la cartera de productos biotecnológicos, que ya significa más de un treinta por ciento de la facturación total. En la lista de la compra ésta va a ser probablemente una de las áreas prioritarias. El negocio de vitaminas (Centrum / Multicentrum) también está contribuyendo al crecimiento de los resultados debido al creciente interés de las economías emergentes por este segmento.
Otro campo en el que Wyeth exhibe un gran dinamismo es el de las vacunas, un mercado por el que cada vez más compañías están apostando últimamente. Wyeth es una de las cinco compañías (junto con GSK, Merck, Novartis y Sanofi-Pasteur) que dominan más del 90 por ciento del mercado mundial. En su cartera destaca Prevenar (antineumocócica), la vacuna más vendida del planeta, cuya facturación crece de manera significativa a medida que se introduce en nuevos países y que promete grandes crecimientos cuando logre introducirse en grandes mercados como China, Japón, Brasil, Turquía o Sudáfrica.
En la actualidad Wyeth espera con ansia la aprobación de Pristiq (desvenlafaxina) por parte de la FDA. Durante el primer trimestre de 2008 se espera que se apruebe su uso como antidepresivo. El visto bueno para su utilización para tratar los síntomas vasomotores asociados con la menopausia se ha retrasado debido a que la FDA ha solicitado nuevos datos que despejen las dudas que hay sobre su seguridad cardiovascular. La aprobación de este producto es importante para la compañía norteamericana, ya que le permitirá compensar las pérdidas de facturación que han sufrido su otrora marcas líderes Premarin (estrógenos) y Prempro (estrógeno/progestágeno) y también para contrarrestar la pérdida de patente de Effexor XR (venlafaxina, antidepresivo) y de Protonix (pantoprazol, antiulceroso), previstas para 2010 y 2011.
En otras áreas Wyeth confía en superar algunos reveses recientes. A principios de agosto la FDA le solicitó un nuevo estudio para bifeprunox, un antipsicótico que es licencia de Solvay, con el que espera competir con Abilify, el antipsicótico de Bristol Myers Squibb (BMS) y Otsuka. Esta petición podría retrasar un par de años su eventual aprobación. Por otra parte, algunas evidencias de toxicidad hepática hicieron detener los ensayos con un antiviral para tratar la hepatitis C.
Estos reveses han alimentado la especulación sobre una posible adquisición de Wyeth por parte de Pfizer (y también por GlaxoSmithKline y por Novartis). Para algunos analistas, una de las pocas opciones, si no la única, que tiene Pfizer de compensar la pérdida de patente de la atorvastatina es una gran adquisición, para la que hay pocos candidatos, siendo Wyeth uno de ellos (el otro es BMS), por la situación de esta compañía y por la complementariedad de carteras. Otros no están de acuerdo con esta afirmación, pues opinan que si Wyeth no tiene potencial suficiente para contrarrestar por sí misma las pérdidas de facturación que le ocasionará la competencia con genéricos, en ningún caso puede ser la solución para una compañía como Pfizer, mucho más necesitada. Al final parece que todas las opciones se limiten a dos: o comprar o ser comprado.
Tuesday, September 18, 2007
La FDA y el aumento de los eventos adversos
Por enésima vez la FDA vuelve a ser objeto de críticas. Y en EEUU éstas pueden llegar tanto del bando demócrata como del republicano, independientemente de quién sea el inquilino de la Casa Blanca. En esta ocasión el detonante ha sido la publicación de un estudio en la revista Archives of Internal Medicine, en el que se pone de manifiesto un incremento en el número de eventos adversos supuestamente relacionados con el consumo de medicamentos. De acuerdo con este estudio, desde 1998 hasta 2005, el número de eventos adversos graves se ha multiplicado por 2,6, mientras que el de eventos adversos fatales lo ha hecho por un factor de 2,7. Para algunos estos resultados ponen de manifiesto que los sistemas de control de la FDA son insuficientes y deben corregirse para mejor.
En EEUU, el sistema de comunicación de eventos adversos actual entró en funcionamiento en 1998 y es un sistema que se emplea de forma voluntaria. Recoge información que llega a la agencia norteamericana del medicamento de manera directa o a través de las compañías farmacéuticas. Cabe precisar que lo que el sistema recoge son ‘eventos adversos’ y no ‘efectos adversos’, confusión que suele ser habitual no sólo entre legos en la materia. Algún medio especializado de nuestro país, al informar de la noticia mencionada con anterioridad hablaba erróneamente de ‘efectos adversos’ en una de sus ediciones. La diferencia entre ambos conceptos estriba en que mientras el efecto adverso se relaciona con las propiedades farmacológicas del medicamento y está relacionado con su consumo, el evento adverso no necesariamente tiene relación causal con el tratamiento farmacológico.
Tras constatar que el número de eventos adversos ha crecido más del doble en ocho años, es obligado preguntarse de manera inmediata por las causas del aumento. Aunque el estudio de Archives no nos da una respuesta concluyente, sí que nos apunta algunos factores que pueden ayudar a explicar la tendencia. El primero de ellos alude a un uso más agresivo de los medicamentos en el segmento de población de más de 65 años, cuyo peso relativo crece respecto al conjunto de la población. El segundo factor lo constituye el uso creciente de fármacos provenientes de la biotecnología. Y el tercero de los factores es un uso inadecuado de medicamentos clásicos, como la insulina o el paracetamol.
Algunas voces críticas con la FDA se han atrevido a señalar un cuarto factor, esto es, que el crecimiento del número de eventos adversos se debe sobre todo a que resultan insuficientes los requerimientos para la aprobación de nuevos fármacos y a que el control post-comercialización que se realiza es inadecuado, por lo que exigen un endurecimiento de los procedimientos de autorización. Si se analiza la cuestión en detalle, estas conclusiones parecen poco plausibles. De un lado, el porcentaje de solicitudes de registro rechazadas sobre las presentadas se sigue manteniendo invariable a lo largo del tiempo (entre un 10 y un 15 por ciento). De otro, el porcentaje de fármacos retirados ha llegado incluso a disminuir por debajo del tres por ciento (cifra que era habitual en los años 80). Los autores del estudio de Archives han llegado incluso a mostrar su extrañeza porque, contrariamente a sus expectativas, los fármacos que debieron retirarse por falta de seguridad, representan un modesto porcentaje de los eventos adversos reportados.
En cambio, sorprende que el estudio pase por alto la evolución de la penetración de internet durante el período analizado, ya que sin duda este medio facilita enormemente la comunicación de eventos adversos tanto por parte de clínicos como del público general. Asimismo también se ha obviado el hecho de que tal vez las sonadas retiradas de algunos fármacos en tiempos recientes hayan contribuido a que la población se encuentre más sensibilizada y motivada para comunicar eventos adversos. Ya hay páginas web de abogados ‘cazarecompensas’ que se hacen eco del estudio de Archives e invitan a contactar con ellos a quienes puedan sentirse víctimas del tratamiento con algún medicamento.
En EEUU, el sistema de comunicación de eventos adversos actual entró en funcionamiento en 1998 y es un sistema que se emplea de forma voluntaria. Recoge información que llega a la agencia norteamericana del medicamento de manera directa o a través de las compañías farmacéuticas. Cabe precisar que lo que el sistema recoge son ‘eventos adversos’ y no ‘efectos adversos’, confusión que suele ser habitual no sólo entre legos en la materia. Algún medio especializado de nuestro país, al informar de la noticia mencionada con anterioridad hablaba erróneamente de ‘efectos adversos’ en una de sus ediciones. La diferencia entre ambos conceptos estriba en que mientras el efecto adverso se relaciona con las propiedades farmacológicas del medicamento y está relacionado con su consumo, el evento adverso no necesariamente tiene relación causal con el tratamiento farmacológico.
Tras constatar que el número de eventos adversos ha crecido más del doble en ocho años, es obligado preguntarse de manera inmediata por las causas del aumento. Aunque el estudio de Archives no nos da una respuesta concluyente, sí que nos apunta algunos factores que pueden ayudar a explicar la tendencia. El primero de ellos alude a un uso más agresivo de los medicamentos en el segmento de población de más de 65 años, cuyo peso relativo crece respecto al conjunto de la población. El segundo factor lo constituye el uso creciente de fármacos provenientes de la biotecnología. Y el tercero de los factores es un uso inadecuado de medicamentos clásicos, como la insulina o el paracetamol.
Algunas voces críticas con la FDA se han atrevido a señalar un cuarto factor, esto es, que el crecimiento del número de eventos adversos se debe sobre todo a que resultan insuficientes los requerimientos para la aprobación de nuevos fármacos y a que el control post-comercialización que se realiza es inadecuado, por lo que exigen un endurecimiento de los procedimientos de autorización. Si se analiza la cuestión en detalle, estas conclusiones parecen poco plausibles. De un lado, el porcentaje de solicitudes de registro rechazadas sobre las presentadas se sigue manteniendo invariable a lo largo del tiempo (entre un 10 y un 15 por ciento). De otro, el porcentaje de fármacos retirados ha llegado incluso a disminuir por debajo del tres por ciento (cifra que era habitual en los años 80). Los autores del estudio de Archives han llegado incluso a mostrar su extrañeza porque, contrariamente a sus expectativas, los fármacos que debieron retirarse por falta de seguridad, representan un modesto porcentaje de los eventos adversos reportados.
En cambio, sorprende que el estudio pase por alto la evolución de la penetración de internet durante el período analizado, ya que sin duda este medio facilita enormemente la comunicación de eventos adversos tanto por parte de clínicos como del público general. Asimismo también se ha obviado el hecho de que tal vez las sonadas retiradas de algunos fármacos en tiempos recientes hayan contribuido a que la población se encuentre más sensibilizada y motivada para comunicar eventos adversos. Ya hay páginas web de abogados ‘cazarecompensas’ que se hacen eco del estudio de Archives e invitan a contactar con ellos a quienes puedan sentirse víctimas del tratamiento con algún medicamento.
Thursday, September 6, 2007
¿Cambio de rumbo en GSK?
La prensa británica se hacía eco la pasada semana de la situación de crisis interna por la que atraviesa GlaxoSmithkline (GSK). Al parecer un grupo de accionistas significativos (cuyos nombres no fueron desvelados por los rotativos) discuten con el presidente de la compañía, Sir Christopher Gent, sobre quién debe suceder a Jean Pierre Garnier, el actual consejero delegado, cuyo retiro está previsto para mayo de 2008. Estos accionistas demandan al presidente que el sucesor sea alguien dispuesto a tomar medidas radicales y rupturistas, llegando incluso a trocear la compañía, si ello redunda en valor para el accionista.
Entre los primeros ejecutivos del sector Garnier es considerado como uno de los más carismáticos. En términos generales, su liderazgo es indiscutible y goza de elevada reputación y credibilidad en la industria. En particular se le reconoce el haber implantado en la compañía un modelo innovador de gestión de la investigación, en el cual el enfoque tradicional de arriba-abajo ha sido reemplazado por un modelo descentralizado que se plasma en un conjunto de centros de excelencia en el descubrimiento de fármacos. A pesar de todo, no faltan las voces críticas que ven un exceso de conservadurismo en el estilo de gestión de Garnier. Aunque a toro pasado resulta muy fácil hacer esta crítica.
Lo cierto es que desde que Garnier tomó las riendas de la compañía en el 2000, tras la fusión de Glaxo Wellcome y Smithkline Beecham, la acción ha perdido más de un 30 por ciento de su valor, retrocediendo desde las 18,90 libras (£) hasta alrededor de las 13 libras. Y ello a pesar de que el pasado mes GSK ha tratado de revitalizar su cotización mediante un ambicioso plan de recompra de acciones. Una serie de acontecimientos adversos ha acentuado la pérdida de capitalización, que en los últimos doce meses hasta agosto ha llegado a superar el 10 por ciento.
Al analizar las causas que subyacen en la pérdida de valor de la acción de la compañía británica es preciso señalar que ésta no es inmune a la retahíla de problemas que están afectando en la actualidad a la industria farmacéutica: competencia de genéricos, mala reputación, baja productividad en investigación, dificultad en obtener nuevas aprobaciones, etcétera. No obstante, a diferencia de otros competidores GSK posee una de las carteras de fármacos en investigación más amplia y diversificada, con 33 productos en la última etapa de ensayos clínicos.
Pero sin duda, uno de los acontecimientos que más ha influido en la situación actual ha sido que se haya relacionado el uso de Avandia (rosiglitazona, antidiabético), su segundo producto más importante, con un incremento del riesgo cardiovascular. En el segundo trimestre del presente año, las ventas de este producto han descendido un 22 por ciento a nivel mundial. La seguridad del producto continúa siendo revisada y, aunque la FDA ha aprobado mantener el medicamento en el mercado, las medidas cautelares que ha impuesto hacen prever una contención en su uso y una menor facturación.
Al grave hecho anterior se suman los retrasos o abandonos que han sufrido algunos de sus productos. Como Cervarix, la vacuna para el cáncer de cuello de útero, que lleva varios meses esperando su aprobación en EEUU. O como Trexima, un compuesto para tratar la migraña, que se encuentra en la misma situación.
La cuestión clave a responder en este momento es si la cartera de productos bajo investigación tiene un potencial de facturación más que suficiente para asegurar el crecimiento sostenido de la compañía durante la próxima década. Si se intuye que la respuesta puede no ser afirmativa, habrá que convenir que a GSK le ha llegado el momento de dar un golpe de timón antes de que sea demasiado tarde. Pero, como en la canción de Bob Dylan: ‘la respuesta, amigo mío, está flotando en el viento’.
Entre los primeros ejecutivos del sector Garnier es considerado como uno de los más carismáticos. En términos generales, su liderazgo es indiscutible y goza de elevada reputación y credibilidad en la industria. En particular se le reconoce el haber implantado en la compañía un modelo innovador de gestión de la investigación, en el cual el enfoque tradicional de arriba-abajo ha sido reemplazado por un modelo descentralizado que se plasma en un conjunto de centros de excelencia en el descubrimiento de fármacos. A pesar de todo, no faltan las voces críticas que ven un exceso de conservadurismo en el estilo de gestión de Garnier. Aunque a toro pasado resulta muy fácil hacer esta crítica.
Lo cierto es que desde que Garnier tomó las riendas de la compañía en el 2000, tras la fusión de Glaxo Wellcome y Smithkline Beecham, la acción ha perdido más de un 30 por ciento de su valor, retrocediendo desde las 18,90 libras (£) hasta alrededor de las 13 libras. Y ello a pesar de que el pasado mes GSK ha tratado de revitalizar su cotización mediante un ambicioso plan de recompra de acciones. Una serie de acontecimientos adversos ha acentuado la pérdida de capitalización, que en los últimos doce meses hasta agosto ha llegado a superar el 10 por ciento.
Al analizar las causas que subyacen en la pérdida de valor de la acción de la compañía británica es preciso señalar que ésta no es inmune a la retahíla de problemas que están afectando en la actualidad a la industria farmacéutica: competencia de genéricos, mala reputación, baja productividad en investigación, dificultad en obtener nuevas aprobaciones, etcétera. No obstante, a diferencia de otros competidores GSK posee una de las carteras de fármacos en investigación más amplia y diversificada, con 33 productos en la última etapa de ensayos clínicos.
Pero sin duda, uno de los acontecimientos que más ha influido en la situación actual ha sido que se haya relacionado el uso de Avandia (rosiglitazona, antidiabético), su segundo producto más importante, con un incremento del riesgo cardiovascular. En el segundo trimestre del presente año, las ventas de este producto han descendido un 22 por ciento a nivel mundial. La seguridad del producto continúa siendo revisada y, aunque la FDA ha aprobado mantener el medicamento en el mercado, las medidas cautelares que ha impuesto hacen prever una contención en su uso y una menor facturación.
Al grave hecho anterior se suman los retrasos o abandonos que han sufrido algunos de sus productos. Como Cervarix, la vacuna para el cáncer de cuello de útero, que lleva varios meses esperando su aprobación en EEUU. O como Trexima, un compuesto para tratar la migraña, que se encuentra en la misma situación.
La cuestión clave a responder en este momento es si la cartera de productos bajo investigación tiene un potencial de facturación más que suficiente para asegurar el crecimiento sostenido de la compañía durante la próxima década. Si se intuye que la respuesta puede no ser afirmativa, habrá que convenir que a GSK le ha llegado el momento de dar un golpe de timón antes de que sea demasiado tarde. Pero, como en la canción de Bob Dylan: ‘la respuesta, amigo mío, está flotando en el viento’.
Thursday, August 30, 2007
El futuro de Amgen
La mayor biotecnológica del mundo en términos de facturación se encuentra inmersa en una de las peores crisis de su historia. Después de haber cotizado hace un par de años por encima de los 85 dólares por acción, el pasado mes de agosto ha llegado a caer hasta cerca de los 48 dólares por acción. La compañía vale ahora 25.000 millones de dólares menos de lo que valía a comienzos del presente año, habiendo perdido más de una cuarta parte de su capitalización bursátil. En la coyuntura actual el futuro de Amgen se vislumbra un tanto sombrío.
Las restricciones a la prescripción de las eritropoyetinas han impuesto un fuerte retroceso en las ventas de Epogen y Aranesp (una forma modificada de eritropoyetina), los dos principales productos de Amgen, que suponen aproximadamente la mitad de la facturación (sólo Aranesp facturó 4.100 millones de dólares en 2006) y más de la mitad del beneficio de la compañía. Los mismos fármacos que contribuyeron a su crecimiento están siendo ahora los protagonistas de su caída.
El pasado año algunos estudios publicados indicaron que dosis altas de eritropoyetina se relacionaban con un incremento del riesgo de sufrir ataque cardiaco o ictus. En marzo la FDA obligó a Amgen a incluir en el material de acondicionamiento de estos antianémicos un mensaje advirtiendo de que puede acelerar el crecimiento de los tumores e incrementar la mortalidad. En mayo un comité de expertos recomendó limitar su uso a ciertos tipos de cáncer y propuso que se indicara en los envases los niveles de hemoglobina que deberían tener los pacientes para instaurar el tratamiento. Las restricciones afectan por igual a Procrit, la eritropoyetina que comercializa Johnson & Johnson, aunque la repercusión para esta compañía es muy limitada, ya que depende mucho menos que Amgen para el crecimiento de su facturación.
El organismo que gestiona en EEUU los programas Medicare y Medicaid estableció una nueva restricción a comienzos del mes de agosto pasado, por la cual el manejo y la prescripción de eritropoyetina se debe limitar a pacientes que presenten un máximo de 10 gramos de hemoglobina por decilitro de sangre. Tras este nuevo revés los bancos de inversión revisaron a la baja sus previsiones y recomendaciones y provocó la caída del valor de la acción de Amgen. La compañía californiana reaccionó anunciando que reduciría unos 2.600 empleos, entre un 12 y un 14 por ciento de su plantilla a nivel mundial, con el fin de reducir los gastos en unos 1.000 millones de dólares en 2008 y mejorar sus previsiones de resultados.
Entre tanto, septiembre va a ser un mes clave para Amgen. El próximo día 4 se inicia un proceso judicial en Boston para determinar si Mircera, una eritropoyetina modificada de Roche aprobada ya en Europa, viola alguna patente de Amgen. Previsiblemente en octubre se conocerá la sentencia. Por el momento, un juez norteamericano acaba de concluir que Roche infringe una de las patentes de Amgen. Una semana más tarde, el próximo día 11, se reúne un comité de asesores de la FDA para evaluar de qué forma deben utilizarse los fármacos para tratar la anemia en el caso de los enfermos renales. Hay posibilidades de que los expertos recomienden utilizar dosis menores de los fármacos. Y la experiencia muestra que habitualmente la agencia norteamericana suele seguir las recomendaciones de los comités de expertos que la asesoran. Cabe la posibilidad además que compañías de seguro privadas tengan en cuenta las decisiones de la FDA e introduzcan también nuevas limitaciones al uso de las eritropoyetinas.
Entre los fármacos que Amgen tiene en cartera destaca denosumab, para la osteoporosis y el cáncer óseo. Se espera que se encuentre disponible para finales de 2008 y que en pocos años llegue a superar los 1.000 millones de dólares de facturación. Todo ello si los estudios que se están realizando dan buenos resultados. No obstante, parece poco probable que las ventas de Epogen y Aranesp recuperen el nivel que llegaron a alcanzar y que los nuevos productos puedan compensar esta pérdida. Así pues, todo apunta a que la compañía deberá buscar alternativas fuera, ya que el crecimiento orgánico no parece que vaya a ser suficiente para asegurar su recuperación y desarrollo futuros.
Las restricciones a la prescripción de las eritropoyetinas han impuesto un fuerte retroceso en las ventas de Epogen y Aranesp (una forma modificada de eritropoyetina), los dos principales productos de Amgen, que suponen aproximadamente la mitad de la facturación (sólo Aranesp facturó 4.100 millones de dólares en 2006) y más de la mitad del beneficio de la compañía. Los mismos fármacos que contribuyeron a su crecimiento están siendo ahora los protagonistas de su caída.
El pasado año algunos estudios publicados indicaron que dosis altas de eritropoyetina se relacionaban con un incremento del riesgo de sufrir ataque cardiaco o ictus. En marzo la FDA obligó a Amgen a incluir en el material de acondicionamiento de estos antianémicos un mensaje advirtiendo de que puede acelerar el crecimiento de los tumores e incrementar la mortalidad. En mayo un comité de expertos recomendó limitar su uso a ciertos tipos de cáncer y propuso que se indicara en los envases los niveles de hemoglobina que deberían tener los pacientes para instaurar el tratamiento. Las restricciones afectan por igual a Procrit, la eritropoyetina que comercializa Johnson & Johnson, aunque la repercusión para esta compañía es muy limitada, ya que depende mucho menos que Amgen para el crecimiento de su facturación.
El organismo que gestiona en EEUU los programas Medicare y Medicaid estableció una nueva restricción a comienzos del mes de agosto pasado, por la cual el manejo y la prescripción de eritropoyetina se debe limitar a pacientes que presenten un máximo de 10 gramos de hemoglobina por decilitro de sangre. Tras este nuevo revés los bancos de inversión revisaron a la baja sus previsiones y recomendaciones y provocó la caída del valor de la acción de Amgen. La compañía californiana reaccionó anunciando que reduciría unos 2.600 empleos, entre un 12 y un 14 por ciento de su plantilla a nivel mundial, con el fin de reducir los gastos en unos 1.000 millones de dólares en 2008 y mejorar sus previsiones de resultados.
Entre tanto, septiembre va a ser un mes clave para Amgen. El próximo día 4 se inicia un proceso judicial en Boston para determinar si Mircera, una eritropoyetina modificada de Roche aprobada ya en Europa, viola alguna patente de Amgen. Previsiblemente en octubre se conocerá la sentencia. Por el momento, un juez norteamericano acaba de concluir que Roche infringe una de las patentes de Amgen. Una semana más tarde, el próximo día 11, se reúne un comité de asesores de la FDA para evaluar de qué forma deben utilizarse los fármacos para tratar la anemia en el caso de los enfermos renales. Hay posibilidades de que los expertos recomienden utilizar dosis menores de los fármacos. Y la experiencia muestra que habitualmente la agencia norteamericana suele seguir las recomendaciones de los comités de expertos que la asesoran. Cabe la posibilidad además que compañías de seguro privadas tengan en cuenta las decisiones de la FDA e introduzcan también nuevas limitaciones al uso de las eritropoyetinas.
Entre los fármacos que Amgen tiene en cartera destaca denosumab, para la osteoporosis y el cáncer óseo. Se espera que se encuentre disponible para finales de 2008 y que en pocos años llegue a superar los 1.000 millones de dólares de facturación. Todo ello si los estudios que se están realizando dan buenos resultados. No obstante, parece poco probable que las ventas de Epogen y Aranesp recuperen el nivel que llegaron a alcanzar y que los nuevos productos puedan compensar esta pérdida. Así pues, todo apunta a que la compañía deberá buscar alternativas fuera, ya que el crecimiento orgánico no parece que vaya a ser suficiente para asegurar su recuperación y desarrollo futuros.
Friday, July 20, 2007
Europa respalda la vacunación contra el VPH
Tras haber revisado datos de ensayos clínicos realizados en casi 30.000 mujeres, el Comité Europeo para Medicamentos de Uso Humano (CHMP, en sus siglas en inglés) acaba de dar su visto bueno para que sea aprobado Cervarix, la vacuna de GlaxoSmithKline (GSK) para la prevención de lesiones precancerosas y cáncer cervical causadas por el virus del papiloma humano (VPH). Normalmente las recomendaciones del CHMP suelen recibir el respaldo de la Comisión Europea en un plazo de unos dos meses. Por lo tanto, cabe esperar que se cumplan las previsiones de GSK, según las cuales Cervarix sería introducido en Europa dentro del segundo semestre del presente año.
Para GSK la noticia llega en un momento muy oportuno, tras las dudas que se suscitaron en fechas recientes sobre la seguridad de su antidiabético Avandia (rosiglitazona DCI). Además, el respaldo europeo es el primero que recibe Cervarix por parte de uno de los mercados más importantes y permite reforzar la confianza de los inversores en su sólida cartera de productos en investigación. En el presente año GSK había previsto realizar cinco grandes lanzamientos: Tykerb, un nuevo tratamiento oral para el cáncer de mama; Cervarix; Allermist/Avamys, para la rinitis alérgica; Coreg CR, en el área cardiovascular; y Trexima, para la migraña.
Actualmente Cervarix se comercializa desde el pasado mes de mayo en Australia. La decisión del CHMP supone pues un notable avance para la compañía británica, quien recibió en mayo el rechazó de la FDA para revisar de forma prioritaria el dossier de registro, por lo que su lanzamiento en EEUU podría demorarse hasta el 2008. Gardasil, la vacuna de Merck & Co, que fue aprobada por la FDA en junio de 2006, gozaría así de un amplio período en solitario en el mercado. A través de una joint venture con Sanofi-Aventis, Gardasil también se encuentra comercializada en Europa. Tal como comentábamos el pasado mes de enero (ver El Global, nº 323), tanto Gardasil como Cervarix son productos que tienen potencial suficiente para alcanzar el estatus de blockbusters.
Ambas vacunas protegen contra dos cepas del VPH que son las causantes de más del 70 por ciento de los cánceres cervicales. Según un estudio publicado recientemente por The Lancet, la vacuna de GSK podría funcionar además en otras dos cepas que causan el citado cáncer, sugiriendo así una mayor protección y prevención de mortalidad con Cervarix que con Gardasil. Sin embargo, Gardasil también protege contra otras dos cepas distintas.
Aunque el cáncer de cuello de útero es el segundo más frecuente en mujeres de menos de 45 años y que causa en torno a 270.000 muertes a escala mundial, la utilización de la vacuna contra el VPH no está exenta de polémica. En mayo, un editorial de The New England Journal of Medicine aconsejaba prudencia al desconocerse aún su efectividad y seguridad a largo plazo y advertía sobre la dificultad de mostrar la capacidad preventiva debido al largo período que transcurre normalmente entre la exposición al virus y el desarrollo de la enfermedad. Por ello algunos responsables de la sanidad pública de los ámbitos central y autonómico de nuestro país cuestionan la decisión de financiar la vacunación con cargo a las arcas públicas.
No obstante, en el ámbito europeo ya son nueve los países que incluyen en sus calendarios la vacunación contra el VPH de preadolescentes y, en algunos casos, como en Francia, de mujeres jóvenes. Nuestro vecino galo ha decido financiar con fondos públicos el 65 por ciento del coste de la vacuna. Hasta ahora España sigue siendo la excepción entre los estados de nuestro entorno más próximo. Aunque es cierto que todavía desconocemos los resultados a largo plazo de la vacunación contra el VPH, la estadística disponible nos permite hacer una predicción razonable sobre cuáles serán las desastrosas consecuencias por no intentarlo.
Para GSK la noticia llega en un momento muy oportuno, tras las dudas que se suscitaron en fechas recientes sobre la seguridad de su antidiabético Avandia (rosiglitazona DCI). Además, el respaldo europeo es el primero que recibe Cervarix por parte de uno de los mercados más importantes y permite reforzar la confianza de los inversores en su sólida cartera de productos en investigación. En el presente año GSK había previsto realizar cinco grandes lanzamientos: Tykerb, un nuevo tratamiento oral para el cáncer de mama; Cervarix; Allermist/Avamys, para la rinitis alérgica; Coreg CR, en el área cardiovascular; y Trexima, para la migraña.
Actualmente Cervarix se comercializa desde el pasado mes de mayo en Australia. La decisión del CHMP supone pues un notable avance para la compañía británica, quien recibió en mayo el rechazó de la FDA para revisar de forma prioritaria el dossier de registro, por lo que su lanzamiento en EEUU podría demorarse hasta el 2008. Gardasil, la vacuna de Merck & Co, que fue aprobada por la FDA en junio de 2006, gozaría así de un amplio período en solitario en el mercado. A través de una joint venture con Sanofi-Aventis, Gardasil también se encuentra comercializada en Europa. Tal como comentábamos el pasado mes de enero (ver El Global, nº 323), tanto Gardasil como Cervarix son productos que tienen potencial suficiente para alcanzar el estatus de blockbusters.
Ambas vacunas protegen contra dos cepas del VPH que son las causantes de más del 70 por ciento de los cánceres cervicales. Según un estudio publicado recientemente por The Lancet, la vacuna de GSK podría funcionar además en otras dos cepas que causan el citado cáncer, sugiriendo así una mayor protección y prevención de mortalidad con Cervarix que con Gardasil. Sin embargo, Gardasil también protege contra otras dos cepas distintas.
Aunque el cáncer de cuello de útero es el segundo más frecuente en mujeres de menos de 45 años y que causa en torno a 270.000 muertes a escala mundial, la utilización de la vacuna contra el VPH no está exenta de polémica. En mayo, un editorial de The New England Journal of Medicine aconsejaba prudencia al desconocerse aún su efectividad y seguridad a largo plazo y advertía sobre la dificultad de mostrar la capacidad preventiva debido al largo período que transcurre normalmente entre la exposición al virus y el desarrollo de la enfermedad. Por ello algunos responsables de la sanidad pública de los ámbitos central y autonómico de nuestro país cuestionan la decisión de financiar la vacunación con cargo a las arcas públicas.
No obstante, en el ámbito europeo ya son nueve los países que incluyen en sus calendarios la vacunación contra el VPH de preadolescentes y, en algunos casos, como en Francia, de mujeres jóvenes. Nuestro vecino galo ha decido financiar con fondos públicos el 65 por ciento del coste de la vacuna. Hasta ahora España sigue siendo la excepción entre los estados de nuestro entorno más próximo. Aunque es cierto que todavía desconocemos los resultados a largo plazo de la vacunación contra el VPH, la estadística disponible nos permite hacer una predicción razonable sobre cuáles serán las desastrosas consecuencias por no intentarlo.
Thursday, July 12, 2007
La Nueva Bayer
Bayer acaba de cerrar la venta a Dow Chemical de una de sus filiales químicas. Tras la compra de Schering, la compañía alemana ya había anunciado que se desprendería de algunos de los negocios químicos, con el fin de obtener ingresos que permitieran financiar la operación. Bayer continúa avanzando así en el mayor proceso de transformación de sus 144 años de historia.
El artífice de esta vasta reestructuración no es otro que Werner Wenning, su presidente y consejero delegado, quien lleva en la compañía más de 40 años de carrera profesional. Wenning llegó a la presidencia del consejo de administración en 2002. El año anterior fue para Bayer un annus horribilis. Fue el año en que tuvo que retirar del mercado Lipobay/Baycol, su estatina para el colesterol, un producto que se encontraba en vías de alcanzar el estatus de blockbuster. Fue también el año en que tuvo serios problemas con la producción de Kogenate, un medicamento para tratar la hemofilia.
La situación económica internacional, cuya debilidad se vio agravada por los ataques terroristas del 11-S, hizo empeorar aún más la situación, llevando a Bayer a los números rojos por primera vez en su historia, a finales del tercer trimestre. Ello motivó el retraso del debut de la acciones de Bayer en Wall Street. Unos meses después, en abril de 2002, Wenning recibía el testigo de manos de quien hasta entonces presidía la compañía, Manfred Schneider.
Schneider había recibido en numerosas ocasiones la petición de segregar el negocio farmacéutico del resto del conglomerado industrial. Durante los años anteriores otros grupos químico-farmacéuticos habían llevado a cabo este proceso de escisión. El grupo británico ICI separó su negoció farmacéutico Zéneca, que posteriormente se fusionaría con la sueca Astra para formar AstraZeneca. Hoechst y BASF realizaron sendos procesos similares.
Bayer había llegado a plantearse fusionar su negocio farmacéutico con otra compañía mediana del sector, con una cartera de productos importante. Tras explorar varias opciones, abandonó finalmente la idea al convencerse que dada su situación no le sería posible mantener el control de la nueva compañía. La llegada de Wenning supuso revisar por completo la estrategia y asumir un nuevo enfoque. La Nueva Bayer estaba en marcha.
Una decisión importante en este proceso fue llevar a cabo la segregación de la mayor parte del negocio químico y una parte del negocio de polímeros en una nueva compañía, Lanxess, que fue colocada en bolsa. Los ingresos que se obtuvieron, junto con los procedentes de otras desinversiones sirvieron, en primer lugar, para financiar la adquisición del negocio de productos de venta libre de Roche, y posteriormente, para la compra de la alemana Schering.
La Nueva Bayer se apoya sobre tres pilares, en lugar de los cuatro de la antigua organización. Un primer pilar que engloba polímeros innovadores. Un segundo pilar constituido por el negocio agroquímico y que se disputa el liderazgo mundial con Syngenta. Y un tercer pilar, el del negocio farmacéutico, mucho más sólido ahora, tras el refuerzo que han supuesto las adquisiciones anteriormente mencionadas.
En este último caso, Bayer ha decidido focalizarse en cuatro áreas principales: cáncer, cardiovascular, salud de la mujer y diagnóstico por la imagen (medios de contraste). Dos de los productos más prometedores actualmente son el antitumoral Nexavar (sorafenib DCI) y el anticoagulante oral Xarelto (rivaroxaban DCI). Ambos productos prometen alcanzar la categoría de blockbuster. Justo ahora acaban de conocerse los resultados de un estudio que demuestra la superioridad de rivaroxaban frente a enoxaparina. Como consecuencia, la cotización de la acción ha reaccionado al alza.
Precisamente el éxito del proceso de reestructuración y revitalización de Bayer se refleja en la evolución del valor de la acción. Desde la llegada de Wenning el aumento de la cotización bursátil ha sido constante. Sólo en los últimos doce meses, la revalorización ha sido superior al 75 por ciento. La mayoría de analistas confía en que el valor continuará creciendo en los próximos períodos.
El artífice de esta vasta reestructuración no es otro que Werner Wenning, su presidente y consejero delegado, quien lleva en la compañía más de 40 años de carrera profesional. Wenning llegó a la presidencia del consejo de administración en 2002. El año anterior fue para Bayer un annus horribilis. Fue el año en que tuvo que retirar del mercado Lipobay/Baycol, su estatina para el colesterol, un producto que se encontraba en vías de alcanzar el estatus de blockbuster. Fue también el año en que tuvo serios problemas con la producción de Kogenate, un medicamento para tratar la hemofilia.
La situación económica internacional, cuya debilidad se vio agravada por los ataques terroristas del 11-S, hizo empeorar aún más la situación, llevando a Bayer a los números rojos por primera vez en su historia, a finales del tercer trimestre. Ello motivó el retraso del debut de la acciones de Bayer en Wall Street. Unos meses después, en abril de 2002, Wenning recibía el testigo de manos de quien hasta entonces presidía la compañía, Manfred Schneider.
Schneider había recibido en numerosas ocasiones la petición de segregar el negocio farmacéutico del resto del conglomerado industrial. Durante los años anteriores otros grupos químico-farmacéuticos habían llevado a cabo este proceso de escisión. El grupo británico ICI separó su negoció farmacéutico Zéneca, que posteriormente se fusionaría con la sueca Astra para formar AstraZeneca. Hoechst y BASF realizaron sendos procesos similares.
Bayer había llegado a plantearse fusionar su negocio farmacéutico con otra compañía mediana del sector, con una cartera de productos importante. Tras explorar varias opciones, abandonó finalmente la idea al convencerse que dada su situación no le sería posible mantener el control de la nueva compañía. La llegada de Wenning supuso revisar por completo la estrategia y asumir un nuevo enfoque. La Nueva Bayer estaba en marcha.
Una decisión importante en este proceso fue llevar a cabo la segregación de la mayor parte del negocio químico y una parte del negocio de polímeros en una nueva compañía, Lanxess, que fue colocada en bolsa. Los ingresos que se obtuvieron, junto con los procedentes de otras desinversiones sirvieron, en primer lugar, para financiar la adquisición del negocio de productos de venta libre de Roche, y posteriormente, para la compra de la alemana Schering.
La Nueva Bayer se apoya sobre tres pilares, en lugar de los cuatro de la antigua organización. Un primer pilar que engloba polímeros innovadores. Un segundo pilar constituido por el negocio agroquímico y que se disputa el liderazgo mundial con Syngenta. Y un tercer pilar, el del negocio farmacéutico, mucho más sólido ahora, tras el refuerzo que han supuesto las adquisiciones anteriormente mencionadas.
En este último caso, Bayer ha decidido focalizarse en cuatro áreas principales: cáncer, cardiovascular, salud de la mujer y diagnóstico por la imagen (medios de contraste). Dos de los productos más prometedores actualmente son el antitumoral Nexavar (sorafenib DCI) y el anticoagulante oral Xarelto (rivaroxaban DCI). Ambos productos prometen alcanzar la categoría de blockbuster. Justo ahora acaban de conocerse los resultados de un estudio que demuestra la superioridad de rivaroxaban frente a enoxaparina. Como consecuencia, la cotización de la acción ha reaccionado al alza.
Precisamente el éxito del proceso de reestructuración y revitalización de Bayer se refleja en la evolución del valor de la acción. Desde la llegada de Wenning el aumento de la cotización bursátil ha sido constante. Sólo en los últimos doce meses, la revalorización ha sido superior al 75 por ciento. La mayoría de analistas confía en que el valor continuará creciendo en los próximos períodos.
Thursday, July 5, 2007
Biosimilares en EEUU
Hace más de un año, la Comisión Europea aprobó unas guías en las que se indica los requisitos que han de cumplir los productos biosimilares en términos de calidad, eficacia y seguridad. Ahora, la comisión de sanidad del senado norteamericano, formada por senadores demócratas y republicanos, acaba de votar y aprobar de manera unánime una ley que autoriza a la FDA a registrar bajo determinadas condiciones este tipo de productos, que por más que se empeñen algunos no son genéricos de fármacos biotecnológicos, aunque se puedan parecer mucho. Si realmente fueran lo mismo, los legisladores estadounidenses no hubiesen tardado tanto tiempo en desarrollar un marco legal diferenciado del que rige para los genéricos.
La nueva norma exige al fabricante que aporte a la FDA datos analíticos y al menos un estudio clínico que pruebe que el biosimilar es tan eficaz y seguro como el original. Además, no se permite presentar una solicitud de registro de un biosimilar hasta que el original haya estado al menos 12 años en el mercado. Dos menos de los que proponían las compañías biotecnológicas. La asociación de genéricos norteamericana, que pedía un máximo de cinco años, ya ha puesto el grito en el cielo por el (a su juicio) dilatado período de protección.
La eventual sustitución también ha sido contemplada por la ley. La FDA aplicará a la nueva sustancia el término ‘intercambiable’ si el nuevo producto demuestra ofrecer los mismos resultados clínicos que la marca original, sin elevar el riesgo para el paciente. En el caso de que no sean ‘intercambiables’ se denominarán ‘biosimilares’. El primer producto que apruebe la FDA como ‘intercambiable’ gozará de un año de exclusividad en el mercado.
El hecho de que ni la industria de biotecnología ni la de genéricos se muestren satisfechas con esta ley constituye tal vez el reflejo de que por parte del legislador se ha logrado alcanzar un buen equilibrio de intereses, ya que, al igual que con la ley Hatch-Waxman (que se aplica para los genéricos), la norma incentiva tanto a los pioneros como a los seguidores. Se premia la innovación y se recompensa la llegada al mercado de productos similares a los originales. El legislador norteamericano ha entendido que es fundamental proteger los derechos de propiedad intelectual de las firmas innovadoras, así como mantener un nivel de incentivos suficiente que continúe estimulando la inversión en I+D.
En el caso de los biosimilares, la principal preocupación continúa siendo la seguridad de los pacientes. Por ello las biotecnológicas han demandado que se exija la realización de estudios clínicos que, junto con la eficacia, demuestren este aspecto. Por su parte las compañías de genéricos han venido defendiendo que sea la FDA quien decida caso por caso si se requiere este tipo de estudios. La ley ha acabado concediendo a la FDA esta discrecionalidad.
Hoy por hoy el futuro parece estar en los productos biológicos. En la actualidad el número de este tipo de productos que se encuentran en diferentes fases de desarrollo supera los 400. Son productos destinados a tratar patologías tales como el cáncer, Alzheimer, Parkinson, diabetes, enfermedades cardiovasculares, infección por VIH, etc. La industria de la biotecnología continúa creciendo a buen ritmo y, según IMS, sólo en EEUU el mercado de este tipo de productos superó el último ejercicio los 40.000 millones de dólares. A nivel mundial se sobrepasaron los 60.000 millones de dólares. Con la llegada de productos biosimilares algunos analistas del sector creen que esta cifra podría reducirse en una tercera parte.
Compañías líderes en genéricos, como Teva, Sandoz o Barr llevan ya trabajando desde hace algún tiempo en el desarrollo de biosimilares, habiendo invertido importantes sumas de dinero en instalaciones que les deberán permitir el suministro tanto a países europeos como norteamericanos. Aunque la mayor parte de los proyectos se intenta mantener en secreto, ya hay algunos productos que, como Epogen (eritropoyetina) o Herceptin (trastuzumab), ven amenazado su futuro.
La nueva norma exige al fabricante que aporte a la FDA datos analíticos y al menos un estudio clínico que pruebe que el biosimilar es tan eficaz y seguro como el original. Además, no se permite presentar una solicitud de registro de un biosimilar hasta que el original haya estado al menos 12 años en el mercado. Dos menos de los que proponían las compañías biotecnológicas. La asociación de genéricos norteamericana, que pedía un máximo de cinco años, ya ha puesto el grito en el cielo por el (a su juicio) dilatado período de protección.
La eventual sustitución también ha sido contemplada por la ley. La FDA aplicará a la nueva sustancia el término ‘intercambiable’ si el nuevo producto demuestra ofrecer los mismos resultados clínicos que la marca original, sin elevar el riesgo para el paciente. En el caso de que no sean ‘intercambiables’ se denominarán ‘biosimilares’. El primer producto que apruebe la FDA como ‘intercambiable’ gozará de un año de exclusividad en el mercado.
El hecho de que ni la industria de biotecnología ni la de genéricos se muestren satisfechas con esta ley constituye tal vez el reflejo de que por parte del legislador se ha logrado alcanzar un buen equilibrio de intereses, ya que, al igual que con la ley Hatch-Waxman (que se aplica para los genéricos), la norma incentiva tanto a los pioneros como a los seguidores. Se premia la innovación y se recompensa la llegada al mercado de productos similares a los originales. El legislador norteamericano ha entendido que es fundamental proteger los derechos de propiedad intelectual de las firmas innovadoras, así como mantener un nivel de incentivos suficiente que continúe estimulando la inversión en I+D.
En el caso de los biosimilares, la principal preocupación continúa siendo la seguridad de los pacientes. Por ello las biotecnológicas han demandado que se exija la realización de estudios clínicos que, junto con la eficacia, demuestren este aspecto. Por su parte las compañías de genéricos han venido defendiendo que sea la FDA quien decida caso por caso si se requiere este tipo de estudios. La ley ha acabado concediendo a la FDA esta discrecionalidad.
Hoy por hoy el futuro parece estar en los productos biológicos. En la actualidad el número de este tipo de productos que se encuentran en diferentes fases de desarrollo supera los 400. Son productos destinados a tratar patologías tales como el cáncer, Alzheimer, Parkinson, diabetes, enfermedades cardiovasculares, infección por VIH, etc. La industria de la biotecnología continúa creciendo a buen ritmo y, según IMS, sólo en EEUU el mercado de este tipo de productos superó el último ejercicio los 40.000 millones de dólares. A nivel mundial se sobrepasaron los 60.000 millones de dólares. Con la llegada de productos biosimilares algunos analistas del sector creen que esta cifra podría reducirse en una tercera parte.
Compañías líderes en genéricos, como Teva, Sandoz o Barr llevan ya trabajando desde hace algún tiempo en el desarrollo de biosimilares, habiendo invertido importantes sumas de dinero en instalaciones que les deberán permitir el suministro tanto a países europeos como norteamericanos. Aunque la mayor parte de los proyectos se intenta mantener en secreto, ya hay algunos productos que, como Epogen (eritropoyetina) o Herceptin (trastuzumab), ven amenazado su futuro.
Thursday, June 28, 2007
¿Una OPA por Bristol-Myers Squibb?
Tal y como pronosticaba la mayoría de analistas, Sanofi-Aventis y Bristol-Myers Squibb (BMS) han terminado ganando el caso a la canadiense Apotex. Esta compañía decidió el pasado mes de agosto (ver El Global, nº 307) introducir en EEUU la versión genérica del antiagregante Plavix (clopidogrel DCI), cuya comercialización comparte BMS con Sanofi. Ahora un juez federal acaba de sentenciar que es válida la patente que protege a Plavix hasta el 2011. Apotex recurrirá la decisión judicial y su consejero delegado ya ha manifestado que trabajará sin descanso hasta conseguir que se reconozca la invalidez de la patente.
En cualquier caso, la mencionada resolución judicial ha avivado las especulaciones en torno al futuro de BMS. Aunque la decisión que ha tomado el juez era la que se esperaba con mayor probabilidad, sin lugar a dudas elimina uno de los principales escollos que existían al plantear una posible operación de compra. El otro obstáculo importante que ha sido eliminado es la supervisión de sus operaciones por parte del gobierno norteamericano. Por ello numerosos analistas coinciden en que ahora la compañía se ha vuelto mucho más atractiva para ser objeto de una adquisición. Su capitalización bursátil asciende en estos momentos a 62.000 millones de dólares, lo que incluye una prima por las especulaciones en torno a su posible adquisición. En este sentido, una de las candidatas que suenan con más fuerza como posible adquirente es la propia Sanofi. Recordemos que la fusión de ambas empresas daría lugar al mayor grupo farmacéutico del mundo, por delante de Pfizer y GlaxoSmithKline (ver El Global, nº 326). Por cierto, estas dos últimas compañías también aparecen en la lista de posibles compradores, junto con AstraZeneca e incluso Novartis. En el caso de GlaxoSmithKline, tal vez la incertidumbre que se ha creado durante las últimas semanas acerca del futuro del antidiabético Avandia, cuya seguridad cardiovascular ha sido puesta en tela de juicio, haya estimulado también el interés de esta compañía por BMS.
A Sanofi le vendría muy bien hacerse con el atractivo pipeline de BMS, sobre todo después de que un comité de expertos que asesora a la FDA haya votado unánimemente contra la aprobación de Acomplia (rimonabant DCI), cuestionando su seguridad. Hasta esa decisión, los pronósticos apuntaban a que sólo en EEUU las ventas de Acomplia podrían llegar a superar los 1.000 millones de dólares anuales. Con la compra de BMS Sanofi ampliaría su presencia en EEUU y extendería las líneas de productos de oncología, diabetes y salud mental, salvando la notable debilidad de su cartera, ya que el período de exclusividad de tres de sus principales productos (Clexane, Plavix y Eloxatin) finaliza en menos de cinco años. Antes de lanzar su oferta de compra, Sanofi debería superar la aparente división que existe en su consejo, según ha trascendido a la prensa. Mientras su presidente, Jean-François Dehecq, es partidario de la adquisición, su consejero delegado, Gerard Le Fur, no parece compartir su opinión por considerarla excesivamente cara.
No obstante no parece que BMS comulgue con la idea de ser adquirida, pues recientemente ha firmado con AstraZeneca y Pfizer sendos contratos. AstraZeneca acordó en enero pagar a BMS 1.350 millones de dólares para financiar el desarrollo de dos antidiabéticos: saxagliptan y dapaglifocina. Precisamente en la reunión anual de la Asociación Americana de Diabetes BMS acaba de presentar datos que apuntan a que saxagliptan podría ser un fuerte competidor para Januvia, de Merck & Co. En cuanto a Pfizer, el pasado mes de abril aceptó abonar a BMS 1.000 millones de dólares para desarrollar conjuntamente el antiagregante apixaban, que se encuentra en sus últimas fases de experimentación.
Resumiendo, los fuertes rumores de fusión de los últimos días parecen estar bien fundamentados y las probabilidades de que a lo largo de las próximas semanas se pueda iniciar una competición de ofertas para hacerse con el control de BMS son elevadas. El bocado es suculento y los comensales tienen suficiente dinero en el bolsillo y algo más que apetito. Parece una ironía de la vida que Peter Dolan, el anterior presidente y consejero delegado de BMS, responsable en buena parte de su actual atractivo, se viera obligado a abandonar la compañía el pasado año.
En cualquier caso, la mencionada resolución judicial ha avivado las especulaciones en torno al futuro de BMS. Aunque la decisión que ha tomado el juez era la que se esperaba con mayor probabilidad, sin lugar a dudas elimina uno de los principales escollos que existían al plantear una posible operación de compra. El otro obstáculo importante que ha sido eliminado es la supervisión de sus operaciones por parte del gobierno norteamericano. Por ello numerosos analistas coinciden en que ahora la compañía se ha vuelto mucho más atractiva para ser objeto de una adquisición. Su capitalización bursátil asciende en estos momentos a 62.000 millones de dólares, lo que incluye una prima por las especulaciones en torno a su posible adquisición. En este sentido, una de las candidatas que suenan con más fuerza como posible adquirente es la propia Sanofi. Recordemos que la fusión de ambas empresas daría lugar al mayor grupo farmacéutico del mundo, por delante de Pfizer y GlaxoSmithKline (ver El Global, nº 326). Por cierto, estas dos últimas compañías también aparecen en la lista de posibles compradores, junto con AstraZeneca e incluso Novartis. En el caso de GlaxoSmithKline, tal vez la incertidumbre que se ha creado durante las últimas semanas acerca del futuro del antidiabético Avandia, cuya seguridad cardiovascular ha sido puesta en tela de juicio, haya estimulado también el interés de esta compañía por BMS.
A Sanofi le vendría muy bien hacerse con el atractivo pipeline de BMS, sobre todo después de que un comité de expertos que asesora a la FDA haya votado unánimemente contra la aprobación de Acomplia (rimonabant DCI), cuestionando su seguridad. Hasta esa decisión, los pronósticos apuntaban a que sólo en EEUU las ventas de Acomplia podrían llegar a superar los 1.000 millones de dólares anuales. Con la compra de BMS Sanofi ampliaría su presencia en EEUU y extendería las líneas de productos de oncología, diabetes y salud mental, salvando la notable debilidad de su cartera, ya que el período de exclusividad de tres de sus principales productos (Clexane, Plavix y Eloxatin) finaliza en menos de cinco años. Antes de lanzar su oferta de compra, Sanofi debería superar la aparente división que existe en su consejo, según ha trascendido a la prensa. Mientras su presidente, Jean-François Dehecq, es partidario de la adquisición, su consejero delegado, Gerard Le Fur, no parece compartir su opinión por considerarla excesivamente cara.
No obstante no parece que BMS comulgue con la idea de ser adquirida, pues recientemente ha firmado con AstraZeneca y Pfizer sendos contratos. AstraZeneca acordó en enero pagar a BMS 1.350 millones de dólares para financiar el desarrollo de dos antidiabéticos: saxagliptan y dapaglifocina. Precisamente en la reunión anual de la Asociación Americana de Diabetes BMS acaba de presentar datos que apuntan a que saxagliptan podría ser un fuerte competidor para Januvia, de Merck & Co. En cuanto a Pfizer, el pasado mes de abril aceptó abonar a BMS 1.000 millones de dólares para desarrollar conjuntamente el antiagregante apixaban, que se encuentra en sus últimas fases de experimentación.
Resumiendo, los fuertes rumores de fusión de los últimos días parecen estar bien fundamentados y las probabilidades de que a lo largo de las próximas semanas se pueda iniciar una competición de ofertas para hacerse con el control de BMS son elevadas. El bocado es suculento y los comensales tienen suficiente dinero en el bolsillo y algo más que apetito. Parece una ironía de la vida que Peter Dolan, el anterior presidente y consejero delegado de BMS, responsable en buena parte de su actual atractivo, se viera obligado a abandonar la compañía el pasado año.
Thursday, June 21, 2007
¿Medicamentos de estilo de vida?
¿Quién no ha soñado alguna vez con poder tomar una pastilla que le devuelva a su peso ideal? ¿O que le permita recuperar el cabello perdido? ¿O que le garantice una juventud permanente a lo Dorian Gray? Y, por supuesto, con total seguridad. Para los seres humanos se trata de aspiraciones naturales, comunes a cualquier época y cultura. Si alguna vez logramos colmar estos deseos, inmediatamente los reemplazaremos con la demanda de fármacos que nos permitan, por ejemplo, volvernos invisibles a voluntad, volar a la velocidad de la luz o caminar sobre las aguas. Podríamos crear una nueva categoría de fármacos superventas: los megablockbusters.
Pero, dejémonos de ensoñaciones y volvamos a la realidad. Hay situaciones patológicas que suponen una clara amenaza para la vida. Por ejemplo, un tumor maligno. Otras que pueden constituir tan solo un factor de riesgo. Por ejemplo, una tensión arterial por encima de los valores normales. O que conlleve una seria molestia para quienes las padecen. Por ejemplo, una lumbalgia. Y hay otras situaciones, que aunque indeseadas, si conllevan alguna molestia, ésta es mínima y por otra parte no suponen riesgo alguno. Por ejemplo, la alopecia androgénica o la disfunción eréctil.
Las terapias que se han desarrollado y comercializado para las situaciones de este tercer caso son las que en la década de los 90 se agruparon de manera inapropiada bajo la denominación de medicamentos ‘de estilo de vida’ (o lifestyle drugs, según la terminología anglosajona). Esta terminología, creada y extendida por la prensa, se me antoja desafortunada, pues, de una parte, banaliza tanto las terapias como las indicaciones; y, de otra, no resulta adecuada para describir con propiedad y, por tanto, representar las diferentes situaciones que pueden tener como común denominador el ser poco molestas y de bajo o nulo riesgo.
Tal vez el hecho de que algunos de los fármacos de este grupo vayan destinados a tratar situaciones para las que existe una elevada demanda de soluciones en la sociedad, como son la alopecia y la obesidad, y que además llevan asociado un importante componente estético, ha determinado su amplia repercusión mediática y su progresiva banalización social. Algunas de las condiciones tratadas no se manifiestan de manera discreta, sino que se presentan con diferentes grados de intensidad o gravedad, como sucede con la obesidad, que a partir de cierto nivel se relaciona con enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes e incluso con muerte súbita. Esto demuestra la dificultad de fijar una línea de separación entre medicamentos esenciales y medicamentos ‘de estilo de vida’.
En numerosas ocasiones, entidades públicas o privadas que aprueban la utilización de medicamentos o fijan las condiciones de cobertura de la prestación farmacéutica colocan a determinados productos la etiqueta de medicamento ‘de estilo de vida’ con la finalidad de justificar su rechazo a que sean utilizados o reembolsados. La pasada semana un tribunal de Berlín ha confirmado que Acomplia (rimonabant DCI), un producto de Sanofi-Aventis para la obesidad, es un medicamento ‘de estilo de vida’, justificando así su inclusión en una lista negativa de reembolso.
Se comprende que la sanidad imponga un límite a las prestaciones sanitarias y que fije prioridades en la asignación de recursos. En este caso, parece que lo razonable sería acotar la prestación en base a la gravedad de la condición tratada. Así, para un fármaco que haya demostrado ser seguro y eficaz en reducir el peso, puede ser sensato que un ligero exceso no tenga cobertura, pero no que no la tenga un grado importante de obesidad. Una cosa es valorar un fármaco en base a su efectividad y seguridad, y otra muy distinta es hacerlo guiándose por criterios mayormente economicistas, negando una terapia efectiva a ciudadanos que podrían obtener con ésta un enorme beneficio para su salud.
Pero, dejémonos de ensoñaciones y volvamos a la realidad. Hay situaciones patológicas que suponen una clara amenaza para la vida. Por ejemplo, un tumor maligno. Otras que pueden constituir tan solo un factor de riesgo. Por ejemplo, una tensión arterial por encima de los valores normales. O que conlleve una seria molestia para quienes las padecen. Por ejemplo, una lumbalgia. Y hay otras situaciones, que aunque indeseadas, si conllevan alguna molestia, ésta es mínima y por otra parte no suponen riesgo alguno. Por ejemplo, la alopecia androgénica o la disfunción eréctil.
Las terapias que se han desarrollado y comercializado para las situaciones de este tercer caso son las que en la década de los 90 se agruparon de manera inapropiada bajo la denominación de medicamentos ‘de estilo de vida’ (o lifestyle drugs, según la terminología anglosajona). Esta terminología, creada y extendida por la prensa, se me antoja desafortunada, pues, de una parte, banaliza tanto las terapias como las indicaciones; y, de otra, no resulta adecuada para describir con propiedad y, por tanto, representar las diferentes situaciones que pueden tener como común denominador el ser poco molestas y de bajo o nulo riesgo.
Tal vez el hecho de que algunos de los fármacos de este grupo vayan destinados a tratar situaciones para las que existe una elevada demanda de soluciones en la sociedad, como son la alopecia y la obesidad, y que además llevan asociado un importante componente estético, ha determinado su amplia repercusión mediática y su progresiva banalización social. Algunas de las condiciones tratadas no se manifiestan de manera discreta, sino que se presentan con diferentes grados de intensidad o gravedad, como sucede con la obesidad, que a partir de cierto nivel se relaciona con enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes e incluso con muerte súbita. Esto demuestra la dificultad de fijar una línea de separación entre medicamentos esenciales y medicamentos ‘de estilo de vida’.
En numerosas ocasiones, entidades públicas o privadas que aprueban la utilización de medicamentos o fijan las condiciones de cobertura de la prestación farmacéutica colocan a determinados productos la etiqueta de medicamento ‘de estilo de vida’ con la finalidad de justificar su rechazo a que sean utilizados o reembolsados. La pasada semana un tribunal de Berlín ha confirmado que Acomplia (rimonabant DCI), un producto de Sanofi-Aventis para la obesidad, es un medicamento ‘de estilo de vida’, justificando así su inclusión en una lista negativa de reembolso.
Se comprende que la sanidad imponga un límite a las prestaciones sanitarias y que fije prioridades en la asignación de recursos. En este caso, parece que lo razonable sería acotar la prestación en base a la gravedad de la condición tratada. Así, para un fármaco que haya demostrado ser seguro y eficaz en reducir el peso, puede ser sensato que un ligero exceso no tenga cobertura, pero no que no la tenga un grado importante de obesidad. Una cosa es valorar un fármaco en base a su efectividad y seguridad, y otra muy distinta es hacerlo guiándose por criterios mayormente economicistas, negando una terapia efectiva a ciudadanos que podrían obtener con ésta un enorme beneficio para su salud.
Thursday, June 14, 2007
La importancia creciente de Asia
No hay semana en la que China o India estén ausentes en la actualidad del sector farmacéutico. Y es más, el protagonismo de estos dos países va a ser cada vez mayor en los próximos años. Un informe reciente de la firma de consultoría PricewaterhouseCoopers (PwC) pone de manifiesto que para el año 2020 ambos mercados se encontrarán entre los diez primeros en el escalafón mundial. Sólo China se situará en el segundo o tercer lugar de la lista.
Según el informe de PwC, para el año 2020 el mercado farmacéutico mundial habrá doblado su tamaño actual en valores. Los motores de este crecimiento los constituyen la mayor demanda de medicamentos debido al aumento de la población, el envejecimiento progresivo de ésta y el incremento de la obesidad, así como el crecimiento de patologías crónicas y de enfermedades infecciosas en relación con el calentamiento global del planeta.
El perfil de patologías que afectan mayoritariamente a las economías emergentes se está modificando a lo largo del tiempo, en una tendencia que les acerca al perfil epidemiológico típico de las economías más avanzadas. El alcance de mayores cotas de prosperidad conlleva un aumento del número de pacientes afectados por patologías crónicas, tales como diabetes y enfermedades cardiovasculares. Los pronósticos de crecimiento de estas patologías apuntan a que la prevalencia de la hipertensión se doblará y la de la diabetes prácticamente se triplicará.
En la actualidad, las regiones de Norte América, Europa Occidental y Japón acaparan el 80 por ciento del mercado farmacéutico mundial. No obstante, estas regiones tienen limitado su potencial de crecimiento debido sobre todo a las medidas que han venido aplicando autoridades gubernamentales y aseguradoras privadas para contener la factura farmacéutica y también a la competencia de medicamentos genéricos tras el vencimiento de las patentes. A ello hay que añadir los costes crecientes en investigación y desarrollo por las mayores exigencias de las agencias que otorgan el permiso de comercialización, sin que ello se traduzca en una mejora de la productividad.
Por todo ello la industria farmacéutica está viendo en la región asiática una oportunidad para explotar el inmenso potencial de crecimiento de este mercado. Así, cada vez resulta más natural leer en la prensa del sector noticias relacionadas con inversiones y operaciones en esta región por parte de alguna de las grandes del sector. Tenemos los ejemplos recientes de Novartis, con la apertura de un centro de I+D cerca de Shangai o los centros de I+D de Lilly, Novartis y GlaxoSmithKline en Singapur. La corta capacidad financiera de las compañías farmacéuticas asiáticas estimula también las adquisiciones y alianzas entre éstas y las grandes compañías globales en las áreas de I+D, ensayos clínicos y externalización de servicios. Los bajos costes laborales en los países asiáticos es un factor que sin duda incentiva la inversión foránea. Asimismo la ventaja en costes está favoreciendo la expansión de las compañías indias en los mercados de genéricos (Ranbaxy, Dr.Reddy’s, etc.).
No podemos olvidar que en este contexto hay asuntos que aún suscitan una cierta preocupación, como el respeto a los derechos de la propiedad intelectual y algunas incertidumbres sobre los marcos legales actualmente vigentes. No obstante, la aplicación de nuevas leyes durante los últimos cinco años permite ser optimistas de cara al futuro.
Según el informe de PwC, para el año 2020 el mercado farmacéutico mundial habrá doblado su tamaño actual en valores. Los motores de este crecimiento los constituyen la mayor demanda de medicamentos debido al aumento de la población, el envejecimiento progresivo de ésta y el incremento de la obesidad, así como el crecimiento de patologías crónicas y de enfermedades infecciosas en relación con el calentamiento global del planeta.
El perfil de patologías que afectan mayoritariamente a las economías emergentes se está modificando a lo largo del tiempo, en una tendencia que les acerca al perfil epidemiológico típico de las economías más avanzadas. El alcance de mayores cotas de prosperidad conlleva un aumento del número de pacientes afectados por patologías crónicas, tales como diabetes y enfermedades cardiovasculares. Los pronósticos de crecimiento de estas patologías apuntan a que la prevalencia de la hipertensión se doblará y la de la diabetes prácticamente se triplicará.
En la actualidad, las regiones de Norte América, Europa Occidental y Japón acaparan el 80 por ciento del mercado farmacéutico mundial. No obstante, estas regiones tienen limitado su potencial de crecimiento debido sobre todo a las medidas que han venido aplicando autoridades gubernamentales y aseguradoras privadas para contener la factura farmacéutica y también a la competencia de medicamentos genéricos tras el vencimiento de las patentes. A ello hay que añadir los costes crecientes en investigación y desarrollo por las mayores exigencias de las agencias que otorgan el permiso de comercialización, sin que ello se traduzca en una mejora de la productividad.
Por todo ello la industria farmacéutica está viendo en la región asiática una oportunidad para explotar el inmenso potencial de crecimiento de este mercado. Así, cada vez resulta más natural leer en la prensa del sector noticias relacionadas con inversiones y operaciones en esta región por parte de alguna de las grandes del sector. Tenemos los ejemplos recientes de Novartis, con la apertura de un centro de I+D cerca de Shangai o los centros de I+D de Lilly, Novartis y GlaxoSmithKline en Singapur. La corta capacidad financiera de las compañías farmacéuticas asiáticas estimula también las adquisiciones y alianzas entre éstas y las grandes compañías globales en las áreas de I+D, ensayos clínicos y externalización de servicios. Los bajos costes laborales en los países asiáticos es un factor que sin duda incentiva la inversión foránea. Asimismo la ventaja en costes está favoreciendo la expansión de las compañías indias en los mercados de genéricos (Ranbaxy, Dr.Reddy’s, etc.).
No podemos olvidar que en este contexto hay asuntos que aún suscitan una cierta preocupación, como el respeto a los derechos de la propiedad intelectual y algunas incertidumbres sobre los marcos legales actualmente vigentes. No obstante, la aplicación de nuevas leyes durante los últimos cinco años permite ser optimistas de cara al futuro.
Thursday, May 31, 2007
El papel de las CROs en la estrategia de I+D
Uno de los retos actuales a los que se enfrentan las compañías farmacéuticas innovadoras consiste en conseguir incrementar la tasa de éxito en la investigación clínica al tiempo que se reducen los costes y los plazos de desarrollo. Con frecuencia se encuentran con que no disponen de capacidad y know-how suficientes para poder alcanzar este objetivo, ya que se requiere un amplio abanico de destrezas para lanzar un nuevo producto al mercado. Por ello cada vez más las compañías optan por externalizar una o más fases del proceso.
Recortar los plazos en llegar al mercado se revela un objetivo fundamental en un entorno marcado por unos pipelines empobrecidos y por la pérdida de facturación fruto de los vencimientos de las patentes. Para un producto con potencial de llegar a convertirse en blockbuster, cada día de retraso puede suponer más de 3.000 dólares de facturación que eventualmente se dejarán de ingresar. Y a la inversa, esa cantidad es la que se facturaría adicionalmente por cada día que se consiga acortar el proceso.
La especialización de las Contract Research Organisations (CROs) en la gestión de los ensayos clínicos es la que permite a estas empresas ser mucho más eficientes en costes y plazos que las propias compañías farmacéuticas. Mientras que para una compañía farmacéutica puede que hayan transcurrido varios años desde que llevó a cabo los últimos ensayos clínicos en una determinada área terapéutica, para una CRO puede que hayan pasado tan sólo unos meses. La CRO proporciona la capacidad extra necesaria, facilita el reclutamiento de los pacientes, aporta experiencia en diferentes áreas terapéuticas y ofrece flexibilidad organizativa, entre otras ventajas.
Por todo ello no debe causar extrañeza que este sector esté creciendo en la actualidad a una tasa anual promedio que se sitúa entre el 14 y el 16 por ciento, según estimaciones de CenterWatch, cifra que viene determinada en parte por la tendencia a externalizar fases III y IV de series cada vez más amplias de pacientes y más prolongadas en el tiempo. De acuerdo con Datamonitor, en el momento presente operan a nivel mundial un millar de CROs, que se reparten un mercado cuyo valor asciende a unos 16.000 millones de dólares. Algunas de ellas ofrecen servicios plenos y otras están especializadas en determinadas actividades. Se estima que a finales de esta década la inversión total en desarrollo de fármacos superará los 100.000 millones de dólares y que un 40 por ciento de esta cantidad pasará a través de CROs.
En la creciente tendencia a la externalización se está dando una transformación del modelo de relación entre las compañías farmacéuticas y las CROs, dejando éstas de ser meros proveedores de servicios para pasar a actuar como verdaderos socios estratégicos. La amplia experiencia de algunas CROs en áreas terapéuticas y mercados es un factor que no se debería obviar. Indudablemente el haber tenido que resolver una amplia variedad de problemas surgidos durante numerosos ensayos es un valioso activo que habitualmente se traduce en tiempos de desarrollo clínico más reducidos.
Así, un reciente informe del Centro de Estudios del Desarrollo de Medicamentos de Tufts University (Boston) pone de manifiesto que las compañías farmacéuticas que más utilizan servicios de CROs tienden a completar sus proyectos con mayor rapidez, sin que ello resulte en una merma de la calidad del resultado. De este modo, las CROs pueden jugar hoy un papel clave en la estrategia de I+D de las compañías, ayudando a éstas a maximizar el resultado de sus inversiones en este capítulo.
Recortar los plazos en llegar al mercado se revela un objetivo fundamental en un entorno marcado por unos pipelines empobrecidos y por la pérdida de facturación fruto de los vencimientos de las patentes. Para un producto con potencial de llegar a convertirse en blockbuster, cada día de retraso puede suponer más de 3.000 dólares de facturación que eventualmente se dejarán de ingresar. Y a la inversa, esa cantidad es la que se facturaría adicionalmente por cada día que se consiga acortar el proceso.
La especialización de las Contract Research Organisations (CROs) en la gestión de los ensayos clínicos es la que permite a estas empresas ser mucho más eficientes en costes y plazos que las propias compañías farmacéuticas. Mientras que para una compañía farmacéutica puede que hayan transcurrido varios años desde que llevó a cabo los últimos ensayos clínicos en una determinada área terapéutica, para una CRO puede que hayan pasado tan sólo unos meses. La CRO proporciona la capacidad extra necesaria, facilita el reclutamiento de los pacientes, aporta experiencia en diferentes áreas terapéuticas y ofrece flexibilidad organizativa, entre otras ventajas.
Por todo ello no debe causar extrañeza que este sector esté creciendo en la actualidad a una tasa anual promedio que se sitúa entre el 14 y el 16 por ciento, según estimaciones de CenterWatch, cifra que viene determinada en parte por la tendencia a externalizar fases III y IV de series cada vez más amplias de pacientes y más prolongadas en el tiempo. De acuerdo con Datamonitor, en el momento presente operan a nivel mundial un millar de CROs, que se reparten un mercado cuyo valor asciende a unos 16.000 millones de dólares. Algunas de ellas ofrecen servicios plenos y otras están especializadas en determinadas actividades. Se estima que a finales de esta década la inversión total en desarrollo de fármacos superará los 100.000 millones de dólares y que un 40 por ciento de esta cantidad pasará a través de CROs.
En la creciente tendencia a la externalización se está dando una transformación del modelo de relación entre las compañías farmacéuticas y las CROs, dejando éstas de ser meros proveedores de servicios para pasar a actuar como verdaderos socios estratégicos. La amplia experiencia de algunas CROs en áreas terapéuticas y mercados es un factor que no se debería obviar. Indudablemente el haber tenido que resolver una amplia variedad de problemas surgidos durante numerosos ensayos es un valioso activo que habitualmente se traduce en tiempos de desarrollo clínico más reducidos.
Así, un reciente informe del Centro de Estudios del Desarrollo de Medicamentos de Tufts University (Boston) pone de manifiesto que las compañías farmacéuticas que más utilizan servicios de CROs tienden a completar sus proyectos con mayor rapidez, sin que ello resulte en una merma de la calidad del resultado. De este modo, las CROs pueden jugar hoy un papel clave en la estrategia de I+D de las compañías, ayudando a éstas a maximizar el resultado de sus inversiones en este capítulo.
Thursday, May 24, 2007
Avandia y la publicación de los datos
El catedrático del Departamento de Medicina Cardiovascular del Hospital Clínico de Cleveland (Ohio) acaba de causar un nuevo e importante revuelo en la comunidad internacional del medicamento. El Dr. Steven Nissen, que así se llama este médico, fue coautor del primer manuscrito en el que se establecía una asociación entre el tratamiento con Vioxx y un incremento del riesgo cardiovascular. Este personaje fue nombrado por la revista ‘Time’ como una de las 100 personas más influyentes.
Al parecer, buscando en Google información sobre el antidiabético Avandia (rosiglitazona DCI), el Dr. Nissen dio con la página de GlaxoSmithKline (el propietario del producto) en la que se recogen los estudios realizados. Al Dr. Nissen se le ocurrió entonces llevar a cabo un metaanálisis de 42 estudios clínicos que le condujeron a concluir que el tratamiento con Avandia incrementa en un 43 por ciento el riesgo de infarto y un 64 por ciento el riesgo de muerte por causa cardiovascular. Estos resultados han sido publicados en la última edición de la revista New England Journal of Medicine.
GSK ha defendido su producto manifestando que confía en su perfil de seguridad. Tanto la FDA como la EMEA han comentado que conocían con antelación el riesgo cardiovascular del producto y que existen algunos estudios que se contradicen en sus conclusiones, por lo que por ahora han decidido analizar los resultados del metaanálisis anteriormente mencionado. No obstante en 2006 tanto la agencia europea como la norteamericana obligaron a incluir en el prospecto y el etiquetado advertencias sobre la seguridad cardiovascular de Avandia.
Este nuevo caso, que guarda algunas similitudes con el caso Vioxx, permite que las habituales voces críticas con la FDA cuestionen una vez más los mecanismos de seguimiento de la seguridad de los fármacos, tanto antes de su aprobación como durante su posterior comercialización. Por otra parte, ambas cámaras del Congreso norteamericano están promoviendo cambios legislativos para reforzar los actuales mecanismos de seguridad y dotar de más recursos a la FDA. Asimismo se baraja la posibilidad de obligar a las compañías farmacéuticas a que publiquen todos los datos disponibles en páginas web de acceso público.
Este último punto ha sido y es actualmente objeto de controversia y debate. Hace tres años, tras la resolución de la demanda sobre Paxil/Seroxat (paroxetina, antidepresivo), GSK asumió el compromiso de publicar los resultados de todos sus estudios clínicos. Aunque por ahora no sea una norma de obligado cumplimiento, otras compañías están publicando resultados de ensayos clínicos en sus propios sitios web o en el de la patronal norteamericana. Para algunos esta iniciativa puede ayudar a detectar con mayor anticipación problemas de seguridad. Para otros, la exposición pública de los resultados puede dar lugar a interpretaciones erróneas y ser fuente de confusión y de preocupación innecesaria, en especial entre los pacientes. Se argumenta que la interpretación de los datos tan solo puede ser realizada por expertos en la materia, por lo que se cuestiona quién debe ser la audiencia de los datos, si el público en general o si tan sólo científicos expertos en analizarlos e interpretarlos.
Tal vez convendría reflexionar sobre la situación que se ha creado. Cuando todavía no puede concluirse que se deba interrumpir la comercialización de Avandia, el mero cuestionamiento de su seguridad está produciendo unos efectos colaterales que quizá convendría intentar evitar en el futuro: desconfianza en el producto e interrupción de tratamientos, cuestionamiento de la compañía farmacéutica, caída de su cotización bursátil, recelo de las agencias reguladoras gubernamentales, etc. ¿A quién beneficia todo ello? Lo fundamental en este caso es garantizar que los sistemas de seguridad funcionan y que ante una señal de alarma un equipo de expertos determinará con discreción si conviene tomar alguna medida de protección de los pacientes, evitando a éstos preocupaciones gratuitas.
Al parecer, buscando en Google información sobre el antidiabético Avandia (rosiglitazona DCI), el Dr. Nissen dio con la página de GlaxoSmithKline (el propietario del producto) en la que se recogen los estudios realizados. Al Dr. Nissen se le ocurrió entonces llevar a cabo un metaanálisis de 42 estudios clínicos que le condujeron a concluir que el tratamiento con Avandia incrementa en un 43 por ciento el riesgo de infarto y un 64 por ciento el riesgo de muerte por causa cardiovascular. Estos resultados han sido publicados en la última edición de la revista New England Journal of Medicine.
GSK ha defendido su producto manifestando que confía en su perfil de seguridad. Tanto la FDA como la EMEA han comentado que conocían con antelación el riesgo cardiovascular del producto y que existen algunos estudios que se contradicen en sus conclusiones, por lo que por ahora han decidido analizar los resultados del metaanálisis anteriormente mencionado. No obstante en 2006 tanto la agencia europea como la norteamericana obligaron a incluir en el prospecto y el etiquetado advertencias sobre la seguridad cardiovascular de Avandia.
Este nuevo caso, que guarda algunas similitudes con el caso Vioxx, permite que las habituales voces críticas con la FDA cuestionen una vez más los mecanismos de seguimiento de la seguridad de los fármacos, tanto antes de su aprobación como durante su posterior comercialización. Por otra parte, ambas cámaras del Congreso norteamericano están promoviendo cambios legislativos para reforzar los actuales mecanismos de seguridad y dotar de más recursos a la FDA. Asimismo se baraja la posibilidad de obligar a las compañías farmacéuticas a que publiquen todos los datos disponibles en páginas web de acceso público.
Este último punto ha sido y es actualmente objeto de controversia y debate. Hace tres años, tras la resolución de la demanda sobre Paxil/Seroxat (paroxetina, antidepresivo), GSK asumió el compromiso de publicar los resultados de todos sus estudios clínicos. Aunque por ahora no sea una norma de obligado cumplimiento, otras compañías están publicando resultados de ensayos clínicos en sus propios sitios web o en el de la patronal norteamericana. Para algunos esta iniciativa puede ayudar a detectar con mayor anticipación problemas de seguridad. Para otros, la exposición pública de los resultados puede dar lugar a interpretaciones erróneas y ser fuente de confusión y de preocupación innecesaria, en especial entre los pacientes. Se argumenta que la interpretación de los datos tan solo puede ser realizada por expertos en la materia, por lo que se cuestiona quién debe ser la audiencia de los datos, si el público en general o si tan sólo científicos expertos en analizarlos e interpretarlos.
Tal vez convendría reflexionar sobre la situación que se ha creado. Cuando todavía no puede concluirse que se deba interrumpir la comercialización de Avandia, el mero cuestionamiento de su seguridad está produciendo unos efectos colaterales que quizá convendría intentar evitar en el futuro: desconfianza en el producto e interrupción de tratamientos, cuestionamiento de la compañía farmacéutica, caída de su cotización bursátil, recelo de las agencias reguladoras gubernamentales, etc. ¿A quién beneficia todo ello? Lo fundamental en este caso es garantizar que los sistemas de seguridad funcionan y que ante una señal de alarma un equipo de expertos determinará con discreción si conviene tomar alguna medida de protección de los pacientes, evitando a éstos preocupaciones gratuitas.
Tuesday, May 15, 2007
Mylan se queda con Merck Genéricos
Finalmente ha sido la norteamericana Mylan la que se ha llevado el gato al agua, al haber acordado comprar el negocio de genéricos de Merck KGaA (en adelante Merck) por 6.700 millones de dólares (4.900 millones de euros) en efectivo, una cifra que se sitúa en el extremo superior de la banda que habían fijado los analistas. De este modo la compañía de Pittsburgh se ve catapultada hasta el tercer puesto del escalafón mundial de genéricos, tras la israelí Teva y la suiza Sandoz, la unidad de genéricos de Novartis. Cada vez será más difícil que una oportunidad así se dé en esta industria.
Durante cuatro meses Mylan ha tenido que competir ferozmente con otros pretendientes notables, entres los que se hallaban la líder del sector Teva, la islandesa Actavis, la india Ranbaxy, la alemana Stada y varios fondos de capital privado. La ayuda de tres bancas de inversión, que han prestado su apoyo financiero a Mylan, ha sido determinante para la culminación de la operación.
La compra de la unidad de genéricos de Merck se suma a la adquisición a principios de este año del 71,5 por ciento de Matrix, el fabricante indio de principios activos. Mylan se ha transformado así en un gran grupo internacional integrado tanto vertical como horizontalmente. Las sinergias que se ha previsto obtener prometen unos ahorros anuales de 250 millones de dólares a partir del fin del tercer año.
Geográficamente Mylan consigue posiciones de liderazgo en regiones clave de varios continentes, ganando acceso a más de 90 mercados y ampliando su catálogo tanto en formatos como en categorías terapéuticas, llegando a poder ofertar un total de unos 560 productos. A partir de que se materialice el acuerdo, Mylan pasará a tener presencia significativa en países como Australia, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Portugal y España.
El pasado año, tras una dura y larga pugna fallida con Bayer por la compra de Schering, Merck decidió de modo sorprendente adquirir por 14.300 millones de dólares (10.600 millones de euros) la suiza Serono, la mayor compañía biotecnológica europea (ver EL GLOBAL nº 309). Ahora Merck utilizará el efectivo que obtenga de la venta para enjugar parte de la deuda que asumió con la compra de Serono. A finales de enero la deuda neta ascendía a 5.500 millones de euros.
Para Merck la venta de su unidad de genéricos parece razonable desde un punto de vista estratégico, pues frente a unos rivales cada vez más eficientes le hubiese resultado poco menos que imposible prosperar en el futuro sin llevar a cabo nuevas adquisiciones. Ahora podrá reconstituir su balance y concentrarse en el negocio biotecnológico. Además, los fondos que va a obtener le darán margen para complementar próximamente su cartera con eventuales acuerdos.
El precio de esta transacción es el tercero en importancia en el mercado de genéricos. Novartis lidera en este caso el escalafon al haber pagado 8.300 millones de dólares en 2005 para adquirir la alemana Hexal AG. El segundo lugar lo ocupa Teva, quien pagó 7.400 millones de dólares en 2006 por la compra de Ivax. Mylan ha decidido pagar 2,7 veces la facturación o 14,6 veces el ebitda de 2006 de la unidad de Merck. Por lo tanto, al igual que sucede con la biotecnológicas, esta transacción marca una escalada en la valoración de empresas de genéricos. Estas compañías saben que tienen que crecer y que lo han de hacer rápidamente. Este axioma es el que está empujando hacia arriba los precios de las operaciones. Además, el interés de gobiernos y aseguradoras por frenar el crecimiento del gasto farmacéutico y los vencimientos de patentes favorecen el desarrollo del mercado de genéricos y lo hacen más atractivo.
El movimiento de Mylan se enmarca dentro del proceso de consolidación que se viene produciendo desde hace algún tiempo en la industria de genéricos, donde se persigue afanosamente mejorar los estrechos márgenes de estos productos mediante la obtención de economías de escala y alcance. Una amplia cobertura geográfica permite fabricar grandes volúmenes en países con costes de producción reducidos y comercializar los productos a precios de venta más competitivos. Podemos esperar más movimientos parecidos en los próximos meses.
Durante cuatro meses Mylan ha tenido que competir ferozmente con otros pretendientes notables, entres los que se hallaban la líder del sector Teva, la islandesa Actavis, la india Ranbaxy, la alemana Stada y varios fondos de capital privado. La ayuda de tres bancas de inversión, que han prestado su apoyo financiero a Mylan, ha sido determinante para la culminación de la operación.
La compra de la unidad de genéricos de Merck se suma a la adquisición a principios de este año del 71,5 por ciento de Matrix, el fabricante indio de principios activos. Mylan se ha transformado así en un gran grupo internacional integrado tanto vertical como horizontalmente. Las sinergias que se ha previsto obtener prometen unos ahorros anuales de 250 millones de dólares a partir del fin del tercer año.
Geográficamente Mylan consigue posiciones de liderazgo en regiones clave de varios continentes, ganando acceso a más de 90 mercados y ampliando su catálogo tanto en formatos como en categorías terapéuticas, llegando a poder ofertar un total de unos 560 productos. A partir de que se materialice el acuerdo, Mylan pasará a tener presencia significativa en países como Australia, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Portugal y España.
El pasado año, tras una dura y larga pugna fallida con Bayer por la compra de Schering, Merck decidió de modo sorprendente adquirir por 14.300 millones de dólares (10.600 millones de euros) la suiza Serono, la mayor compañía biotecnológica europea (ver EL GLOBAL nº 309). Ahora Merck utilizará el efectivo que obtenga de la venta para enjugar parte de la deuda que asumió con la compra de Serono. A finales de enero la deuda neta ascendía a 5.500 millones de euros.
Para Merck la venta de su unidad de genéricos parece razonable desde un punto de vista estratégico, pues frente a unos rivales cada vez más eficientes le hubiese resultado poco menos que imposible prosperar en el futuro sin llevar a cabo nuevas adquisiciones. Ahora podrá reconstituir su balance y concentrarse en el negocio biotecnológico. Además, los fondos que va a obtener le darán margen para complementar próximamente su cartera con eventuales acuerdos.
El precio de esta transacción es el tercero en importancia en el mercado de genéricos. Novartis lidera en este caso el escalafon al haber pagado 8.300 millones de dólares en 2005 para adquirir la alemana Hexal AG. El segundo lugar lo ocupa Teva, quien pagó 7.400 millones de dólares en 2006 por la compra de Ivax. Mylan ha decidido pagar 2,7 veces la facturación o 14,6 veces el ebitda de 2006 de la unidad de Merck. Por lo tanto, al igual que sucede con la biotecnológicas, esta transacción marca una escalada en la valoración de empresas de genéricos. Estas compañías saben que tienen que crecer y que lo han de hacer rápidamente. Este axioma es el que está empujando hacia arriba los precios de las operaciones. Además, el interés de gobiernos y aseguradoras por frenar el crecimiento del gasto farmacéutico y los vencimientos de patentes favorecen el desarrollo del mercado de genéricos y lo hacen más atractivo.
El movimiento de Mylan se enmarca dentro del proceso de consolidación que se viene produciendo desde hace algún tiempo en la industria de genéricos, donde se persigue afanosamente mejorar los estrechos márgenes de estos productos mediante la obtención de economías de escala y alcance. Una amplia cobertura geográfica permite fabricar grandes volúmenes en países con costes de producción reducidos y comercializar los productos a precios de venta más competitivos. Podemos esperar más movimientos parecidos en los próximos meses.
Thursday, May 3, 2007
Exubera no desalienta a Pfizer
Aunque la vía de aplicación transpulmonar no ha alcanzado aún su máximo desarrollo, es indudable que cada vez hay más compañías que intentan desarrollar fórmulas y dispositivos que permitan administrar con fines terapéuticos péptidos, proteínas y otras sustancias lábiles a la acción de los enzimas digestivos. Actualmente ya se está trabajando con heparina (anticoagulante), interferones (para la esclerosis múltiple) o calcitonina (para la osteoporosis). El objetivo es ofrecer a los pacientes una mayor comodidad de administración, liberándoles de las habituales inyecciones.
En este sentido, el pasado mes de septiembre de la mano de Pfizer llegaba al mercado norteamericano Exubera, la primera insulina que se aplica por inhalación y que permite evitar los molestos pinchazos diarios. Semejante ventaja hacía prever a numerosos analistas un notable éxito del producto, llegando a pronosticar ventas de 1.500 a 2.000 millones de dólares en 2010. Tras medio año el resultado alcanzado queda muy por debajo del objetivo inicial. Las prescripciones semanales alcanzan en la actualidad las 1.300, en contraposición con las 39.000 que ya alcanza Januvia (sitagliptina DCI), el nuevo antidiabético de Merck & Co.
Exubera no ha obtenido hasta ahora la aceptación mayoritaria de médicos, aseguradoras y pacientes y está por ver si Pfizer recuperará al menos los 1.300 millones de dólares que pagó para adquirir los derechos del fármaco. Las previsiones actuales se sitúan en la banda de los 250 a 300 millones de dólares anuales. Sin duda, este hecho rebajará las expectativas de los competidores que están trabajando ya en insulinas para su administración de forma inhalada (MannKind, Eli Lilly/Alkermes, Novo Nordisk).
Pero, ¿a qué se debe esta brecha entre la previsión y la realidad en el caso de Exubera? Uno de los factores que explicaría esta diferencia es la incomodidad de manejo del dispositivo de aplicación, que tiene un tamaño equivalente a una botella de medio litro y que dificulta la deseada discreción por parte del usuario. También se apunta un segundo factor que está relacionado con la seguridad del producto a largo plazo. A los clínicos les preocupa el efecto que pueda tener sobre los pulmones el uso continuado del producto y demandan más garantías. En tercer lugar se señala el coste del tratamiento. Las aseguradoras no creen que Exubera haya demostrado ofrecer un valor adicional que justifique su coste (en EEUU la insulina inhalada cuesta 5 dólares al día, comparado con 2-3 dólares al día que se paga por la inyectable) y piden más documentación al respecto. Adicionalmente algunos médicos ven un inconveniente en el limitado número de formatos disponibles, que dificulta prescribir al paciente la dosis adecuada de insulina. Asimismo Exubera es una insulina de acción rápida y los médicos prefieren para algunos pacientes el tratamiento con insulinas de acción prolongada.
Por el momento Pfizer ha previsto lanzar una campaña dirigida a los pacientes explicándoles el uso del inhalador y ha contratado a cientos de educadores en diabetes para que expliquen el producto a pacientes y médicos, pues no es difícil imaginar que se requiere tiempo para cambiar sus hábitos y acostumbrarles a la nueva vía de administración. Los ejecutivos de Pfizer confían así en dar un impulso extra a la introducción del nuevo producto.
Un lanzamiento deslucido resulta preocupante para la compañía, que ha perdido desde el 2000 cerca de la mitad del valor de la cotización de sus acciones. Pfizer está necesitada de revitalizar su cartera y sus estancadas ventas, para compensar así las futuras pérdidas de patente, sobre todo de Lipitor/Cardyl (atorvastatina DCI), su producto estrella, del que todavía es muy dependiente.
A pesar de todo, durante el próximo lustro veremos probablemente aparecer en el mercado nuevas insulinas inhaladas. Aunque analistas e inversores se están preguntando en este momento si el mercado de la insulina inhalada es tan grande como se pensaba en un principio, es de esperar que la nueva generación de inhaladores, mucho más pequeños y cómodos de utilizar, atraiga más prescripciones que hasta ahora.
En este sentido, el pasado mes de septiembre de la mano de Pfizer llegaba al mercado norteamericano Exubera, la primera insulina que se aplica por inhalación y que permite evitar los molestos pinchazos diarios. Semejante ventaja hacía prever a numerosos analistas un notable éxito del producto, llegando a pronosticar ventas de 1.500 a 2.000 millones de dólares en 2010. Tras medio año el resultado alcanzado queda muy por debajo del objetivo inicial. Las prescripciones semanales alcanzan en la actualidad las 1.300, en contraposición con las 39.000 que ya alcanza Januvia (sitagliptina DCI), el nuevo antidiabético de Merck & Co.
Exubera no ha obtenido hasta ahora la aceptación mayoritaria de médicos, aseguradoras y pacientes y está por ver si Pfizer recuperará al menos los 1.300 millones de dólares que pagó para adquirir los derechos del fármaco. Las previsiones actuales se sitúan en la banda de los 250 a 300 millones de dólares anuales. Sin duda, este hecho rebajará las expectativas de los competidores que están trabajando ya en insulinas para su administración de forma inhalada (MannKind, Eli Lilly/Alkermes, Novo Nordisk).
Pero, ¿a qué se debe esta brecha entre la previsión y la realidad en el caso de Exubera? Uno de los factores que explicaría esta diferencia es la incomodidad de manejo del dispositivo de aplicación, que tiene un tamaño equivalente a una botella de medio litro y que dificulta la deseada discreción por parte del usuario. También se apunta un segundo factor que está relacionado con la seguridad del producto a largo plazo. A los clínicos les preocupa el efecto que pueda tener sobre los pulmones el uso continuado del producto y demandan más garantías. En tercer lugar se señala el coste del tratamiento. Las aseguradoras no creen que Exubera haya demostrado ofrecer un valor adicional que justifique su coste (en EEUU la insulina inhalada cuesta 5 dólares al día, comparado con 2-3 dólares al día que se paga por la inyectable) y piden más documentación al respecto. Adicionalmente algunos médicos ven un inconveniente en el limitado número de formatos disponibles, que dificulta prescribir al paciente la dosis adecuada de insulina. Asimismo Exubera es una insulina de acción rápida y los médicos prefieren para algunos pacientes el tratamiento con insulinas de acción prolongada.
Por el momento Pfizer ha previsto lanzar una campaña dirigida a los pacientes explicándoles el uso del inhalador y ha contratado a cientos de educadores en diabetes para que expliquen el producto a pacientes y médicos, pues no es difícil imaginar que se requiere tiempo para cambiar sus hábitos y acostumbrarles a la nueva vía de administración. Los ejecutivos de Pfizer confían así en dar un impulso extra a la introducción del nuevo producto.
Un lanzamiento deslucido resulta preocupante para la compañía, que ha perdido desde el 2000 cerca de la mitad del valor de la cotización de sus acciones. Pfizer está necesitada de revitalizar su cartera y sus estancadas ventas, para compensar así las futuras pérdidas de patente, sobre todo de Lipitor/Cardyl (atorvastatina DCI), su producto estrella, del que todavía es muy dependiente.
A pesar de todo, durante el próximo lustro veremos probablemente aparecer en el mercado nuevas insulinas inhaladas. Aunque analistas e inversores se están preguntando en este momento si el mercado de la insulina inhalada es tan grande como se pensaba en un principio, es de esperar que la nueva generación de inhaladores, mucho más pequeños y cómodos de utilizar, atraiga más prescripciones que hasta ahora.
Wednesday, April 25, 2007
¿Está comprando caro AstraZeneca?
La reciente adquisición de la biotecnológica estadounidense MedImmune, una de las mayores del sector, no hace sino confirmar de forma incuestionable su apuesta por el negocio de las grandes moléculas (péptidos, proteínas, etc.), que son el objeto de la biotecnología. Con este movimiento AstraZeneca va a pasar de tener en su cartera un 7 por ciento de productos biológicos a un 27 por ciento. En cierto modo esta estrategia comenzó su andadura a finales de 2004, con la compra del 20 por ciento de Cambridge Antibody Technology (CAT) y continuó con la adquisición del 80 por ciento restante hace ahora un año.
Las grandes del sector, sometidas a la presión para encontrar productos sustitutivos de aquellos cuya patente ha vencido o está próxima a vencer han encontrado en la biotecnología su tabla de salvación. La investigación y desarrollo de las pequeñas moléculas, fruto de la síntesis química, pierde interés en favor de las grandes moléculas, que resultan de la biotecnología. Actualmente aproximadamente la mitad de los productos que se encuentran en fase II y III procede de este ámbito. En primer lugar, este sector resulta atractivo por estar creciendo al menos el doble de lo que lo hacen las grandes de la industria. En segundo lugar, los procesos biológicos necesarios para producir los productos biotecnológicos son más difíciles de reproducir, lo que reduce notablemente las posibilidades de que alguna vez lleguen a ser comercializados por compañías de genéricos.
En el caso que nos ocupa, uno de los aspectos que está generando más discusión es el precio acordado. Bien es verdad que el monto de la operación resulta por sí mismo muy llamativo. Si tenemos en cuenta la facturación anual de MedImmune, AstraZeneca ha decidido pagar unas 12 veces esta cantidad. Un ratio inusual por lo elevado. Si tomamos en consideración lo que se paga en relación al beneficio por acción, resulta un cociente de 300. Respecto al valor de la acción de MedImmune antes de ponerse a la venta, se está pagando más de un 50% de prima. Estos datos parecen dar la razón a quienes sostienen que AstraZeneca, llevada por su desesperación para superar los reveses sufridos (el último ha sido los malos resultados obtenidos en los ensayos con el producto AGI-1067 y su definitivo abandono) y asegurar su futuro, está pagando muy cara esta compra. Algunos analistas han llegado a señalar que el beneficio del acuerdo tardará años en aflorar.
No obstante, algunas reflexiones apoyan también lo contrario. Según un estudio de la firma de auditoría Ernst & Young, la prima promedio en las adquisiciones de las grandes biotecnológicas en 2006 fue del 60 por ciento. Por lo tanto pagar algo por encima del 50 por ciento ya no resulta tan inusual. De hecho la propia AstraZeneca pagó el pasado año un 67 por ciento de prima con la compra de CAT.
En el caso de MedImmune parece un error fijarse en las veces que se paga la facturación. Lo que tiene más valor en esta compañía no es la facturación actual, sino el potencial de su cartera, que suponemos habrá sido convenientemente valorado por la compañía adquiriente. Con esta compra AstraZeneca está añadiendo 45 nuevos candidatos a su pipeline, creciendo éste hasta 163 moléculas. El riesgo inherente a la investigación farmacéutica hace suponer que muchas de ellas no llegarán al mercado, pero no parece aventurado, sobre todo si se ha analizado bien, pensar que algunas sí lo harán y que incluso unas pocas podrían alcanzar la categoría de blockbuster.
Por otra parte, dada las amenazas que se ciernen sobre la compañía cabe plantearse también qué otras alternativas le quedaban a AstraZeneca. Tras las recientes decepciones necesitaba un revulsivo definitivo. El vasto pipeline de MedImmune la situaba en el punto de mira de las grandes del sector. De hecho fue Merck & Co quien inició este proceso al mostrar su interés por adquirirla. Las posiciones en el escalafón son cada vez más volátiles y las oportunidades hay que pillarlas al vuelo, echando mano de la intuición. Sólo el tiempo dirá si David Brennan, el Consejero Delegado de AstraZeneca, ha dado una muestra más de audacia o ha caído en la imprudencia. En demasiadas ocasiones la frontera entre ambas no está clara. Ahora toca trabajar duro para integrar cuanto antes la compañía adquirida, tratando de explotar todo su potencial.
Las grandes del sector, sometidas a la presión para encontrar productos sustitutivos de aquellos cuya patente ha vencido o está próxima a vencer han encontrado en la biotecnología su tabla de salvación. La investigación y desarrollo de las pequeñas moléculas, fruto de la síntesis química, pierde interés en favor de las grandes moléculas, que resultan de la biotecnología. Actualmente aproximadamente la mitad de los productos que se encuentran en fase II y III procede de este ámbito. En primer lugar, este sector resulta atractivo por estar creciendo al menos el doble de lo que lo hacen las grandes de la industria. En segundo lugar, los procesos biológicos necesarios para producir los productos biotecnológicos son más difíciles de reproducir, lo que reduce notablemente las posibilidades de que alguna vez lleguen a ser comercializados por compañías de genéricos.
En el caso que nos ocupa, uno de los aspectos que está generando más discusión es el precio acordado. Bien es verdad que el monto de la operación resulta por sí mismo muy llamativo. Si tenemos en cuenta la facturación anual de MedImmune, AstraZeneca ha decidido pagar unas 12 veces esta cantidad. Un ratio inusual por lo elevado. Si tomamos en consideración lo que se paga en relación al beneficio por acción, resulta un cociente de 300. Respecto al valor de la acción de MedImmune antes de ponerse a la venta, se está pagando más de un 50% de prima. Estos datos parecen dar la razón a quienes sostienen que AstraZeneca, llevada por su desesperación para superar los reveses sufridos (el último ha sido los malos resultados obtenidos en los ensayos con el producto AGI-1067 y su definitivo abandono) y asegurar su futuro, está pagando muy cara esta compra. Algunos analistas han llegado a señalar que el beneficio del acuerdo tardará años en aflorar.
No obstante, algunas reflexiones apoyan también lo contrario. Según un estudio de la firma de auditoría Ernst & Young, la prima promedio en las adquisiciones de las grandes biotecnológicas en 2006 fue del 60 por ciento. Por lo tanto pagar algo por encima del 50 por ciento ya no resulta tan inusual. De hecho la propia AstraZeneca pagó el pasado año un 67 por ciento de prima con la compra de CAT.
En el caso de MedImmune parece un error fijarse en las veces que se paga la facturación. Lo que tiene más valor en esta compañía no es la facturación actual, sino el potencial de su cartera, que suponemos habrá sido convenientemente valorado por la compañía adquiriente. Con esta compra AstraZeneca está añadiendo 45 nuevos candidatos a su pipeline, creciendo éste hasta 163 moléculas. El riesgo inherente a la investigación farmacéutica hace suponer que muchas de ellas no llegarán al mercado, pero no parece aventurado, sobre todo si se ha analizado bien, pensar que algunas sí lo harán y que incluso unas pocas podrían alcanzar la categoría de blockbuster.
Por otra parte, dada las amenazas que se ciernen sobre la compañía cabe plantearse también qué otras alternativas le quedaban a AstraZeneca. Tras las recientes decepciones necesitaba un revulsivo definitivo. El vasto pipeline de MedImmune la situaba en el punto de mira de las grandes del sector. De hecho fue Merck & Co quien inició este proceso al mostrar su interés por adquirirla. Las posiciones en el escalafón son cada vez más volátiles y las oportunidades hay que pillarlas al vuelo, echando mano de la intuición. Sólo el tiempo dirá si David Brennan, el Consejero Delegado de AstraZeneca, ha dado una muestra más de audacia o ha caído en la imprudencia. En demasiadas ocasiones la frontera entre ambas no está clara. Ahora toca trabajar duro para integrar cuanto antes la compañía adquirida, tratando de explotar todo su potencial.
Thursday, April 19, 2007
Buenas perspectivas para Merck & Co
Un comité de expertos acaba de recomendar a la FDA que no apruebe la comercialización de Arcoxia (etoricoxib DCI), el analgésico de Merck & Co. Arcoxia pertenece a la misma familia que Vioxx (rofecoxib DCI), la de los inhibidores de la ciclooxigenasa 2 (COX-2). En 2004 Merck se vio obligada a retirar Vioxx del mercado, al haberse asociado su uso con la aparición de efectos adversos cardiovasculares y actualmente Merck se enfrenta por ello a unas 30.000 demandas. Asimismo Pfizer retiró Bextra (valdecoxib DCI) en 2005. Desde entonces, sólo Celebrex (celecoxib DCI), también de Pfizer, es el único inhibidor de la COX-2 disponible en EEUU.
Arcoxia se encuentra actualmente presente en 63 países de Europa, Asia y Latinoamérica. La recomendación de no aprobar su comercialización en EEUU se debe a que se cuestiona su seguridad cardiovascular. Merck confía en que Arcoxia sea el sucesor de Vioxx. No obstante, aunque todavía desconocemos cuál será la decisión de la FDA, conviene recordar que ésta suele seguir las recomendaciones de sus comités de expertos. Por el momento, esta decisión pone prácticamente en tela de juicio no sólo la seguridad de Arcoxia, sino la de toda la clase de los inhibidores de la COX-2, con lo que no sólo supone un revés para Merck, sino también para compañías que hayan previsto introducir en el futuro alguno de estos productos.
Una de estas compañías es Novartis, que espera lanzar próximamente Prexige (lumiracoxib DCI) en EEUU. La compañía suiza ha incrementado sus esperanzas en este producto tras sufrir dos recientes contratiempos: el retraso de la aprobación de Galvus (vidagliptina DCI), un inhibidor de la DPP-IV para la diabetes, y la retirada de Zelnorm (tegaserod maleato DCI), un producto para el síndrome del intestino irritable cuya seguridad se ha visto recientemente cuestionada por asociarse a problemas cardiacos e ictus. Por el momento Prexige ya ha sido aprobado en 40 países.
Sorprendentemente el rechazo de Arcoxia no ha sido obstáculo para que Merck comunicara tan sólo unas horas después que había incrementado sus previsiones de beneficios para el año en curso. Como respuesta, las acciones de Merck han alcanzado así niveles a los que no se había llegado desde la retirada de Vioxx. Son varios los motivos que explicarían esta revisión al alza de sus resultados.
En primer lugar están los importantes ahorros obtenidos con los cierres de algunas plantas y la reducción de plantilla. Merck parece estar gestionando bien su transformación, así como su adaptación a la pérdida de patente de productos tan importantes como Zocor (simvastatina DCI). Ejemplo de ello es Vytorin/Inegy, una combinación de simvastatina y ezetimibe, que es el resultado de la joint venture creada hace seis años en colaboración con Schering Plough. A corto plazo Merck espera obtener para este producto un crecimiento del 60%. Por último están los éxitos alcanzados con nuevos productos como Januvia (sitagliptina DCI), el primer inhibidor de la DPP-IV para la diabetes, Janumet (una combinación de sitagliptina y metformina) y Gardasil, la vacuna contra el virus del papiloma humano, causante de cáncer de cuello de útero. Asimismo los analistas y los mercados financieros han valorado muy positivamente que hasta ahora Merck haya ganado la mayoría de los juicios celebrados por el caso Vioxx.
Por todo ello podemos concluir que en el análisis detallado de Merck encontramos más luces que sombras y que en conjunto la imagen que se obtiene permite ser optimistas en cuanto al futuro cercano de la compañía.
Arcoxia se encuentra actualmente presente en 63 países de Europa, Asia y Latinoamérica. La recomendación de no aprobar su comercialización en EEUU se debe a que se cuestiona su seguridad cardiovascular. Merck confía en que Arcoxia sea el sucesor de Vioxx. No obstante, aunque todavía desconocemos cuál será la decisión de la FDA, conviene recordar que ésta suele seguir las recomendaciones de sus comités de expertos. Por el momento, esta decisión pone prácticamente en tela de juicio no sólo la seguridad de Arcoxia, sino la de toda la clase de los inhibidores de la COX-2, con lo que no sólo supone un revés para Merck, sino también para compañías que hayan previsto introducir en el futuro alguno de estos productos.
Una de estas compañías es Novartis, que espera lanzar próximamente Prexige (lumiracoxib DCI) en EEUU. La compañía suiza ha incrementado sus esperanzas en este producto tras sufrir dos recientes contratiempos: el retraso de la aprobación de Galvus (vidagliptina DCI), un inhibidor de la DPP-IV para la diabetes, y la retirada de Zelnorm (tegaserod maleato DCI), un producto para el síndrome del intestino irritable cuya seguridad se ha visto recientemente cuestionada por asociarse a problemas cardiacos e ictus. Por el momento Prexige ya ha sido aprobado en 40 países.
Sorprendentemente el rechazo de Arcoxia no ha sido obstáculo para que Merck comunicara tan sólo unas horas después que había incrementado sus previsiones de beneficios para el año en curso. Como respuesta, las acciones de Merck han alcanzado así niveles a los que no se había llegado desde la retirada de Vioxx. Son varios los motivos que explicarían esta revisión al alza de sus resultados.
En primer lugar están los importantes ahorros obtenidos con los cierres de algunas plantas y la reducción de plantilla. Merck parece estar gestionando bien su transformación, así como su adaptación a la pérdida de patente de productos tan importantes como Zocor (simvastatina DCI). Ejemplo de ello es Vytorin/Inegy, una combinación de simvastatina y ezetimibe, que es el resultado de la joint venture creada hace seis años en colaboración con Schering Plough. A corto plazo Merck espera obtener para este producto un crecimiento del 60%. Por último están los éxitos alcanzados con nuevos productos como Januvia (sitagliptina DCI), el primer inhibidor de la DPP-IV para la diabetes, Janumet (una combinación de sitagliptina y metformina) y Gardasil, la vacuna contra el virus del papiloma humano, causante de cáncer de cuello de útero. Asimismo los analistas y los mercados financieros han valorado muy positivamente que hasta ahora Merck haya ganado la mayoría de los juicios celebrados por el caso Vioxx.
Por todo ello podemos concluir que en el análisis detallado de Merck encontramos más luces que sombras y que en conjunto la imagen que se obtiene permite ser optimistas en cuanto al futuro cercano de la compañía.
Wednesday, April 11, 2007
Se necesitan nuevos antibióticos
¿Cuántas personas deben la vida a los antibióticos? Sin embargo, si alguien nos preguntase qué tres cosas nos llevaríamos a una isla desierta, ¿cuántos de nosotros incluiríamos un lote de antibióticos en la respuesta? Sospecho que muy pocos. En cambio, sin ellos la probabilidad de adquirir una grave infección en tal situación y pasar a mejor vida no deberíamos despreciarla. Esta observación pone de manifiesto lo asumida que tenemos en nuestra sociedad la disponibilidad de este tipo de medicamentos, llegándolos a considerar un elemento más de nuestra cotidianeidad.
A pesar de ello, lo cierto es que los antibióticos que manejamos hoy en día se encuentran en serio peligro. A un ritmo que empieza a resultar un tanto alarmante, están apareciendo en nuestro entorno bacterias patógenas que son resistentes a la mayoría de los antibióticos de uso clínico. El problema de la resistencia, tradicionalmente circunscrito al ámbito hospitalario, se está extendiendo cada vez más al comunitario. Este problema se ve agravado por el aumento de la población de edad avanzada, por el incremento de la prevalencia de la diabetes tipo 2 y por el creciente número de personas con un sistema inmune debilitado, dado que todos ellos tienen una mayor propensión a padecer infecciones.
Mientras tanto, el descubrimiento de nuevos antibióticos ha descendido en picado durante la pasada década. Con la excepción de linezolida (de Pfizer) y de daptomicina (de Cubist, aunque el desarrollo original es de Lilly), dos antibióticos de espectro limitado, desde el año 1963 no han aparecido en el mercado nuevas clases estructurales de antibióticos. Tan sólo cuatro clases (penicilinas, cefalosporinas, macrólidos y quinolonas) suponen el 80 por ciento del mercado, tanto en facturación como en prescripciones. Un mercado muy penetrado por genéricos, que crece a un ritmo promedio de tan solo el 5 por ciento y que totaliza unos 25.000 millones de dólares a nivel mundial.
El notable descenso de la inversión en el desarrollo de nuevos antibacterianos puede atribuirse a diversos factores. En general, hay una escasez generalizada en los pipelines de las compañías. Asimismo el crecimiento imparable de los costes de desarrollo clínico reduce las expectativas de retorno de las inversiones. En particular, los tratamientos suelen ser de corta duración, lo que unido a que los ciclos de vida de los antibióticos se han vuelto excesivamente cortos, hace poco menos que imposible situar uno de estos productos en la categoría de blockbuster. Precisamente para evitar en lo posible el problema de las resistencias, la reserva de uso y la rotación que se aplican a menudo a estos fármacos no hacen sino limitar aún más las posibilidades de rentabilizar el capital invertido.
De este modo, en la actualidad tan sólo seis de las grandes compañías farmacéuticas son activas en investigación de antibacterianos, en comparación con 18 compañías a comienzos de la pasada década. Podríamos pensar que tal vez las empresas que operan en el campo de la biotecnología compensen esta situación. Pero desgraciadamente no es así. Actualmente sólo hay una decena de productos antibacterianos en las fases más tardías de la investigación de estas compañías y de ellos ocho tienen su origen en las grandes compañías.
Por todo ello, cabe concluir que el sector privado por sí solo no es suficiente para dar respuesta a la urgente necesidad de desarrollar nuevos antibióticos que sean capaces de combatir de forma segura y eficaz los microorganismos resistentes a las terapias actuales. Es preciso introducir medidas que consigan corregir cuanto antes la situación descrita. De otro modo la salud pública se verá expuesta cada vez más a un serio peligro.
A nuestro juicio los gobiernos deberían tomar conciencia del grave problema y actuar tanto a escala nacional como supranacional. Cabría, por ejemplo, revisar y replantear en este caso el alcance y la duración de las patentes. ¿Por qué han de ser iguales para todos los productos? Se deben asimismo revisar las exigencias y los procedimientos de registro, introduciendo incentivos y facilidades. Un uso clínico restringido podría ser compensado con la autorización de un precio de venta superior. En Estados Unidos incluso se ha llegado a proponer que a quien desarrolle y obtenga la aprobación de un nuevo antibiótico que sea prioritario de acuerdo con una comisión gubernamental, se le permitirá extender el período de exclusividad de otro medicamento de su cartera. Ideas no faltan. ¿Y voluntad?
A pesar de ello, lo cierto es que los antibióticos que manejamos hoy en día se encuentran en serio peligro. A un ritmo que empieza a resultar un tanto alarmante, están apareciendo en nuestro entorno bacterias patógenas que son resistentes a la mayoría de los antibióticos de uso clínico. El problema de la resistencia, tradicionalmente circunscrito al ámbito hospitalario, se está extendiendo cada vez más al comunitario. Este problema se ve agravado por el aumento de la población de edad avanzada, por el incremento de la prevalencia de la diabetes tipo 2 y por el creciente número de personas con un sistema inmune debilitado, dado que todos ellos tienen una mayor propensión a padecer infecciones.
Mientras tanto, el descubrimiento de nuevos antibióticos ha descendido en picado durante la pasada década. Con la excepción de linezolida (de Pfizer) y de daptomicina (de Cubist, aunque el desarrollo original es de Lilly), dos antibióticos de espectro limitado, desde el año 1963 no han aparecido en el mercado nuevas clases estructurales de antibióticos. Tan sólo cuatro clases (penicilinas, cefalosporinas, macrólidos y quinolonas) suponen el 80 por ciento del mercado, tanto en facturación como en prescripciones. Un mercado muy penetrado por genéricos, que crece a un ritmo promedio de tan solo el 5 por ciento y que totaliza unos 25.000 millones de dólares a nivel mundial.
El notable descenso de la inversión en el desarrollo de nuevos antibacterianos puede atribuirse a diversos factores. En general, hay una escasez generalizada en los pipelines de las compañías. Asimismo el crecimiento imparable de los costes de desarrollo clínico reduce las expectativas de retorno de las inversiones. En particular, los tratamientos suelen ser de corta duración, lo que unido a que los ciclos de vida de los antibióticos se han vuelto excesivamente cortos, hace poco menos que imposible situar uno de estos productos en la categoría de blockbuster. Precisamente para evitar en lo posible el problema de las resistencias, la reserva de uso y la rotación que se aplican a menudo a estos fármacos no hacen sino limitar aún más las posibilidades de rentabilizar el capital invertido.
De este modo, en la actualidad tan sólo seis de las grandes compañías farmacéuticas son activas en investigación de antibacterianos, en comparación con 18 compañías a comienzos de la pasada década. Podríamos pensar que tal vez las empresas que operan en el campo de la biotecnología compensen esta situación. Pero desgraciadamente no es así. Actualmente sólo hay una decena de productos antibacterianos en las fases más tardías de la investigación de estas compañías y de ellos ocho tienen su origen en las grandes compañías.
Por todo ello, cabe concluir que el sector privado por sí solo no es suficiente para dar respuesta a la urgente necesidad de desarrollar nuevos antibióticos que sean capaces de combatir de forma segura y eficaz los microorganismos resistentes a las terapias actuales. Es preciso introducir medidas que consigan corregir cuanto antes la situación descrita. De otro modo la salud pública se verá expuesta cada vez más a un serio peligro.
A nuestro juicio los gobiernos deberían tomar conciencia del grave problema y actuar tanto a escala nacional como supranacional. Cabría, por ejemplo, revisar y replantear en este caso el alcance y la duración de las patentes. ¿Por qué han de ser iguales para todos los productos? Se deben asimismo revisar las exigencias y los procedimientos de registro, introduciendo incentivos y facilidades. Un uso clínico restringido podría ser compensado con la autorización de un precio de venta superior. En Estados Unidos incluso se ha llegado a proponer que a quien desarrolle y obtenga la aprobación de un nuevo antibiótico que sea prioritario de acuerdo con una comisión gubernamental, se le permitirá extender el período de exclusividad de otro medicamento de su cartera. Ideas no faltan. ¿Y voluntad?
Thursday, March 29, 2007
Un nuevo hito en el tratamiento contra el VIH
Estamos a punto de asistir a otro importante salto cualitativo en el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida. El último tuvo lugar hace más de una década cuando se introdujo la poderosa terapia combinada, que permitió transformar lo que entonces era una grave y temida enfermedad en lo hoy podemos considerar como una patología crónica. Así se ha puesto de manifiesto recientemente en la ciudad norteamericana de Los Angeles donde tuvo lugar la reunión anual sobre retrovirus e infecciones oportunistas. En la misma se presentaron los resultados de los estudios clínicos realizados con dos nuevas opciones terapéuticas que podrían obtener la aprobación de la FDA este mismo año.
Cada uno de los dos nuevos fármacos actúa por un mecanismo de acción novedoso y constituyen así dos nuevas clases terapéuticas. Actualmente se encuentran disponibles en el mercado una veintena de productos para combatir el VIH, que actúan a través de alguno de los cuatro mecanismos que se empleaban hasta ahora para atacar el virus. A partir de este año habrá casi con toda seguridad seis formas de combatirlo.
Los dos nuevos medicamentos, que se administran por vía oral dos veces al día, han sido evaluados con éxito en pacientes resistentes a otros tratamientos. El primero de ellos se denomina maraviroc y ha sido desarrollado por Pfizer, quien ha solicitado su registro y que será evaluado por un comité de la FDA que se reúne el próximo 24 de abril. Si el resultado es positivo podría llegar a comercializarse este próximo verano. A diferencia de otros medicamentos, maraviroc no actúa sobre una diana del virus, sino del paciente, pues se une a una proteína de la superficie de la célula inmune y bloquea la entrada del virus en la misma.
Respecto a este producto existen sin embargo algunas cautelas, ya que en ocasiones el virus utiliza una puerta de entrada distinta. Además, aunque el producto se ha tolerado bien durante los ensayos, su efecto a largo plazo supone aún una incógnita, que convendría resolver cuanto antes en un tratamiento que se prevé que ha de durar sin interrupciones toda la vida del paciente. Sin ir más lejos, en 2005 GlaxoSmithKline debió abandonar los ensayos con aplaviroc por causar toxicidad hepática.
La segunda novedad ha sido desarrollada por Merck & Co y ha sido bautizada con el nombre de raltegravir. Su dossier de registro se presentará probablemente a finales del próximo trimestre, con lo que al utilizar la vía rápida prevista para estos casos (seis meses), cabe la posibilidad de que se apruebe antes de finalizar el año. Este producto actúa inhibiendo la acción de un enzima del virus que se llama integrasa y cuya función es unir su material genético al de la célula para controlarla y ponerla a fabricar copias del invasor. Precisamente Gilead Sciences está desarrollando también elvitegravir, otro producto que es un inhibidor de integrasa, pero lleva casi dos años de retraso respecto a Merck.
El mercado de fármacos para el VIH se estima en unos 4.000 millones de dólares al año, por lo que a diferencia de otros mercados, no suele constituir una fuente de ingresos importante para las compañías farmacéuticas. Las ventas que se han pronosticado para cada uno de los dos nuevos medicamentos están lejos de alcanzar los 1.000 millones de dólares anuales. Pfizer no podrá por tanto compensar con maraviroc la pérdida de la patente de atorvastatina prevista para el 2011. Ni siquiera recuperar el valor que tenía su acción antes de la retirada de torcetrapib. En cambio Merck, para hacer frente a los vencimientos de patentes cuenta al menos con Januvia (sitagliptina), que ha obtenido recientemente la aprobación de la EMEA, y Gardasil (vacuna contra el virus del papiloma humano).
Tras 25 años de lucha contra el VIH la curación definitiva está aún por llegar. Hace unos días se celebró en Sitges (Barcelona) el XIII Simposio Nacional sobre Sida, donde se arrojaron algunas esperanzas sobre la posibilidad de lograr una vacuna. No obstante lo cierto es que todavía no podemos ver la luz al final del túnel y deberemos esperar pacientemente algunos años más. Por el momento el método preventivo más eficaz entre los sexualmente activos sigue siendo el preservativo.
Cada uno de los dos nuevos fármacos actúa por un mecanismo de acción novedoso y constituyen así dos nuevas clases terapéuticas. Actualmente se encuentran disponibles en el mercado una veintena de productos para combatir el VIH, que actúan a través de alguno de los cuatro mecanismos que se empleaban hasta ahora para atacar el virus. A partir de este año habrá casi con toda seguridad seis formas de combatirlo.
Los dos nuevos medicamentos, que se administran por vía oral dos veces al día, han sido evaluados con éxito en pacientes resistentes a otros tratamientos. El primero de ellos se denomina maraviroc y ha sido desarrollado por Pfizer, quien ha solicitado su registro y que será evaluado por un comité de la FDA que se reúne el próximo 24 de abril. Si el resultado es positivo podría llegar a comercializarse este próximo verano. A diferencia de otros medicamentos, maraviroc no actúa sobre una diana del virus, sino del paciente, pues se une a una proteína de la superficie de la célula inmune y bloquea la entrada del virus en la misma.
Respecto a este producto existen sin embargo algunas cautelas, ya que en ocasiones el virus utiliza una puerta de entrada distinta. Además, aunque el producto se ha tolerado bien durante los ensayos, su efecto a largo plazo supone aún una incógnita, que convendría resolver cuanto antes en un tratamiento que se prevé que ha de durar sin interrupciones toda la vida del paciente. Sin ir más lejos, en 2005 GlaxoSmithKline debió abandonar los ensayos con aplaviroc por causar toxicidad hepática.
La segunda novedad ha sido desarrollada por Merck & Co y ha sido bautizada con el nombre de raltegravir. Su dossier de registro se presentará probablemente a finales del próximo trimestre, con lo que al utilizar la vía rápida prevista para estos casos (seis meses), cabe la posibilidad de que se apruebe antes de finalizar el año. Este producto actúa inhibiendo la acción de un enzima del virus que se llama integrasa y cuya función es unir su material genético al de la célula para controlarla y ponerla a fabricar copias del invasor. Precisamente Gilead Sciences está desarrollando también elvitegravir, otro producto que es un inhibidor de integrasa, pero lleva casi dos años de retraso respecto a Merck.
El mercado de fármacos para el VIH se estima en unos 4.000 millones de dólares al año, por lo que a diferencia de otros mercados, no suele constituir una fuente de ingresos importante para las compañías farmacéuticas. Las ventas que se han pronosticado para cada uno de los dos nuevos medicamentos están lejos de alcanzar los 1.000 millones de dólares anuales. Pfizer no podrá por tanto compensar con maraviroc la pérdida de la patente de atorvastatina prevista para el 2011. Ni siquiera recuperar el valor que tenía su acción antes de la retirada de torcetrapib. En cambio Merck, para hacer frente a los vencimientos de patentes cuenta al menos con Januvia (sitagliptina), que ha obtenido recientemente la aprobación de la EMEA, y Gardasil (vacuna contra el virus del papiloma humano).
Tras 25 años de lucha contra el VIH la curación definitiva está aún por llegar. Hace unos días se celebró en Sitges (Barcelona) el XIII Simposio Nacional sobre Sida, donde se arrojaron algunas esperanzas sobre la posibilidad de lograr una vacuna. No obstante lo cierto es que todavía no podemos ver la luz al final del túnel y deberemos esperar pacientemente algunos años más. Por el momento el método preventivo más eficaz entre los sexualmente activos sigue siendo el preservativo.
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