Thursday, June 28, 2007

¿Una OPA por Bristol-Myers Squibb?

Tal y como pronosticaba la mayoría de analistas, Sanofi-Aventis y Bristol-Myers Squibb (BMS) han terminado ganando el caso a la canadiense Apotex. Esta compañía decidió el pasado mes de agosto (ver El Global, nº 307) introducir en EEUU la versión genérica del antiagregante Plavix (clopidogrel DCI), cuya comercialización comparte BMS con Sanofi. Ahora un juez federal acaba de sentenciar que es válida la patente que protege a Plavix hasta el 2011. Apotex recurrirá la decisión judicial y su consejero delegado ya ha manifestado que trabajará sin descanso hasta conseguir que se reconozca la invalidez de la patente.

En cualquier caso, la mencionada resolución judicial ha avivado las especulaciones en torno al futuro de BMS. Aunque la decisión que ha tomado el juez era la que se esperaba con mayor probabilidad, sin lugar a dudas elimina uno de los principales escollos que existían al plantear una posible operación de compra. El otro obstáculo importante que ha sido eliminado es la supervisión de sus operaciones por parte del gobierno norteamericano. Por ello numerosos analistas coinciden en que ahora la compañía se ha vuelto mucho más atractiva para ser objeto de una adquisición. Su capitalización bursátil asciende en estos momentos a 62.000 millones de dólares, lo que incluye una prima por las especulaciones en torno a su posible adquisición. En este sentido, una de las candidatas que suenan con más fuerza como posible adquirente es la propia Sanofi. Recordemos que la fusión de ambas empresas daría lugar al mayor grupo farmacéutico del mundo, por delante de Pfizer y GlaxoSmithKline (ver El Global, nº 326). Por cierto, estas dos últimas compañías también aparecen en la lista de posibles compradores, junto con AstraZeneca e incluso Novartis. En el caso de GlaxoSmithKline, tal vez la incertidumbre que se ha creado durante las últimas semanas acerca del futuro del antidiabético Avandia, cuya seguridad cardiovascular ha sido puesta en tela de juicio, haya estimulado también el interés de esta compañía por BMS.

A Sanofi le vendría muy bien hacerse con el atractivo pipeline de BMS, sobre todo después de que un comité de expertos que asesora a la FDA haya votado unánimemente contra la aprobación de Acomplia (rimonabant DCI), cuestionando su seguridad. Hasta esa decisión, los pronósticos apuntaban a que sólo en EEUU las ventas de Acomplia podrían llegar a superar los 1.000 millones de dólares anuales. Con la compra de BMS Sanofi ampliaría su presencia en EEUU y extendería las líneas de productos de oncología, diabetes y salud mental, salvando la notable debilidad de su cartera, ya que el período de exclusividad de tres de sus principales productos (Clexane, Plavix y Eloxatin) finaliza en menos de cinco años. Antes de lanzar su oferta de compra, Sanofi debería superar la aparente división que existe en su consejo, según ha trascendido a la prensa. Mientras su presidente, Jean-François Dehecq, es partidario de la adquisición, su consejero delegado, Gerard Le Fur, no parece compartir su opinión por considerarla excesivamente cara.

No obstante no parece que BMS comulgue con la idea de ser adquirida, pues recientemente ha firmado con AstraZeneca y Pfizer sendos contratos. AstraZeneca acordó en enero pagar a BMS 1.350 millones de dólares para financiar el desarrollo de dos antidiabéticos: saxagliptan y dapaglifocina. Precisamente en la reunión anual de la Asociación Americana de Diabetes BMS acaba de presentar datos que apuntan a que saxagliptan podría ser un fuerte competidor para Januvia, de Merck & Co. En cuanto a Pfizer, el pasado mes de abril aceptó abonar a BMS 1.000 millones de dólares para desarrollar conjuntamente el antiagregante apixaban, que se encuentra en sus últimas fases de experimentación.

Resumiendo, los fuertes rumores de fusión de los últimos días parecen estar bien fundamentados y las probabilidades de que a lo largo de las próximas semanas se pueda iniciar una competición de ofertas para hacerse con el control de BMS son elevadas. El bocado es suculento y los comensales tienen suficiente dinero en el bolsillo y algo más que apetito. Parece una ironía de la vida que Peter Dolan, el anterior presidente y consejero delegado de BMS, responsable en buena parte de su actual atractivo, se viera obligado a abandonar la compañía el pasado año.

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