Desde 1924 Abbott no ha dejado ni un año de repartir dividendos a sus accionistas. De este modo, ha conseguido situarse en la elite de compañías del Standard & Poor 500, reconocidas por haber pagado dividendos crecientes durante más de 25 años consecutivos. Y por si fuera poco, considerando los últimos tres años, Abbott es la farmacéutica líder en retorno total para el accionista (20 por ciento), muy por delante de Bristol-Myers Squibb, la que le sigue en la lista. Si bien desde octubre de 2008 a mayo de 2009 la acción tuvo una evolución descendente, con posterioridad a esa fecha ha seguido una senda alcista, recuperó la mayor parte de su valor y, actualmente, la mayoría de analistas recomiendan la posición compradora.
El artífice de esta trayectoria es Miles D. White, quien lleva más de 25 años en la compañía, casi la mitad ostentado la máxima responsabilidad ejecutiva. Bajo su mandato como consejero delegado Abbott ha desarrollado una estrategia de diversificación hacia aquellos segmentos de mercado más atractivos y ha incorporado a su cartera productos que generan una parte muy importante de su facturación actual. Esta estrategia, que aún continúa en marcha, se sustenta en una sucesión de adquisiciones cuidadosamente seleccionadas en base a criterios de encaje estratégico y rentabilidad. Aunque hace algunos meses White dejó claro que sus prioridades no estaban en farmacia sino en otros negocios (nutrición, diagnósticos o dispositivos médicos) y que no estaba interesado en grandes megafusiones, la farmacéutica llevó a cabo el pasado año una de sus mayores adquisiciones (junto con las compras históricas de Knoll en 2000 y de Kos en 2006), al pagar por el negocio farmacéutico de la belga Solvay más de 6.000 millones de dólares. Abbott se ahorró el 35 por ciento al financiar la operación con efectivo conseguido fuera de Estados Unidos y evitar el pago de impuestos que hubiera supuesto la repatriación.
Si la compra de Solvay le ha permitido extender su presencia geográfica, entrar en el negocio de vacunas, incorporar una cartera de genéricos de marca y asegurar Tricor/TriLipix que refuerza así el negocio de lípidos, ahora la compra de Facet Biotech viene a engrosar y ampliar las áreas de Inmunología y Cáncer. Con anterioridad, la biotecnológica Biogen Idec llegó a poner sobre la mesa hasta 17,50 dólares por acción para hacerse con la propiedad de Facet Biotech, pero ésta rechazó la oferta por considerarla insuficiente. Ahora Abbott ha aceptado pagar 27 dólares por acción, lo que supone valorar Facet en 450 millones de dólares.
Uno de los productos más importantes comercializados por Abbott es Humira (adalimumab DCI), un anticuerpo monoclonal que se emplea en la artritis reumatoide y la psoriasis y que necesita disponer de recambio cuanto antes, pues su patente vence en 2015 y su facturación en 2009 superó los 5.500 millones de dólares. Los avances en biología celular y molecular han llevado a diversas farmacéuticas y biotecnológicas a apostar por este tipo de productos, una de las clases terapéuticas más versátil, rentable y de mayor crecimiento. En la actualidad Biogen codesarrolla con Facet daclizumab DCI, un producto similar, que se encuentra en fase 2 de ensayos clínicos para el tratamiento de la esclerosis múltiple y que encaja muy bien en la cartera de Abbott.
El pipeline de Facet incluye además otros anticuerpos monoclonales (volociximab DCI, elotuzumab DCI) que están siendo investigados en diversos tipos de tumores. Se amplían así las opciones de Abbott para reforzar su posición competitiva en oncología, otra de las áreas que arroja mejores perspectivas de crecimiento y rentabilidad. Si alguno de estos productos culminase con éxito su desarrollo clínico y alcanzase el mercado (lo que parece bastante probable), los 450 millones de dólares desembolsados contribuirán generosamente a mantener el retorno para los accionistas.