Merck & Co acaba de anunciar que va a despedir a 13.000 empleados más. Sigue de este modo la tendencia de otras grandes farmacéuticas afectadas por la pérdida de facturación de medicamentos superventas en favor de versiones genéricas.
Hace un par de años Merck adquirió Schering Plough por 41.000 millones de dólares y anunció que eliminaría 16.000 puestos de trabajo hasta final de 2012, un 15 por ciento de su plantilla conjunta. Ahora la norteamericana actualiza su plan de reestructuración (Merger Restructuring Plan) y espera reducir un 12 o 13 por ciento adicional su plantilla, que a finales de junio pasado empleaba un total de 91.000 personas en todo el mundo. De este modo espera conseguir en 2015 ahorros de 4.000 a 4.600 millones de dólares anuales, por encima de los 2.700 a 3.100 previstos inicialmente.
Según la firma de outplacement Challenger, Gray & Christmas, desde el 2000 el sector ha reducido su fuerza laboral en unas 300.000 personas, lo que sería equivalente a eliminar a todos los empleados del sector en EE.UU (289.800 empleados en 2008).
A la reducción de personal se añade otro dato decepcionante. Por primera vez el sector ha reducido su inversión en I+D, desde 70.000 millones de dólares en 2009 a 68.000 millones en 2010.
“El mercado nos indica que quiere menos gasto en I+D, por lo tanto la inversión total continuará reduciéndose”, declaró el martes pasado Andrew Witty, el CEO de GlaxoSmithKline.
De un sector menguante sólo cabe esperar menos innovación y, por lo tanto, menos posibilidades de hallar nuevas o mejores soluciones terapéuticas. Son datos suficientemente preocupantes como para invitar a reflexionar a nuestros gobernantes acerca de la necesidad de articular medidas que permitan revertir esta situación.