Monday, March 3, 2008

¿No sirven los antidepresivos?


Un equipo de psicólogos de la Universidad de Hull ha evaluado 47 ensayos clínicos realizados con los antidepresivos más modernos y de más amplio uso, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Ha analizado incluso datos, obtenidos de la propia FDA, que no se habían hecho públicos hasta ahora. Según los técnicos que han llevado a cabo este meta-análisis, estos fármacos ofrecen una eficacia similar a un placebo cuando se utilizan en pacientes con una depresión moderada y sólo una ligera mejoría en caso de depresiones muy graves.

¿Significa esto, por tanto, que nos encontramos ante una nueva demostración de la irrefrenable codicia y despiadadas intenciones de las compañías farmacéuticas, que sin mostrar el menor escrúpulo son capaces de comercializar productos ineficaces aprovechándose de la necesidad y de la desesperación de numerosos pacientes, abusando de la confianza y buena fe de los profesionales sanitarios y embaucando a las agencias reguladoras responsables de la autorización de comercialización?

La reacción de la industria no se ha hecho esperar y ha defendido con firmeza la utilidad de los fármacos comercializados. Por ejemplo, GlaxoSmithkline (GSK) ha manifestado que ‘la interpretación de los autores es incorrecta y que contrasta con los beneficios de los antidepresivos que se observan en la práctica clínica’. Bien es cierto que no hay antidepresivos que se muestren eficaces en todo tipo de pacientes y que la respuesta clínica puede variar de un individuo a otro. Pero por el momento no se conocen predictores que permitan prever qué pacientes van a responder a un determinado tratamiento. Esto me trae a la memoria la famosa frase atribuida a Wanamaker, uno de los primeros publicistas de la era moderna, quien dijo: ‘la mitad de mi inversión en publicidad no es útil, el problema es que no sé de qué mitad se trata’.

Kelly Posner, un investigador de la Universidad de Columbia, en Nueva York, ha señalado que el estudio de la Universidad de Hull parece olvidar que una de las peores consecuencias de la depresión es el suicidio. Posner recuerda que ‘desde que se utilizan los antidepresivos la tasa de suicidios ha descendido en todo el mundo, revertiendo la tendencia previa a su introducción’. Hace un par de años, dos estudios realizados de forma independiente en EEUU llegaban a las mismas conclusiones: desde que se introdujeron los ISRS ha descendido el número de suicidios. Así, en EEUU el suicidio ha pasado de la octava a la undécima causa de mortalidad, de acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades norteamericano.

La publicación del estudio de la Universidad de Hull vuelve a cuestionar la técnica del meta-análisis, a la que se atribuyen unos cuantos puntos flacos: los datos no siempre se ajustan a una recta (regresión lineal); pueden incluirse estudios defectuosos que den lugar a un sesgo de los resultados; a menudo los datos no son homogéneos (‘se suman peras con manzanas’); etcétera. Para GSK el análisis se basó únicamente en un subconjunto de los datos disponibles, lo que invalida las conclusiones.

Algunas voces han aprovechado una vez más para criticar la falta de transparencia de las compañías farmacéuticas, a quienes acusan de publicar solamente aquello que les favorece. Precisamente en el caso que nos ocupa, dos de las compañías involucradas, GSK y Eli Lilly, ofrecen acceso público a las bases de datos de todos sus ensayos clínicos. Esta circunstancia fue la que permitió al doctor Steven Nissen llevar a cabo otro dudoso metaanálisis cuyas conclusiones cuestionaban la seguridad de Avandia (rosiglitazona DCI).

Por último, hay quien cree que la revelación del estudio del equipo de Hull no ha sido casual y que tiene relación con la publicación de la cifra de prescripciones de antidepresivos en el Reino Unido, que se elevó el pasado año a 36 millones, un seis por ciento superior al ejercicio precedente. Al parecer el Instituto Nacional para la Excelencia Clínica (NICE, en sus siglas en inglés) está evaluando en estos momentos unas guías de uso de los ISRS en el Servicio Nacional de Salud británico, y no parece descabellado que en las mismas puedan acabar recomendando el uso de la psicoterapia como alternativa a los cuestionados fármacos antidepresivos.

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