Monday, February 11, 2008

Mal comienzo para Merck & Co y Schering Plough


Mal comienzo de año para Merck & Co y Schering Plough, dos de las compañías farmacéuticas más importantes de la industria, no sólo norteamericana, sino mundial. La comunicación de los resultados obtenidos con el estudio ENHANCE ha desatado una ola de críticas contra las dos empresas que les ha hecho perder en muy poco tiempo 35.000 millones de dólares de capitalización bursátil.

En 2001 ambas farmacéuticas acordaron formar una joint-venture para investigar y comercializar Vytorin, un nuevo producto fruto de la combinación de Zocor, la simvastatina de Merck (MSD en nuestro país), con Zetia (ezetimibe DCI), comercializado por Schering Plough (ver El Global, nº 210). Desde hace décadas la mayor parte de la comunidad científica ha creído que unos bajos niveles de colesterol, sobre todo del llamado colesterol ‘malo’ (LDL), es una garantía para un menor riesgo cardiovascular. Por lo tanto, la combinación de dos mecanismos de acción distintos para reducir los niveles de colesterol parecía avalar una mayor eficacia del producto resultante.

La base argumental de la asociación farmacológica descrita parecía sólida. Y las compañías conseguían además prolongar el ciclo de vida de sus productos y amortiguar la pérdida derivada del vencimiento de sus patentes. La FDA aprobó la comercialización de Vytorin en 2004. El estudio ENHANCE, que se inició a mediados de 2002, comparaba este medicamento con una dosis alta de simvastatina y pretendía confirmar la supuesta superioridad del primero. El estudio, sorprendentemente, mostró que Vytorin no sólo no funcionaba mejor, sino que en algunos de los pacientes que lo tomaban, la placa de colesterol que tiende a formarse en la pared interna de las arterias había crecido más que en los que tomaban simvastatina, un producto bastante más económico.

Pero, ¿cuál es el origen de la mencionada ola de críticas contra Merck y Schering? Pues el motivo no es otro que la aparente comunicación tardía de los resultados del estudio ENHANCE. ¿Cómo se explica que si el controvertido estudio finalizó en abril de 2006, no se haya comunicado las conclusiones del mismo hasta hace un mes? Los más suspicaces sólo ven una razón para ello: proteger la facturación obtenida con el producto, que en 2007 sumó más de 5.000 millones de dólares. Los portavoces de las compañías han asegurado que éstas han actuado en todo momento de buena fe, atribuyendo el retardo en la comunicación a ciertas dificultades técnicas en el análisis de los datos obtenidos y enfatizando que la disminución del colesterol LDL es mayor con Vytorin que con Zocor.

Con todo, las consecuencias no se han hecho esperar. Las prescripciones de Zetia y Vytorin cayeron más de un 20%, aunque la pasada semana parece que se han recuperado algo. Las acciones de Schering han llegado a caer un 25% y las de Merck un 20%. No obstante, los inversores parecen haber sobrereaccionado si se tiene en cuenta que aquí no se da un problema de seguridad y que, por tanto, no se va a retirar ningún producto del mercado.

Al margen del comentado retraso en la comunicación de las conclusiones del estudio, el caso deja sobre la mesa algunos interrogantes interesantes. En primer lugar, se pone en tela de juicio la extendida creencia de que unos menores niveles de colesterol conllevan una mayor salud cardiovascular. Y por tanto, hasta qué punto resulta beneficioso el uso de las estatinas. Reputados cardiólogos han defendido durante años que la actividad física y una dieta saludable son mucho más beneficiosas para la salud cardiovascular que cualquier fármaco que reduzca los niveles de colesterol.

Y en segundo lugar, el caso Vytorin deja en una delicada situación a Fred Hassan, el consejero delegado de Schering Plough, quien hasta ahora gozaba de una elevada reputación en el sector y que ha sido el artífice de la magnífica recuperación de la compañía que representa. Durante los próximos meses podremos comprobar si su reconocida habilidad para salir airoso de situaciones complicadas le vale también en esta ocasión.

Wednesday, January 23, 2008

Novo Nordisk también arroja la toalla

Primero fue Pfizer, quien el pasado mes de octubre decidió retirar del mercado Exubera, su insulina inhalada, tras comprobar la lenta adopción del producto por parte de médicos y pacientes. En los nueve primeros meses del pasado año Pfizer tan sólo consiguió facturar 12 millones de dólares. Ahora ha sido Novo Nordisk, junto con su socio Aradigm, quien en plena fase 3 ha optado por abandonar el desarrollo de su insulina inhalada, el sistema AERx.

Esta decisión ira acompañada del despido de la mayor parte de las 360 personas que hasta ahora han estado trabajando en el proyecto en el centro que la compañía tiene en California. Novo, quien es el mayor fabricante mundial de insulina, ha reconocido que la forma inhalada que venía desarrollando desde hace algún tiempo no parece ofrecer ventajas significativas sobre las insulinas que se administran por inyección mediante los dispositivos precargados.

Ante semejante noticia, resulta inevitable pensar en qué puede ocurrir con el desarrollo que esta llevando a cabo la norteamericana Lilly, en colaboración con Alkermes. De hecho, tras la retirada de Exubera, BioMedTracker (un servicio orientado a inversores que realiza un seguimiento de los desarrollos clínicos y de los procesos de aprobación de los fármacos) indicaba que esta circunstancia dificultaría el éxito en el mercado de futuros candidatos.

Lilly trata por todos los medios de desarrollar nuevos productos que le ayuden a compensar las pérdidas de facturación previstas como consecuencia de la entrada de genéricos de su antipsicótico Zyprexa, cuya patente vence en 2011. Asimismo, las patentes de Cymbalta (antidepresivo) y Evista (osteoporosis) vencen en 2014. Los tres productos representan más del 40 por ciento de su facturación. Por lo tanto, a Lilly le conviene mucho tener éxito con su insulina inhalada. Hace algunos días el recién nombrado presidente y consejero delegado de Lilly, John Lechleiter, manifestó la voluntad de su organización de continuar adelante con su desarrollo. En la misma línea se expresó el consejero delegado y fundador de Mannkind, quien al parecer lleva invertidos unos 1.000 millones de dólares en un proyecto similar al de Lilly.

En el reciente caso de Novo, es preciso subrayar que la compañía no ha renunciado a las insulinas inhaladas. Tan sólo ha cancelado el desarrollo del sistema AERx (insulina de corta duración). La farmacéutica danesa ha decidido invertir en formulaciones de insulina de larga duración y de análogos de ésta, tales como el péptido-1 análogo al glucagón (GLP-1).

A lo largo de los últimos años ha habido varios intentos de hacerse con el atractivo pastel que representa los más de 3.000 millones de dólares del mercado de la insulina inyectada. En general, convendría seguir avanzando en el conocimiento de vías alternativas de administración, como la vía transpulmonar, y en el desarrollo de dispositivos que faciliten la administración de fármacos y que permitan disponer de una alternativa a las vías oral e intravenosa. No obstante, en el caso de la insulina, la reducción de los tamaños de aguja, que supone inyecciones menos dolorosas, ha restado en cierto modo interés a la opción inhalada.

Por último, en toda esta historia, parece que por ahora el único claro ganador ha sido Sanofi-Aventis, quien pocas semanas antes de que la FDA aprobase Exubera, decidió renunciar a sus derechos de co-marketing a cambio de recibir 1.300 millones de dólares de Pfizer.

Friday, January 11, 2008

2008: otro año de transición para la industria

A finales de la presente década la industria farmacéutica se enfrenta a una de las mayores olas de vencimientos de patentes de su historia. Es lo que ya se ha bautizado como el ‘patent cliff’, algo así como el ‘precipicio de las patentes’. Para esas fechas un importante número de los productos de mayor venta perderán su exclusividad y se verán expuestos a la competencia de genéricos. Se ha calculado que el probable impacto que este efecto tendrá en la facturación de la industria hará que ésta retroceda por primera vez después de más de 40 años.

Por otra parte, las compañías farmacéuticas siguen encontrando enormes dificultades para comercializar nuevos productos con los que poder compensar la pérdida de facturación derivada del vencimiento de la patente de sus productos. Así, cada vez es menor el número de fármacos nuevos que llega al mercado. En EEUU la FDA ha aprobado en 2007 tan sólo 19 productos, la cifra más baja desde 1983. En el quinquenio comprendido entre los años 2002 y 2006 la industria comercializó un 43 por ciento menos de medicamentos basados en nuevos fármacos que en los cinco últimos años de la década de los 90, a pesar de haber más que duplicado los recursos destinados a I+D.

Son precisamente estas variables las que están condicionando la dinámica de la industria y son las que determinarán en gran medida los principales acontecimientos del año que acabamos de empezar. ¿Y cuáles pueden ser éstos? Pues, sin duda, tal como comentábamos la pasada semana en este periódico (ver EL GLOBAL, nº 366), la aplicación de programas de reducción de gastos, la reestructuración de operaciones de fabricación e investigación y las reducciones de plantilla van a continuar siendo protagonistas de la actualidad.

Pero también lo van a ser las operaciones de fusión y adquisición. Es lógico que en una industria madura y amenazada como ésta, las probabilidades de que se produzcan grandes fusiones sean elevadas. De nuevo, algunas compañías de biotecnología serán absorbidas por grandes del sector, al estilo de la compra de MedImmune por AstraZeneca. Si bien las grandes biotecnológicas se parecen cada vez más a las líderes y sufren la escasez de nuevos productos, las medianas y pequeñas ofrecen un futuro bastante más halagüeño. Por ello, entre las que tienen mayores posibilidades de ser adquiridas se encuentran Genzyme, Gilead y Onyx, aunque tampoco debemos descartar del todo a Biogen Idec, a pesar de haber descolgado ya el cartel de ‘se vende’.

En 2008 también esperamos ser protagonistas de megafusiones. Mientras continúan las especulaciones acerca de cual será la próxima operación, en la lista de candidatos más probables encontramos empresas como Pfizer, Sanofi-Aventis, Wyeth, Bristol-Myers Squibb o Schering-Plough.

En cuanto a productos, los analistas no esperan que el año sea muy brillante en términos de nuevos lanzamientos. Va ser más bien un año de transición, en el que aquellos productos que van a cumplir su primer año en el mercado o que se van a presentar a registro para su aprobación van a ser los que más probablemente marcarán la actualidad del ejercicio. Las compañías confían en que a medio plazo estos productos se conviertan en importantes protagonistas de sus carteras, que ayuden a amortiguar el efecto del ‘precipicio de las patentes’. Algunos de estos productos que van a seguir dando mucho que hablar son Cervarix y Gardasil, las vacunas contra el virus del papiloma humano de Glaxo y Merck & Co; Galvus y Januvia, los antidiabéticos de Novartis y Merck & Co; Nexavar, Sutent y Tykerb, los oncolíticos de Bayer, Pfizer y Glaxo; prasugrel, el anticoagulante de Lilly; y Pristiq, el antidepresivo de Wyeth.

Para algunos la era de los mega-blockbusters está próxima a su fin y el futuro de la industria pasa por los medicamentos de boutique, orientados a tratar patologías que afectan a grupos más pequeños de pacientes, o incluso enfermedades raras o variedades inusuales de afecciones comunes. Por una parte hay pocas patologías comunes para las que no exista ya una terapia efectiva. Por otra parte, se piensa que para este tipo de medicamentos las agencias reguladoras quizá no sean tan exigentes en su evaluación.

Thursday, December 27, 2007

La industria farmacéutica se aprieta el cinturón

Debido a las patentes ya vencidas o próximas a vencer y a los reveses sufridos durante la investigación o la comercialización de algunos productos que prometían compensar la pérdida de exclusividad, los crecimientos esperados se han reducido drásticamente y, en consecuencia, algunas compañías se han visto en la necesidad de anunciar en 2007 planes de reducción de gastos, de reestructuración de sus operaciones y de recortes de plantilla. Otras ya lo hicieron en los dos años precedentes.

A finales de 2006 Pfizer hizo público que abandonaba el desarrollo de torcetrapib, el producto más prometedor de su cartera y que iba a ser el sustituto de Cardyl/Lipitor (atorvastatina DCI). Poco después la compañía anunció el recorte de 10.000 empleos y un plan por el que pretendía alcanzar en 2008 una reducción de gastos de 4.000 millones de dólares. El plan contempla reducir el número de plantas de fabricación, desde las 93 que tenía hace cuatro años hasta llegar a 60 este año. Jeffrey Kindler, su presidente y consejero delegado, anunció en junio de 2007 que continuaría con el proceso de externalizar la fabricación.

En julio AstraZeneca y Johnson & Johnson anunciaron sendas iniciativas para reducir gastos. AstraZeneca comentó que reduciría su plantilla en un 10 por ciento, lo que supone eliminar 7.600 empleos. Por su parte, Johnson & Johnson comunicó una plan para alcanzar en 2008 un ahorro de 1.300 a 1.600 millones de dólares anuales, incluyendo el recorte del 3 al 4 por ciento de su fuerza laboral.

Las restricciones a la prescripción de las eritropoyetinas llevaron a Amgen, la mayor biotecnológica mundial, a anunciar en agosto de 2007 que reduciría entre 2.200 y 2.600 empleos, de un 12 a un 14 por ciento de su plantilla a nivel mundial, con el fin de recortar entre 1.000 y 1.300 millones de dólares de gastos anuales en 2008, mejorando así sus previsiones de resultados. Quizá por este motivo Amgen comunicó en octubre que posponía de manera indefinida su plan para construir una planta de fabricación en Cork, Irlanda.

En octubre la británica GlaxoSmithKline hizo público un plan para mejorar la productividad de sus operaciones, esperando obtener de este modo en 2010 ahorros por valor de 1.450 millones de dólares anuales. Sin duda ello contribuirá a compensar, de un lado, el impacto de la competencia de genéricos y, de otro, los menores ingresos de Avandia (rosiglitazona DCI), un antidiabético cuya seguridad ha sido puesta en duda al relacionarse su uso con un incremento del riesgo cardiovascular.

Por último cabe destacar el reciente anuncio de Bristol-Myers Squibb. La compañía neoyorquina comunicó a principios de diciembre que recortaría su fuerza laboral en un 10 por ciento, unos 4.300 empleos, y que se desharía de más de la mitad de sus fábricas, para alcanzar en 2010 un ahorro de 1.500 millones de dólares. Probablemente la lenta introducción de Orencia (abatacept DCI) y de Sprycel (dasatinib DCI) así como el daño sufrido por las ventas de Plavix hayan sido determinantes en la decisión de BMS.

El pasado 6 de diciembre un artículo publicado por el Wall Street Journal comentaba que más de tres docenas de medicamentos perderán su patente entre el 2007 y el 2012, lo que en conjunto supondrá una pérdida de 67.000 millones de dólares de facturación. El impacto será tan importante que la industria farmacéutica sufrirá un retroceso hacia el final de este período. La industria ya ha anunciado durante el 2007 la eliminación de al menos 21.000 empleos y el cierre de plantas de fabricación, centros de I+D y oficinas.

Es patente que la industria innovadora no pasa por su mejor momento. Es más, lo peor quizá esté aún por venir. Todo ello debería hacernos reflexionar a todos, en general, y particularmente a quienes tienen la responsabilidad de legislar en materia de regulación del sector y a quienes la tienen en proteger la investigación y en salvaguardar los derechos de propiedad intelectual. Sin menoscabo, por supuesto, de las obligaciones de velar por la salud pública y los intereses generales.