Se cumple un año del nombramiento de Pascal Soriot como nuevo consejero delegado de AstraZeneca, en sustitución de David Brennan, quien dejó el cargo cuatro meses antes. Tras seis años en el puesto Brennan no pudo aguantar la presión de los inversores para darle la vuelta a la situación. Sus intentos para reponer la menguante cartera de nuevos productos no dieron el resultado esperado. Tras el caro fracaso de la compra de la biotecnológica Medimmune en 2007, se limitó a pequeñas adquisiciones, alianzas y acuerdos de licencias. Tal vez sea justo reconocer en su descargo que heredó de Tom McKillop, su predecesor, una situación muy complicada.
Soriot, quien anteriormente había sido CEO de Genentech (subsidiaria de Roche) y COO en Roche Pharma AG, se encontró una compañía que apenas crecía y afectada por varios reveses en varios desarrollos (en cáncer de ovario, depresión y diabetes). Las patentes de sus principales productos habían vencido (Seroquel) o estaban aproximándose a su fecha de vencimiento (Nexium, Crestor). Todo ello había dañado la confianza de los inversores en la capacidad de la empresa para rejuvenecer su pipeline y la moral de los empleados pasaba por sus horas más bajas.
Durante su primer año Soriot ha tratado de enderezar el rumbo buscando licencias, acuerdos de colaboración y adquisiciones con el fin de abastecer el pipeline y potenciar el crecimiento. Asimismo ha acelerado el desarrollo de varios productos prometedores para el tratamiento del cáncer y ha previsto trasladar la I+D a Cambridge, reconocido centro de excelencia en ciencias de la vida. Parece que tanto la moral interna como la confianza de los inversores empiezan a recuperarse. Así parece indicarlo el valor de la acción, que ha crecido un 35 por ciento desde la salida de Brennan.
Corregir la trayectoria de una compañía con la dimensión y complejidad de AstraZeneca lleva su tiempo. Soriot ya advirtió en junio que darle la vuelta a la situación llevará tres o cuatro años. Los analistas pronostican que los ingresos y los beneficios continuarán descendiendo al menos cuatro años más, pues a Crestor le quedan tres años de exclusividad. Aunque los vencimientos de patentes afectan también a otras grandes farmacéuticas, en el caso de AstraZeneca el problema es mucho más grave, pues impacta sobre una facturación mayor y durante un período de tiempo más largo. Para mayor desgracia, AstraZeneca carece de división de productos genéricos o de autocuidado, que actúen como amortiguadores.
En adquisiciones Soriot se ha mostrado por ahora prudente, pues de los 20.000 millones de dólares en efectivo con los que cuenta para invertir, hasta la fecha sólo ha empleado un 10 por ciento, con los que ha adquirido compañías como Omthera (especialista en cardiovascular), Pearl (especialista en respiratorio) y Amplimmune (especialista en oncología). Queda mucho por hacer y aún es pronto para saber si su estrategia dará el resultado que los accionistas esperan.