La alemana Altana se ha dado cuenta que con su pobre pipeline y su principal producto (pantoprazol DCI) amenazado por los genéricos (su patente vence en 2010), lo mejor que podía hacer era tomar la decisión de desprenderse del negocio de farmacia para concentrarse en el químico. Desde hace aproximadamente un año se sabía que Altana estaba en venta y, a diferencia de la noticia de Merck, ésta era una noticia que se esperaba.
El anuncio de Merck para adquirir la suiza Serono, la mayor biotecnológica europea, no deja de ser sorprendente por varias razones. La primera, la falta de coherencia. El consejero delegado de Serono, miembro de la familia propietaria, había declarado tiempo atrás que se iba de compras, después de un intento fallido para vender su propia compañía tras los reveses sufridos el pasado año. La segunda, el elevado precio de la transacción. Cuando Bayer compró Schering pagó 18 veces los beneficios operativos del 2005, mientras que ahora Merck ha ofrecido pagar 22 veces ese parámetro. La tercera, la poco atractiva cartera de productos. Como hemos comentado otras veces, hemos visto como grandes compañías con carteras maduras solucionan el problema de su pipeline comprando biotecnológicas. No obstante se nos antoja que la compra de Serono no va a ser la solución para Merck, ya que a pesar de que Serono tiene en Rebif una interesante oferta para el tratamiento de la esclerosis múltiple que le aporta más de la mitad de su facturación, el resto de la cartera son productos maduros y la inversión realizada en I+D no ha dado los frutos esperados. Y la cuarta y última, su enfoque estratégico arriesgado. Tras acordar desembolsar 10.600 millones de euros, la determinación de Merck para mantener su negocio químico, podría revelarse en el futuro como un pesado lastre para su negocio farmacéutico. El importante crecimiento de la deuda en el nuevo balance ha llevado a plantearse a Moody’s y Standard & Poor’s una revisión a la baja de la calificación actual.
Da la impresión de que Merck, tras fallar en la adquisición de Schering, haya tomado una decisión un tanto precipitada, movida tal vez por la necesidad de hacer algo para mejorar su situación competitiva. De algún modo, aunque salvando las distancias, su situación es similar a la de otras compañías de mediano tamaño que sienten que se han quedado estancadas debido, por un lado, a la maduración de sus productos y la pérdida de facturación por la competencia de genéricos y, por otro, a la falta de renovación de la cartera por los pobres resultados de su investigación, cuyos costes además parecen crecer de manera imparable. Se llega a una situación de impasse en que conviene cuanto antes tomar una decisión, porque a partir de aquí o se retorna a la zona de crecimiento o se entra en un declive del que será muy difícil recuperarse. A las compañías pequeñas prácticamente sólo les queda para sobrevivir especializarse en nichos de mercado.
Parece, por tanto, que a Merck este negocio le puede ayudar en cuanto a mejorar su masa crítica, alcance geográfico y (algo) la diversificación de su cartera, pero no creo que le vaya a solucionar definitivamente su futuro, por lo que se verá obligada a hacer alguna cosa más si quiere entrar de manera decidida en una senda de crecimiento y recuperar posiciones en el escalafón de la industria. Por otra parte, otras compañías medianas deben de estar sintiéndose presionadas por los acontecimientos y se verán probablemente empujadas a buscar ellas también acuerdos. Sin duda, en un futuro no muy lejano podemos esperar la materialización de nuevas fusiones y adquisiciones en el sector, aunque cada vez hay menos candidatos.
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