La reciente adquisición de la biotecnológica estadounidense MedImmune, una de las mayores del sector, no hace sino confirmar de forma incuestionable su apuesta por el negocio de las grandes moléculas (péptidos, proteínas, etc.), que son el objeto de la biotecnología. Con este movimiento AstraZeneca va a pasar de tener en su cartera un 7 por ciento de productos biológicos a un 27 por ciento. En cierto modo esta estrategia comenzó su andadura a finales de 2004, con la compra del 20 por ciento de Cambridge Antibody Technology (CAT) y continuó con la adquisición del 80 por ciento restante hace ahora un año.
Las grandes del sector, sometidas a la presión para encontrar productos sustitutivos de aquellos cuya patente ha vencido o está próxima a vencer han encontrado en la biotecnología su tabla de salvación. La investigación y desarrollo de las pequeñas moléculas, fruto de la síntesis química, pierde interés en favor de las grandes moléculas, que resultan de la biotecnología. Actualmente aproximadamente la mitad de los productos que se encuentran en fase II y III procede de este ámbito. En primer lugar, este sector resulta atractivo por estar creciendo al menos el doble de lo que lo hacen las grandes de la industria. En segundo lugar, los procesos biológicos necesarios para producir los productos biotecnológicos son más difíciles de reproducir, lo que reduce notablemente las posibilidades de que alguna vez lleguen a ser comercializados por compañías de genéricos.
En el caso que nos ocupa, uno de los aspectos que está generando más discusión es el precio acordado. Bien es verdad que el monto de la operación resulta por sí mismo muy llamativo. Si tenemos en cuenta la facturación anual de MedImmune, AstraZeneca ha decidido pagar unas 12 veces esta cantidad. Un ratio inusual por lo elevado. Si tomamos en consideración lo que se paga en relación al beneficio por acción, resulta un cociente de 300. Respecto al valor de la acción de MedImmune antes de ponerse a la venta, se está pagando más de un 50% de prima. Estos datos parecen dar la razón a quienes sostienen que AstraZeneca, llevada por su desesperación para superar los reveses sufridos (el último ha sido los malos resultados obtenidos en los ensayos con el producto AGI-1067 y su definitivo abandono) y asegurar su futuro, está pagando muy cara esta compra. Algunos analistas han llegado a señalar que el beneficio del acuerdo tardará años en aflorar.
No obstante, algunas reflexiones apoyan también lo contrario. Según un estudio de la firma de auditoría Ernst & Young, la prima promedio en las adquisiciones de las grandes biotecnológicas en 2006 fue del 60 por ciento. Por lo tanto pagar algo por encima del 50 por ciento ya no resulta tan inusual. De hecho la propia AstraZeneca pagó el pasado año un 67 por ciento de prima con la compra de CAT.
En el caso de MedImmune parece un error fijarse en las veces que se paga la facturación. Lo que tiene más valor en esta compañía no es la facturación actual, sino el potencial de su cartera, que suponemos habrá sido convenientemente valorado por la compañía adquiriente. Con esta compra AstraZeneca está añadiendo 45 nuevos candidatos a su pipeline, creciendo éste hasta 163 moléculas. El riesgo inherente a la investigación farmacéutica hace suponer que muchas de ellas no llegarán al mercado, pero no parece aventurado, sobre todo si se ha analizado bien, pensar que algunas sí lo harán y que incluso unas pocas podrían alcanzar la categoría de blockbuster.
Por otra parte, dada las amenazas que se ciernen sobre la compañía cabe plantearse también qué otras alternativas le quedaban a AstraZeneca. Tras las recientes decepciones necesitaba un revulsivo definitivo. El vasto pipeline de MedImmune la situaba en el punto de mira de las grandes del sector. De hecho fue Merck & Co quien inició este proceso al mostrar su interés por adquirirla. Las posiciones en el escalafón son cada vez más volátiles y las oportunidades hay que pillarlas al vuelo, echando mano de la intuición. Sólo el tiempo dirá si David Brennan, el Consejero Delegado de AstraZeneca, ha dado una muestra más de audacia o ha caído en la imprudencia. En demasiadas ocasiones la frontera entre ambas no está clara. Ahora toca trabajar duro para integrar cuanto antes la compañía adquirida, tratando de explotar todo su potencial.
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