Estamos a punto de asistir a otro importante salto cualitativo en el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida. El último tuvo lugar hace más de una década cuando se introdujo la poderosa terapia combinada, que permitió transformar lo que entonces era una grave y temida enfermedad en lo hoy podemos considerar como una patología crónica. Así se ha puesto de manifiesto recientemente en la ciudad norteamericana de Los Angeles donde tuvo lugar la reunión anual sobre retrovirus e infecciones oportunistas. En la misma se presentaron los resultados de los estudios clínicos realizados con dos nuevas opciones terapéuticas que podrían obtener la aprobación de la FDA este mismo año.
Cada uno de los dos nuevos fármacos actúa por un mecanismo de acción novedoso y constituyen así dos nuevas clases terapéuticas. Actualmente se encuentran disponibles en el mercado una veintena de productos para combatir el VIH, que actúan a través de alguno de los cuatro mecanismos que se empleaban hasta ahora para atacar el virus. A partir de este año habrá casi con toda seguridad seis formas de combatirlo.
Los dos nuevos medicamentos, que se administran por vía oral dos veces al día, han sido evaluados con éxito en pacientes resistentes a otros tratamientos. El primero de ellos se denomina maraviroc y ha sido desarrollado por Pfizer, quien ha solicitado su registro y que será evaluado por un comité de la FDA que se reúne el próximo 24 de abril. Si el resultado es positivo podría llegar a comercializarse este próximo verano. A diferencia de otros medicamentos, maraviroc no actúa sobre una diana del virus, sino del paciente, pues se une a una proteína de la superficie de la célula inmune y bloquea la entrada del virus en la misma.
Respecto a este producto existen sin embargo algunas cautelas, ya que en ocasiones el virus utiliza una puerta de entrada distinta. Además, aunque el producto se ha tolerado bien durante los ensayos, su efecto a largo plazo supone aún una incógnita, que convendría resolver cuanto antes en un tratamiento que se prevé que ha de durar sin interrupciones toda la vida del paciente. Sin ir más lejos, en 2005 GlaxoSmithKline debió abandonar los ensayos con aplaviroc por causar toxicidad hepática.
La segunda novedad ha sido desarrollada por Merck & Co y ha sido bautizada con el nombre de raltegravir. Su dossier de registro se presentará probablemente a finales del próximo trimestre, con lo que al utilizar la vía rápida prevista para estos casos (seis meses), cabe la posibilidad de que se apruebe antes de finalizar el año. Este producto actúa inhibiendo la acción de un enzima del virus que se llama integrasa y cuya función es unir su material genético al de la célula para controlarla y ponerla a fabricar copias del invasor. Precisamente Gilead Sciences está desarrollando también elvitegravir, otro producto que es un inhibidor de integrasa, pero lleva casi dos años de retraso respecto a Merck.
El mercado de fármacos para el VIH se estima en unos 4.000 millones de dólares al año, por lo que a diferencia de otros mercados, no suele constituir una fuente de ingresos importante para las compañías farmacéuticas. Las ventas que se han pronosticado para cada uno de los dos nuevos medicamentos están lejos de alcanzar los 1.000 millones de dólares anuales. Pfizer no podrá por tanto compensar con maraviroc la pérdida de la patente de atorvastatina prevista para el 2011. Ni siquiera recuperar el valor que tenía su acción antes de la retirada de torcetrapib. En cambio Merck, para hacer frente a los vencimientos de patentes cuenta al menos con Januvia (sitagliptina), que ha obtenido recientemente la aprobación de la EMEA, y Gardasil (vacuna contra el virus del papiloma humano).
Tras 25 años de lucha contra el VIH la curación definitiva está aún por llegar. Hace unos días se celebró en Sitges (Barcelona) el XIII Simposio Nacional sobre Sida, donde se arrojaron algunas esperanzas sobre la posibilidad de lograr una vacuna. No obstante lo cierto es que todavía no podemos ver la luz al final del túnel y deberemos esperar pacientemente algunos años más. Por el momento el método preventivo más eficaz entre los sexualmente activos sigue siendo el preservativo.
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