A estas alturas tal vez nos puede parecer que estamos siendo víctimas de un dejà vu, pero lo cierto es que de nuevo una compañía europea de tamaño mediano ha sido adquirida por otra mayor. Es una situación que vivimos varias veces el pasado año y que volvemos a repetir de nuevo este ejercicio. Y aunque cada vez van quedando menos candidatos, apostamos a que no será la última.
En anteriores ocasiones nos hemos referido al estancamiento al que llegan compañías de mediano tamaño por la maduración de la cartera de productos, con la consiguiente pérdida de facturación en favor de los genéricos, y la dificultad de reponer esta pérdida con los esperados frutos de la investigación, cuyos costes continúan creciendo de manera progresiva y que no parece tener fin. En esta encrucijada o se cuenta con un plan que pueda garantizar de algún modo la recuperación y el crecimiento futuro o cabe plantear una fusión o una venta.
En el caso de Akzo Nobel, parece que el plan A trataba de poner a la venta hasta una tercera parte de Organon en los mercados de capitales para de este modo obtener recursos que permitieran dar un impulso a los resultados, tratando de llevar a buen puerto los proyectos que se encuentran en las fases más avanzadas. En especial la introducción (una vez obtenida la autorización) de la asenapina, una sustancia para tratar la esquizofrenia y el trastorno bipolar, llamada según algunos a convertirse en un blockbuster, y que sin duda habrá tenido un peso significativo en la decisión de Schering Plough. Akzo, quien ya tomó en 2000 la decisión de concentrarse en el segmento de las especialidades de prescripción vendiendo su negocio OTC al grupo belga Omega Pharma, había explorado con anterioridad la posibilidad de vender Organon y comprobó las dificultades de esta opción.
Seguramente Akzo consideraba el plan A como la opción más factible, pero tal vez también la más arriesgada, pudiéndose encontrar en menos de cinco años en una situación parecida a la actual. Además no debemos obviar que el negocio principal de Akzo es el químico, siendo actualmente el mayor fabricante mundial de pinturas. Un negocio sometido a la presión de los elevados precios de las materias primas, en general, y en particular del petróleo, lo que unido a algunos problemas de producción en los Países Bajos y en Suecia ha podido inclinar la balanza a favor del Plan B, la venta a un tercero. Sin menospreciar los 2.000 millones de euros extra que supone la oferta de Schering Plough sobre la valoración realizada para llevar a cabo la oferta pública de acciones inicialmente prevista.
La adquisición de Organon supone por tanto un paso más en el proceso de consolidación que se está produciendo en el Viejo Continente y que sigue a las que tuvieron lugar el pasado año, cuando fueron compradas Schering, Altana, Serono y Schwarz. También parece confirmarse que los precios de este tipo de transacciones tienden a crecer, ya que los 11.000 millones de euros que ha ofrecido Schering Plough equivalen a casi 15 veces el ebitda (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) de 2006, superando las valoraciones que se hicieron en su día tanto de Schering como de Serono. Este hecho podemos constatarlo también en la subasta actualmente en marcha para hacerse con el negocio de genéricos de la alemana Merck.
Por su parte Schering Plough acomete con esta adquisición su proyecto más importante desde que Fred Hassan está al mando de la compañía. La incorporación de asenapina y eventualmente de otros productos en fases avanzadas le puede permitir reducir su dependencia de los medicamentos contra el colesterol elevado Zetia (ezetimibe DCI) y Vytorin (combinación de ezetimibe DCI y simvastatina DCI), que suponen en la actualidad más de la mitad de su facturación. No obstante algunos analistas juzgan este paso como un movimiento más táctico que estratégico y expresan algunas dudas sobre el potencial de los productos en el pipeline de Organon.
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