Como consumidores somos testigos de cómo las empresas se esfuerzan por poner a nuestra disposición un número cada vez mayor de opciones, entre las que poder seleccionar aquélla o aquéllas que creamos que pueden satisfacer mejor nuestras necesidades. Para comprobarlo basta tan solo con pasearnos por cualquiera de las secciones de cualquier supermercado (sopas, cafés, refrescos, derivados lácteos, productos de limpieza, etc.) y comparar la oferta actual con la de hace algunos años. Podremos fácilmente darnos cuenta de cómo se ha multiplicado el número de referencias. La investigación del consumidor y los avances tecnológicos, entre otros factores, están permitiendo llevar a cabo una segmentación cada vez más ajustada y presentar una oferta más acorde con los gustos e intereses del público.
Esta tendencia no sólo la podemos observar en alimentación y droguería, sino también en mercados tan distintos como el del automóvil, la electrónica o la informática. La multiplicación de la oferta conlleva aparejada una disminución progresiva del número de referencias que tienen un elevado consumo. En este sentido un caso paradigmático es el del medio televisivo, en el que la aparición de numerosos canales ha supuesto la reducción de las audiencias máximas (ya es prácticamente imposible en nuestro país alcanzar audiencias de veinte o más millones de telespectadores). En el caso de la industria discográfica, la mayor variedad de oferta musical en formato digital ha supuesto, por ejemplo, que el número de álbumes de oro y de platino se haya reducido a la mitad en los últimos cinco años. Obviamente la piratería también ha influido, pero las definiciones de oro y platino también se han ajustado a la baja para compensar este efecto.
Tal vez se pregunte usted qué tiene que ver todo esto con la industria farmacéutica. O tal vez ya lo haya intuido. De algún modo, algo parecido a lo que sucede en otras industrias está teniendo lugar también en el sector de los medicamentos. De un lado, la oferta crece ayudada principalmente por los esfuerzos continuados que llevan a cabo tanto la iniciativa privada como la pública. Enfermedades para las que hace algunos años no había tratamiento o éste era tan solo paliativo, pueden ser tratadas hoy con eficacia. Por ejemplo, en la actualidad ya es posible curar aproximadamente la mitad de los cánceres. Y el porcentaje de éxito sigue creciendo día tras día. De otro lado, cada vez resulta más difícil para las compañías farmacéuticas innovadoras dar con un producto que pueda convertirse en un blockbuster (el equivalente al álbum de platino), y ello a pesar del mayor esfuerzo en I+D.
El modelo basado en blockbusters parece acusar un significativo agotamiento. Cada vez es menor el crecimiento de la facturación de este tipo de productos. Dentro de cinco años habrá vencido la patente de los veinte productos que lideran el escalafón mundial y la consecuente competencia de genéricos mermará sus ventas. Estas circunstancias han llevado a las compañías a interesarse más que nunca por productos dirigidos a indicaciones nicho, con un menor número de pacientes potenciales, que aunque en principio puedan hacer prever una menor facturación, como contrapartida ofrecen una serie de ventajas, como un nivel de competencia menor, unos costes de comercialización más reducidos y un mayor apoyo de las autoridades sanitarias. En el sector se ha bautizado ya a este tipo de productos como los nichebusters, por contraste con los blockbusters. Por el número de proyectos en desarrollo, la oncología es actualmente una de las áreas dominantes, en la que destacan por el éxito logrado productos como Glivec, de Novartis, y Herceptin, de Roche.
El Proyecto Genoma Humano y los avances en el campo de la genómica y de la proteómica, conjuntamente con el creciente empleo de biomarcadores, están propiciando el desarrollo del modelo de los nichebusters y sentando las bases de la terapia personalizada, por lo que este cambio de orientación beneficiará sin duda a los clínicos y a los pacientes, que dispondrán así de mejores opciones terapéuticas. Por último, la extensión del modelo también repercutirá sobre las autoridades reguladoras, que como consecuencia del crecimiento de la demanda de solicitudes de registro precisarán de una mayor capacidad de revisión y evaluación, por lo que será necesario incrementar los recursos con los que cuentan para esta tarea.
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