Una de las patologías crónicas que más está progresando en el tratamiento farmacológico es la diabetes. Se estima que este trastorno afecta a más de 140 millones de personas en el mundo, una cifra que aumenta día a día. Mucho se ha avanzado en su tratamiento desde que en 1922 Frederick Banting y Charles Best aplicaran por primera vez la insulina en un niño que se encontraba moribundo por causa de la enfermedad en un hospital de Toronto. La aparición de nuevas vías de administración de insulina hace vislumbrar la disminución progresiva del uso de las formas inyectables, hasta niveles prácticamente residuales.
Durante décadas Lilly y Novo Nordisk dominaron el mercado mundial de la insulina, primero con producto de origen animal y posteriormente obtenido a través de la recombinación genética. En el 2000 Sanofi Aventis rompió el status quo con la introducción de Lantus, una insulina de larga duración, que se aplica una sola vez al día. Más recientemente Lilly y Novo pugnaron por el liderazgo al comercializar los análogos de insulina (lispro e insulina aspartato).
Los más de 50 millones de personas que utilizan insulina en su tratamiento han anhelado durante muchos años poder decir adiós a las agujas. Precisamente el engorro e incomodidad que suponen las inyecciones no ha facilitado el buen control de los niveles de glucosa en sangre, lo que a largo plazo ha derivado en complicaciones importantes para numerosos diabéticos.
Por fin, a principios del presente año se ha iniciado la comercialización de la primera insulina no inyectable. Se trata de Exubera, una insulina que se aplica por inhalación y que han desarrollado Pfizer, Sanofi Aventis y Nektar Therapeutics. Algunos analistas del sector han pronosticado para el 2010 una facturación de 1.500 millones de dólares. Otra compañía, Generex Biotechnology, ha comercializado recientemente en Ecuador una insulina en forma de spray oral. La administración en forma de comprimidos o de parches se encuentra aún en investigación, pero las posibilidades de que lleguen a ser una realidad parecen hoy elevadas.
Durante la reunión anual de la Asociación Americana de Diabetes que tuvo lugar hace unas semanas, Merck y Novartis presentaron los resultados de los ensayos clínicos realizados con Januvia (sitagliptina) y Galvus (vildagliptina), dos fármacos de administración oral que inauguran una nueva clase (los inhibidores de la dipeptidil peptidasa IV) y que esperan la aprobación de la FDA. Ambos ofrecen una eficacia similar con un perfil de efectos secundarios más favorable y para los que se prevé que alcancen la categoría de blockbusters. Por su parte, Lilly, a quien la diabetes le supone una quinta parte de su facturación, espera comercializar a medio plazo su insulina inhalada. Otra de las líderes del sector, Astra Zeneca, sufrió un contratiempo hace un par de meses al tener que suspender los ensayos con Galida, pero tiene otras moléculas en cartera con posibilidades de llegar al mercado.
La industria farmacéutica innovadora está recogiendo los frutos de sus esfuerzos en investigación, de forma que durante estos primeros años del presente siglo estamos siendo testigos de una revolución en la forma de tratar la diabetes, una patología crónica que supone una importante carga no sólo para los sistemas sanitarios de los países avanzados, sino también para los que se encuentran en vías de desarrollo. Por lo que en el campo de la innovación terapéutica, conseguir una insulina que fuera resistente al calor podría suponer un notable avance y un gran alivio para éstos últimos.
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