La pugna por hacerse con la mayoría del capital de Pliva, la compañía de genéricos líder de los países del Este europeo, no hace sino constatar la tendencia de este sector hacia la consolidación. El crecimiento del gasto farmacéutico, el envejecimiento de la población y el vencimiento de las patentes son tres de los factores que inciden de manera notable en el desarrollo del mercado de genéricos, acrecentando de este modo el interés por un sector en el que las adquisiciones se suceden a un ritmo frenético y donde de competir a nivel local o regional se está pasando a una competencia cada vez más global.
Uno de los dos contendientes en la lucha por la adquisición de la compañía croata es Barr, una compañía importante en el mercado americano, pero que prácticamente no tiene presencia fuera de los EEUU. De hecho, la opa de Barr sobre Pliva constituye el primer movimiento de una compañía americana en el mercado de genéricos europeo. Y aquí radica uno de los atractivos de la compra: el acceso a un nuevo gran mercado, como el que ofrece el viejo continente. La compra en marzo de 2005 de la americana Eon Labs por parte de Novartis o la adquisición el pasado mes de febrero de la compañía de genéricos alemana Betapharm por la india Dr Reddy’s son otros ejemplos de movimientos globalizadores dentro del sector.
Y es que en el sector de genéricos el tamaño es especialmente importante. Los reducidos márgenes con los que se juega, en un negocio en el que predominan los comodities, incitan a unas compañías a comprar a otras para alcanzar unas economías de escala que otorgan una mayor capacidad competitiva. Por la misma razón, otro de los objetivos prioritarios de las compañías de genéricos es la reducción al máximo de sus costes de producción.
Precisamente éste es otro de los atractivos que ofrece la compra de Pliva. La fabricación en países con bajos costes laborales y donde se requiere una menor inversión en bienes de equipo posibilita una mejora sustancial de los márgenes. Así se justifica el interés de diversas compañías por trasladar una parte o todas sus operaciones de producción al Este de Europa o a países asiáticos. La diferencia es en ocasiones considerable. Por ejemplo, el coste de una planta de producción en la India puede llegar a ser la cuarta o la quinta parte de su coste en los EEUU.
Operar a un nivel global, produciendo con bajos costes puede ser la opción estratégica adecuada para conseguir un crecimiento sostenido del negocio. Pero no es ésta la única vía. En ocasiones se opta por la innovación. El desarrollo, por ejemplo, de formas farmacéuticas innovadoras permite una diferenciación de producto que puede justificar un período de protección y un mayor precio de venta. Asimismo el desarrollo de biosimilares es otra de las opciones que algunas compañías importantes ya han escogido por las mayores expectativas de rentabilidad que ofrecen estos productos.
Los menores márgenes de los medicamentos genéricos frente a los productos de marca no restan atractivo a aquéllos, ya que quedan compensados por el menor coste de desarrollo y el menor riesgo que presentan, al ser productos que han sido probados durante años en millones de pacientes. Creemos que la consolidación va a seguir siendo la tónica general en un sector aún muy fragmentado, pero para el que se prevé una evolución muy favorable del mercado.
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