Pfizer acaba de reportar que retrocede en ventas. No obstante consigue mejorar su resultado gracias al programa de reducción de gastos que está implementando y que afecta sobre todo a las áreas de producción, I+D y comercialización. Mientras que con respecto al año anterior el beneficio del tercer trimestre ha sido un 26 por ciento superior, la facturación ha caído un tres por ciento durante el mismo período. Sólo cuatro de sus productos han mostrado algún crecimiento: Aromasin (exemestane DCI), Lyrica (pregabalina DCI), Revatio (sildenafilo DCI) y Vfend (voriconazol DCI). Todos los demás han retrocedido en su cifra de ventas.
Hace unos días este periódico daba cuenta de la conclusión del proceso de absorción y desaparición de la norteamericana Wyeth por su compatriota Pfizer, líder de la industria farmacéutica mundial. Nueves meses después de anunciarse la operación y precisamente cuando comienzan a aparecer en el mercado español los primeros genéricos de atorvastatina (aunque sea en forma de sal magnésica en lugar de cálcica), su producto más importante.
Esta es la tercera megafusión de Pfizer en la última década, tras las compras de Warner-Lambert en 2000 y de Pharmacia en 2003 y la mayor de todas ellas según el monto de la operación (68.000 millones de dólares). Recordemos que durante este período Pfizer sólo ha conseguido un único blockbuster, lo que da argumentos a quienes cuestionan este tipo de operaciones. No obstante, en una reciente entrevista en la cadena CNBC, Jeffrey Kindler, consejero delegado de Pfizer quiso justificar y diferenciar este acuerdo de otros anteriores subrayando que “en este caso no se trata de un producto en particular, sino de transformar la compañía en un negocio mucho más diversificado”.
Después de que durante años la facturación de Pfizer dependiera en buena parte de los ingresos de Lipitor (atorvastatina DCI), la compañía se propone ahora que ninguno de sus productos suponga más de un diez por ciento de la facturación total del grupo. Dos de las aportaciones más significativas de Wyeth a la diversificación de Pfizer son el negocio de vacunas y la plataforma de productos biológicos, en los que concentrará parte de sus recursos de I+D. Otras áreas prioritarias serán oncología, alzheimer, diabetes, trastornos inmunológicos e inflamación, dolor y psiquiatría. Mientras que van a quedar relegadas a un segundo plano cardiología, obesidad y osteoporosis.
En la citada entrevista con CNBC, Kindler manifestó que en un plazo de 30 a 60 días se anunciaría el destino de los centros de I+D que se encuentran repartidos por todo el mundo. El área de I+D ha quedado estructurada en dos unidades, una de pequeñas moléculas y otra de productos biológicos; ambas engloban a su vez nueve áreas terapéuticas. Antes de finalizar el presente año conoceremos qué proyectos de los más de 600 que existen en el pipeline conjunto continuarán dentro del programa de investigación y cuáles serán liquidados. Algunos analistas estiman que el recorte en esta área puede suponer más de 3.000 millones de dólares.
Buena parte de los cerca de 20.000 empleos que se reducirán cuando se complete la integración de las dos compañías provendrá del área de I+D. En 2011 habrá vencido la patente de atorvastatina y numerosos genéricos llegarán al mercado, causando a Pfizer una reducción de beneficios significativa. Mientras que los ahorros generados tras la integración de Wyeth ayudarán sin duda a compensar esta pérdida, no son pocos los que dudan del desarrollo de la compañía a medio y largo plazo, tras reducir de manera tan importante su capacidad innovadora, verdadero motor de su crecimiento orgánico. He aquí el verdadero reto de la nueva Pfizer. Incrementar su eficiencia innovadora (más resultados con menos recursos) o seguir confiando en su capacidad para generar flujo de caja con el que acometer nuevas absorciones.
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