La reciente decisión del Consejo de Administración de Biogen Idec de poner en venta la compañía ha desatado todo tipo de especulaciones acerca de quién podría ser el comprador. Como probables candidatos se ha apuntado, entre otros, a Pfizer, GlaxoSmithkline, Sanofi-Aventis, Johnson & Johnson o Novartis. En términos generales las grandes del sector farmacéutico están necesitadas de compensar las pérdidas de ventas por vencimientos de patentes y asegurar su crecimiento futuro, para lo que no les basta con la escasa producción de la I+D propia. Por lo tanto se ven abocadas a recurrir a las adquisiciones, contando para ello con abundante tesorería.
Pfizer es sin ir más lejos un buen ejemplo de lo anterior. En menos de cinco años se enfrenta a la pérdida de patente de prácticamente la mitad de su facturación. Además, la pasada semana ha anunciado que abandona la comercialización de Exubera, su insulina inhalada. Este mismo mes ha comunicado la puesta en marcha de un centro de bioinnovación y bioterapéutica en San Francisco, al que bien se le podría llamar también unidad de biotecnología. Aunque el desarrollo interno sea tal vez el camino más económico, sin duda el más rápido es la adquisición. Y Pfizer no tiene tiempo y, en cambio, sí tiene dinero. Precisamente, a finales del segundo trimestre de este año Pfizer contaba con 22.000 millones de dólares en el bolsillo para invertir (casualmente la capitalización bursátil aproximada de Biogen Idec).
Cada vez más vemos cómo las compañías tradicionales están adquiriendo o tomando participaciones en compañías biotecnológicas como vía para reponer facturación y rellenar los empobrecidos pipelines. Algunos analistas barajan incluso la posibilidad de que la eventual venta de Biogen Idec pueda poner en marcha una ola de adquisiciones de compañías biotecnológicas, entre las que se mencionan nombres como Genzyme, Onyx o Gilead. Parece lógico pensar que las candidatas más probables a ser adquiridas deberían ser aquellas que ya alcanzan facturaciones significativas.
Como suele ocurrir, la operación de venta de Biogen Idec no está exenta de obstáculos. Para algunos analistas el acuerdo que Biogen Idec mantiene con la irlandesa Elan para la comercialización de Tysabri (natalizumab) podría ser un inconveniente para la venta de la primera. Al parecer en el supuesto de que Biogen Idec se vendiera, Elan cuenta con los derechos para adquirir a su socio el 50 por ciento que éste tiene en la comercialización del producto. En este caso, para salvar este escollo, el posible comprador podría verse obligado a ofrecer un monto significativo a Elan.
Pero esta no es la única dificultad para la eventual venta. Biogen Idec y Genentech comercializan conjuntamente Rituxan (rituximab), un producto para tratar la artritis reumatoide y el linfoma de no-Hodgkins. En el caso de que se produjese un cambio significativo en el control de la compañía, Genentech podría ejercer sus derechos de recompra.
Además, para que el organismo norteamericano que vela por la defensa de la competencia diese luz verde a la operación, el comprador podría verse en la necesidad de desprenderse de algunos activos. Por ejemplo, si el comprador fuese Pfizer, esta compañía comercializa Rebif (interferón beta-1a) conjuntamente con Merck Serono, que es un competidor directo de Avonex (interferón beta-1a), el principal producto de Biogen Idec para el tratamiento de la esclerosis multiple. Una eventual compra de Biogen Idec por parte de Pfizer daría lugar a una posición de dominio en este mercado que tal vez resultase inaceptable para las autoridades.
Tal vez Biogen Idec no sea el candidato ideal de las biotecnológicas. No obstante, el atractivo de la compañía (por su facturación y su bagaje en anticuerpos monoclonales), junto con el hecho de que haya sido ésta la que haya tomado la decisión de ponerse a la venta es lo que hace creer a muchos analistas que la operación pueda llevarse a término.
No comments:
Post a Comment