Utilizando un símil de la Fórmula Uno, tan en boga últimamente, en la parrilla de salida para competir por la adquisición del negocio de productos para el autocuidado de la salud de Pfizer se han situado tres contendientes: GlaxoSmithKline, Johnson & Johnson y Reckitt Benckiser. Y los cito en este orden no por aplicar el criterio alfabético sino por la probabilidad que creo que tienen de ganar la carrera.
Según ha informado Financial Times, el precio de las ofertas supera los 14.000 millones de dólares. Teniendo en cuenta que la facturación del negocio de autocuidado de Pfizer ronda los 4.000 millones, el precio final supondrá pagar más de tres veces esta facturación. Lo que convertiría esta operación en una de las más caras que se haya realizado en el sector. La aparente sobrevaloración podría comprenderse, al menos parcialmente, si se tienen en cuenta las sinergias que se pueden realizar y los potenciales ahorros que se podrían obtener en consecuencia.
Al parecer, antes de que cumpliera el plazo Bayer ha optado por no presentar una oferta para adquirir el negocio OTC de Pfizer. La cartera de Bayer para el autocuidado de la salud incluye productos analgésicos, para el resfriado, dermatológicos y vitaminas. En España, la compra de los productos de Pfizer para el autocuidado le hubiera supuesto a Bayer complementar su oferta en este ámbito con productos tan significativos como Oraldine, Listerine o Nicorette.
La decisión de la compañía germana parece razonable si se tiene en cuenta que aún es reciente su acuerdo para comprar la también alemana Schering por 16.500 millones de euros. Precisamente esta semana se cumple el plazo para que los accionistas de esta compañía decidan si finalmente aceptan o no la propuesta de Bayer. Para que la opa pueda materializarse es preciso que la acepte al menos el 75% del capital de Schering.
Hubiera sido muy complicado para Bayer articular una solución financiera que le permitiera hacer frente al eventual coste de la adquisición. Por otra parte, Bayer necesita ahora concentrar su capacidad de gestión en la probable integración de Schering. Parece pues claro que no era el momento adecuado para distraerse con semejante movimiento estratégico. Bayer debe primero atravesar un período de consolidación y de mejora de su balance (algunos analistas han llegado a pronosticar una recalificación a la baja de los ratings de Moody’s y de Standard & Poors tras la adquisición de Schering).
Para Pfizer, el negocio de autocuidado supone un 2,5% de sus ganancias, por lo que a corto plazo la operación tendrá un impacto poco relevante en sus resultados operativos. Los posibles ingresos los podrá utilizar para seguir con su política de adquisiciones en el ámbito de la biotecnología, de cara a reforzar su pipeline.
En cuanto a los candidatos, la presencia internacional de Reckitt Benckiser es más limitada que la de las otras dos compañías en liza, con lo que tiene menos posibilidades de obtener sinergias de la operación. Además, la compañía británica pagó el pasado mes de octubre 3.600 millones en efectivo por la compra de Boots Healthcare International lo cual le resta capacidad financiera.
Glaxo, que ya dejó pasar por delante el tren de Roche y el de Boots, no puede dejar escapar una oportunidad con un encaje estratégico que se acerca al ideal, ya que le permitiría reforzar su presencia en el mercado OTC norteamericano y que le puede suponer unos ahorros que algunos analistas del sector cifran en 200 millones de dólares anuales, con lo que doblaría prácticamente sus actuales resultados en el campo de los productos del autocuidado.
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