Monday, June 16, 2008

La debilidad del dólar y la estrategia de Ipsen


Un dólar débil, que durante el último lustro ha perdido una cuarta parte de su valor frente al euro y una décima parte frente al yen, permite a las compañías europeas y japonesas adquirir valiosos activos en el mercado norteamericano, tales como pequeñas compañías de biotecnología, que a los tipos de cambio actuales pueden parecer una bagatela.

El recorte de precios gubernamental, la falta de nuevos productos y los empobrecidos pipelines, empujan particularmente a las compañías japonesas a buscar en las adquisiciones de empresas norteamericanas un refuerzo de su situación competitiva.

Según el servicio de información mundial sobre fusiones y adquisiciones Mergerstat, de las diez principales adquisiciones que han tenido lugar en el sector en el último año, la mitad han sido compañías norteamericanas compradas por asiáticas o europeas, que han supuesto un monto de 35.000 millones de dólares (el 73 por ciento de las diez operaciones). Recordemos que la más importante de éstas fue la compra de Medimmune por AstraZéneca.

A finales de 2007 la japonesa Eisai anunció la compra de la biotecnológica norteamericana MGI Pharma por 3.900 millones de dólares. Hace algunas semanas conocíamos que Takeda, la primera farmacéutica de Japón, adquiría Millennium Pharmaceuticals, una compañía de Cambridge (Massachussets), por 8.800 millones de dólares. Sin duda, estas operaciones vienen justificadas en buena medida por dos factores: uno de ellos coyuntural, como es la debilidad que sufre la moneda norteamericana; y otro estratégico, que define un interés por ampliar el horizonte geográfico hacia el que aún hoy es el mercado farmacéutico más importante del mundo.

Son las mismas razones que han llevado ahora a la francesa Ipsen a realizar sus tres últimos movimientos. Ipsen, cuya propiedad la ostenta mayoritariamente la familia Beaufour, tiene un valor de mercado de unos 5.000 millones de dólares y, sin ser una de las grandes del sector, ha encontrado en un dólar asequible una oportunidad para desarrollar su presencia en los EEUU. Recientemente ha anunciado una serie de acuerdos que le van a permitir ser un competidor de pleno derecho en el mercado norteamericano.

Ipsen tiene su enfoque estratégico en endocrinología, trastornos neuromusculares y oncología, y sus últimos movimientos responden al deseo de la compañía de globalizar su presencia en estos nichos de mercado. En endocrinología, acaba de adquirir la californiana Tercica, de la que ya poseía una cuarta parte de las acciones. De este modo, integra así en su plataforma de endocrinología Increlex (mecasermina) y Somatulina Depot (lanreotida, para acromegalia), y consigue además una estructura de registros y comercialización que le hubiera llevado tiempo establecer.

Otro acuerdo le ha permitido adquirir la filial norteamericana de la británica Vernalis y los derechos de comercialización de Apokyn (apomorfina, para el párkinson) en aquel mercado. Además, compra a la biofarmacéutica Octagen todos los activos relacionados con OBI-1 (factor VIII recombinante), un fármaco biotecnológico en desarrollo para el tratamiento de la hemofilia. Con estos tres acuerdos, Ipsen espera superar en EEUU los 300 millones de facturación en 2012.

Por otro lado, hace un par de años, en un encuentro del sector farmacéutico organizado por el profesor Pedro Nueno en el IESE de Barcelona, tuve la oportunidad de escuchar a Jean-Luc Bélingard, presidente y consejero delegado del Grupo Ipsen, que defendió la colaboración estrecha de la industria con los gobiernos, aportando ideas y propuestas para el desarrollo de una política industrial favorable y el estímulo a la investigación. Y puso como ejemplo el caso francés, donde en 2004 se creó un grupo de trabajo presidido por el primer ministro y formado por representantes de cuatro ministerios (Economía, Sanidad, Investigación e Industria) junto con los consejeros delegados de seis farmacéuticas. Deberíamos tomar ejemplo de esta constructiva y noble iniciativa.

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