Primero fue Pfizer, quien el pasado mes de octubre decidió retirar del mercado Exubera, su insulina inhalada, tras comprobar la lenta adopción del producto por parte de médicos y pacientes. En los nueve primeros meses del pasado año Pfizer tan sólo consiguió facturar 12 millones de dólares. Ahora ha sido Novo Nordisk, junto con su socio Aradigm, quien en plena fase 3 ha optado por abandonar el desarrollo de su insulina inhalada, el sistema AERx.
Esta decisión ira acompañada del despido de la mayor parte de las 360 personas que hasta ahora han estado trabajando en el proyecto en el centro que la compañía tiene en California. Novo, quien es el mayor fabricante mundial de insulina, ha reconocido que la forma inhalada que venía desarrollando desde hace algún tiempo no parece ofrecer ventajas significativas sobre las insulinas que se administran por inyección mediante los dispositivos precargados.
Ante semejante noticia, resulta inevitable pensar en qué puede ocurrir con el desarrollo que esta llevando a cabo la norteamericana Lilly, en colaboración con Alkermes. De hecho, tras la retirada de Exubera, BioMedTracker (un servicio orientado a inversores que realiza un seguimiento de los desarrollos clínicos y de los procesos de aprobación de los fármacos) indicaba que esta circunstancia dificultaría el éxito en el mercado de futuros candidatos.
Lilly trata por todos los medios de desarrollar nuevos productos que le ayuden a compensar las pérdidas de facturación previstas como consecuencia de la entrada de genéricos de su antipsicótico Zyprexa, cuya patente vence en 2011. Asimismo, las patentes de Cymbalta (antidepresivo) y Evista (osteoporosis) vencen en 2014. Los tres productos representan más del 40 por ciento de su facturación. Por lo tanto, a Lilly le conviene mucho tener éxito con su insulina inhalada. Hace algunos días el recién nombrado presidente y consejero delegado de Lilly, John Lechleiter, manifestó la voluntad de su organización de continuar adelante con su desarrollo. En la misma línea se expresó el consejero delegado y fundador de Mannkind, quien al parecer lleva invertidos unos 1.000 millones de dólares en un proyecto similar al de Lilly.
En el reciente caso de Novo, es preciso subrayar que la compañía no ha renunciado a las insulinas inhaladas. Tan sólo ha cancelado el desarrollo del sistema AERx (insulina de corta duración). La farmacéutica danesa ha decidido invertir en formulaciones de insulina de larga duración y de análogos de ésta, tales como el péptido-1 análogo al glucagón (GLP-1).
A lo largo de los últimos años ha habido varios intentos de hacerse con el atractivo pastel que representa los más de 3.000 millones de dólares del mercado de la insulina inyectada. En general, convendría seguir avanzando en el conocimiento de vías alternativas de administración, como la vía transpulmonar, y en el desarrollo de dispositivos que faciliten la administración de fármacos y que permitan disponer de una alternativa a las vías oral e intravenosa. No obstante, en el caso de la insulina, la reducción de los tamaños de aguja, que supone inyecciones menos dolorosas, ha restado en cierto modo interés a la opción inhalada.
Por último, en toda esta historia, parece que por ahora el único claro ganador ha sido Sanofi-Aventis, quien pocas semanas antes de que la FDA aprobase Exubera, decidió renunciar a sus derechos de co-marketing a cambio de recibir 1.300 millones de dólares de Pfizer.
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