La norteamericana Merck & Co no quiere repetir con Vioxx la historia de Wyeth con el adelgazante Fen-Phen (fenfluramina y fentermina). Hace una década Wyeth debió retirar este producto del mercado tras encontrarse evidencias de que podía afectar a las válvulas del corazón. Este asunto le ha costado a Wyeth hasta ahora más de 20.000 millones de dólares (tanto como su facturación del pasado ejercicio). Para tratar de evitarlo, Merck ha acordado pagar 4.850 millones de dólares (prácticamente lo que invierte anualmente en I+D) para zanjar la mayor parte de las demandas judiciales pendientes por el caso Vioxx. La noticia fue acogida favorablemente por los inversores y en la bolsa de Nueva York el valor de la acción subió un 5 por ciento.
Tres años de litigios es tiempo más que suficiente para que ambas partes reconozcan las fortalezas y las debilidades de sus argumentos y de que el pragmatismo se acabe imponiendo en forma de un acuerdo. En la materialización de éste ha sido clave el resultado de los juicios celebrados hasta el presente, en los que Merck ha salido victoriosa en la mayoría de ellos. En general, los demandantes no han podido probar que el riesgo asociado a Vioxx fuese mayor que el que ofrecen otros analgésicos de uso corriente. Lo que no debería causar extrañeza si se tiene en cuenta que mientras que en el caso de Wyeth los problemas encontrados con el uso del adelgazante eran bastante inusuales, en el caso de Vioxx se trataba de infartos cardiacos o cerebrales, que suelen ser comunes en pacientes que presentan determinados factores de riesgo.
Sin duda esta circunstancia ha otorgado a Merck un poder de negociación que ha sido decisivo para que el monto acordado finalmente haya quedado muy por debajo de las predicciones que se hicieron tras la retirada de Vioxx, y que algunos analistas cifraban en 50.000 millones de dólares. Las condiciones del acuerdo determinan que para que éste tenga efecto debe ser aceptado al menos por el 85 por ciento de los casos incluidos en las demandas (alrededor de 60.000).
Una perspectiva temporal del caso sugiere la conclusión de que la estrategia adoptada por Merck fue acertada. Desde el inicio Merck anunció que iba a defenderse legalmente caso por caso. En los tres años que han transcurrido desde la retirada de Vioxx sólo han podido celebrarse 16 juicios, de los que la compañía norteamericana ha ganado 11. A este paso hubiesen transcurrido siglos antes de resolver todas las demandas. Además, para aceptar el acuerdo Merck ha puesto como condición que los representantes legales de los demandantes aconsejen a éstos aceptar el trato en lugar de reservarse los casos más graves para juicios individuales. En este punto es donde Wyeth cometió un error y donde Merck demuestra que ha aprendido la lección.
Merck va a cerrar con este trato un desagradable capítulo en sus 114 años de historia. Ahora empieza una nueva etapa, bastante prometedora a juzgar por la reacción de los analistas e inversores. Sólo este año el valor de la acción ha crecido por encima de un 30 por ciento. Aunque es cierto que la compañía se enfrenta a unos cuantos vencimientos de patentes, su facturación se ve fortalecida por Gardasil (la vacuna contra el cáncer de cuello uterino), Januvia (antidiabético) y Singulair (antiasmático).
Posee además un pipeline rico en nuevos candidatos y que va dando sus frutos, siendo Isentress (raltegravir, para combatir el VIH) el más reciente de ellos. Isentress ha obtenido la aprobación de la FDA. Y hace unos días el panel de expertos de la EMEA aconsejó también su aprobación. Todo el equipo directivo, con Richard Clark al frente, liberados de distracciones legales podrá poner ahora todo su empeño en el proceso de transformación de la compañía, que le debe permitir superar los retos actuales y acelerar la llegada al mercado de nuevos productos con potencial suficiente para llegar a convertirse en blockbusters.
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