Los avances en la tecnología empleada en el descubrimiento de nuevos fármacos, el conocimiento del genoma humano y el envejecimiento progresivo de la población son algunas sólidas razones para creer que la industria farmacéutica va a continuar desarrollándose en los próximos años. No obstante, si analizamos las compañías líderes, vemos que a corto plazo las perspectivas no son iguales para todas ellas. Precisamente el año que acabamos de iniciar se revela como un período de transición clave al menos para cuatro de estas compañías.
La primera de estas compañías es AstraZeneca, para la que el vencimiento el pasado mes de octubre en EEUU de la patente del superventas Losec (omeprazol), que representa el 40 por ciento de las ventas de la compañía, supondrá enfrentarse a la competencia de los genéricos, una vez se resuelvan las demandas que tiene pendientes. Para tener una idea de la rapidez con que puede erosionarse una marca por la aparición de genéricos tan solo hemos de observar la evolución de Prozac, la fluoxetina de Lilly, cuyas ventas al cierre del tercer trimestre de 2001 habían caído un 34 por ciento, tras la pérdida de la patente el pasado agosto. Para preservar su posición de liderazgo en el área gastrointestinal, la táctica de AstraZeneca ha sido comercializar Nexium (esomeprazol), un isómero simple de omeprazol. Tras su lanzamiento en Suecia (agosto 2000), la introducción en EEUU (marzo 2001) está siendo un éxito, habiendo superado a Losec en nuevas prescripciones.
Otra de las compañías que contempla el 2002 como un año de transición es Aventis. Al igual que otras compañías líderes, Aventis siente también la amenaza de los genéricos. La compañía ha demandado a Barr Laboratories por infringir supuestamente la patente de su principal producto, Telfast/Allegra (fexofenadina) Mientras se resuelve la demanda, gana tiempo para preparar nuevas formulaciones e indicaciones del producto y reforzar su pipeline en el sector respiratorio y de alergia que le permita asegurar su crecimiento a largo plazo. No obstante, en fase de investigación tiene productos de notable interés, tales como un inhibidor de la resorción biliar y un agente antiobesidad. En el 2002 Aventis deberá acabar de materializar todas las sinergias previstas en la fusión.
Una tercera compañía para la que el 2002 se considera un año puente es Bristol-Myers Squibb. Aunque la compañía ha anunciado que lanzará tres nuevos blockbusters por año, los lanzamientos no comenzarán previsiblemente hasta el 2003. Los efectos del más que probable vencimiento el próximo año de la patente de Glucophage (metformina) y la consecuente competencia de genéricos han sido ya presupuestados por BMS. La reducción prevista en las ventas ha sido del 80 por ciento. A ello hay que añadir la erosión de las ventas del ansiolítico Buspar (buspirona) y del anticancerígeno Taxol (paclitaxel) La compañía habrá de enfrentarse también a las demandas de 29 estados norteamericanos que alegan que durante cuatro meses BMS evitó de forma ilegal la comercialización de genéricos de buspirona. Los inversores ya se han adelantado y han descontado en el valor de la acción los efectos de todo lo anterior sobre el bottom-line de la compañía. Un desafío adicional es el reenfoque de su negocio, tras la desinversión de Clairol (línea de productos de belleza) y de Zimmer (unidad de ortopedia) y la adquisición del negocio farmacéutico de DuPont. BMS ya anunció en el 2000 su intención de dejar de ser una compañía holding diversificada en unidades de negocio y concentrarse en el sector farmacéutico. El registro de nuevas formulaciones e indicaciones le debe permitir extender el ciclo de vida de sus productos estrella.
Por último, también para Merck & Co. el 2002 es un año de transición, tal como declaró la propia Judy Lewent, la máxima responsable de finanzas de la compañía. A finales de 2001, Merck ha vuelto a sorprender a los analistas anunciando que sus beneficios apenas crecerán en 2002. La razón fundamental es el vencimiento de las patentes de productos clave. Ello ha avivado las especulaciones que afirman que Merck no podrá basar su futuro únicamente en el crecimiento orgánico, sino que deberá considerar una fusión o adquisición para impulsar sus resultados, al igual que han hecho otras compañías líderes en el pasado. Ya en el último año se especuló de forma importante con la posible adquisición de Schering-Plough. A ello ha contribuido, quizá, el hecho de que ambas compañías sean socias en algunos proyectos. En 2001 las ventas de Vioxx (rofecoxib) han retrocedido y la compañía sufrirá los efectos de la pérdida de la patente de Prilosec (omeprazol) en 2002. Recientemente ya ha experimentado las consecuencias negativas de los vencimientos de las patentes de Renitec/Vasotec (enalapril) y de Tamin/Pepcid (famotidina) En breve vencerá la patente de Mevacor (lovastatina) En 2002 deberá confiar en la positiva evolución de sus productos estrella Zocor (simvastatina), Vioxx (rofecoxib), Fosamax (alendronato), Singulair (montelukast) y Cozaar/Hyzaar (losartan, sólo o asociado a hidroclorotiazida), apoyada por la aprobación de nuevas indicaciones.
A la vista de los hechos expuestos, se pone de manifiesto como la conjunción de la pérdida de la protección de la patente en importantes marcas y la falta transitoria de productos de gran potencial coloca a compañías de gran peso en el sector en una difícil coyuntura que podría ser aprovechada por sus competidores.
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