Tuesday, June 2, 2009

Johnson & Johnson y su apuesta por la oncología


Johnson & Johnson apuesta por la oncología. Prueba de ello es su intención de adquirir a través de una oferta pública la biofarmacéutica Cougar Biotechnology (fundada en 2003) por unos 1.000 millones de dólares en efectivo, que aunque es una cantidad respetable, no supone gran cosa para una compañía como J&J que dispone de 14.000 millones en el bolsillo. Las acciones de Cougar [CGRB] se revalorizaron un 16 por ciento nada más hacerse pública la noticia. De llegar a consumarse, el cierre de la transacción se espera para el tercer trimestre del año el curso.


Cougar no tiene aún productos comercializados. Su pipeline se encuentra formada por fármacos para tratar el cáncer de próstata, de mama y el mieloma múltiple (una forma de cáncer de médula ósea). Concretamente el producto para el tratamiento del cáncer de próstata (abiraterona) es clave en esta operación. Su desarrollo clínico se encuentra muy avanzado y de alcanzar el mercado sería el primer producto de su clase. Actualmente hay en marcha dos estudios de fase 3 cuyos resultados de esperan para 2010.


La oncología es una de las cinco áreas que J&J ha definido como prioritarias. De hecho, tal como explicita en su nota de prensa, con esta adquisición pretende reforzar su presencia en este campo, en el que ya tiene algunos productos en el mercado (Doxil, Velcade), pero donde no es particularmente fuerte. Este es un negocio atractivo para las compañías y buena parte de los productos en investigación en estos momentos van orientados al tratamiento de tumores. Unos procesos de aprobación en teoría menos complicados y más rápidos, junto con unas elevadas expectativas de ingresos motivan a las farmacéuticas a destinar buena parte de sus recursos a esta área terapéutica.


El cáncer de próstata es el carcinoma más común en hombres y la abiraterona es un producto que en este mercado podría fácilmente superar los 500 millones de dólares de facturación anual. No obstante, algunos analistas aprecian cierto riesgo en la operación de J&J, básicamente por dos motivos: uno, aunque el fármaco ha obtenido muy buenos resultados en la fase 2, aún ha de demostrar que prolonga la supervivencia de los pacientes; y dos, otras compañías están trabajando aceleradamente en el desarrollo de medicamentos para la misma indicación y que podrían llegar a ser fuertes competidores (como zibotentan de AstraZéneca, bevacizumab de Genentech/Roche o ridaforolimus de Merck & Co/Ariad).


Aunque lo anterior es cierto, no lo es menos que si J&J no hubiese tomado la decisión ahora, alguien se le podría haber adelantado y tal vez haberle hecho perder una magnífica ocasión. Hay otras compañías similares a Cougar, con productos prometedores que aún deben sortear algunos obstáculos antes de alcanzar el mercado. Si bien a medida que pasa el tiempo, el riesgo de fracaso disminuye, en paralelo aumenta la posibilidad de que otra compañía aproveche la oportunidad o que se encarezca la operación. Como en otras circunstancias de la vida, la virtud en este caso está en saber escoger el momento adecuado.


Parece natural cuestionarse si la adquisición es la opción más adecuada. Pues, no puede evitarse la comparación con el acuerdo de colaboración (que no compra) que firmó hace dos años GlaxoSmithKline con Synta Pharmaceuticals con relación al elesclomol, un fármaco para tratar el melanoma metastático. Se trata de una operación de un monto similar (885 millones de dólares), aunque en este caso GSK hizo un pago inicial de 80 millones de dólares, vinculó el resto de los pagos a la consecución de ciertas metas y situó las cantidades mayores hacia el final del proceso, reduciendo de este modo el riesgo global de la operación. De lo cual, vistos los resultados recientes, ahora se felicitan los responsables de GSK.


Con todo, es justo reconocer que a cambio de los 1.000 millones de dólares J&J obtiene además los otros productos de Cougar, una organización con su know-how y encima no tiene que pagar posteriormente royalties sobre las eventuales ventas que consiga. En cualquier caso, aunque sería preciso disponer de otras informaciones para estar seguros de qué tipo de acuerdo resultaría más favorable, resulta un ejercicio interesante reflexionar sobre ello.

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