Aunque la prudencia aconseja mantener la guardia en alto, todos los indicios parecen indicar que el globo ya ha comenzado a deshincharse. Según información difundida por la agencia The Associated Press, el balance de fallecimientos hasta el momento asciende a 53, de los cuales 48 han tenido lugar en el país azteca uno en Canadá, uno en Costa Rica y los tres restantes en el país vecino situado al norte de Río Grande. Unas cifras muy modestas y en cualquier caso muy alejadas de las que se difundieron inicialmente.
A lo largo de la crisis, mientras se confirmaba el diagnóstico de nuevos casos en diversos países, iba cobrando interés una de las numerosas cuestiones que se han suscitado con este asunto, la del porqué de los fallecimientos en México. Aunque se han planteado varias hipótesis, como alguna particular característica del genoma de los mexicanos, la mejor y más simple explicación que conozco y a mi juicio la más plausible es la que nos regala el doctor
Con todo, aunque indeseable, la crisis de la nueva gripe nos ha resultado útil por varios motivos. En primer lugar, durante unos días nos ha obligado a poner los pies en el suelo para constatar la vulnerabilidad real de la especie humana. Nada nos garantiza que no pueda surgir en cualquier momento un nuevo virus causante de una pandemia similar a la de 1918. Además ha servido para poner a prueba la capacidad de la OMS y de los distintos gobiernos y administraciones sanitarias para gestionar una crisis sanitaria de dimensión internacional. Asimismo estamos aún comprobando la capacidad de la comunidad científica y de la industria farmacéutica para responder de forma eficaz a la grave amenaza que puede representar la aparición de un nuevo virus de alta patogenicidad.
Por otra parte, tal como certeramente observaba hace pocas fechas Pedro J. Ramírez en una de sus sábanas dominicales, sin duda ésta ha sido la primera pandemia.com. A través de Google hemos podido realizar un seguimiento informativo minucioso y puntual de la evolución de
Por su parte, la industria farmacéutica ha dado en este asunto una muestra más de responsabilidad, donando millones de dosis de sus fármacos a la OMS y volcándose plenamente en colaborar con las autoridades sanitarias. Al contrario de lo que algunas voces críticas han insinuado, nada hay que indique que las compañías farmacéuticas implicadas han tratado de explotar la situación en su beneficio. Además, en el caso concreto de GlaxoSmithKline y Roche (fabricantes respectivos de Relenza y Tamiflu), basta con fijarse en que los ingresos de sus antivirales representan una parte muy modesta del total y ni la crisis de la gripe aviar ni la actual han tenido un impacto significativo en la evolución de sus cotizaciones bursátiles. En ninguno de los dos casos la gripe es la solución a los desafíos actuales a los que se enfrentan.
Son demasiadas las críticas, muchas de ellas sin fundamento, y en cambio muy pocos los elogios que recibe este sector. ¿Cuántos han reconocido estos días los méritos y los logros de esta industria a la que debemos una parte importante de nuestro bienestar y en la que todos confiamos para que sigan aportándonos nuevas y mejores soluciones terapéuticas? En cambio, todos deseamos y esperamos que la vacuna contra el nuevo virus o contra cualquier otro que pueda sucederle esté a punto cuanto antes. Y si es posible, gratis. ¡Marchando una nueva vacuna!
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