Se precisa encontrar con urgencia 84.000 millones de dólares de facturación. No es un anuncio por palabras, se trata de la cantidad necesaria para reemplazar los ingresos que generan productos cuya patente está próxima a vencer, de acuerdo con una información reciente de Bloomberg. Así, mientras buena parte de las compañías líderes del sector farmacéutico se aproximan al conocido como 'precipicio de las patentes', un buen puñado de las llamadas biotecnológicas se acerca velozmente a otro precipicio mucho más peligroso: el precipicio financiero. Es decir, el agotamiento de efectivo con el que seguir financiando sus proyectos. "La industria farmacéutica esquiva la crisis. Por lo menos, la crisis financiera". De este modo comenzaba un reportaje publicado hace unos días en el suplemento dominical de un importante rotativo nacional. Lamentablemente, esta afirmación no responde a la realidad. La fuerte restricción de crédito que padecen actualmente los mercados financieros limita enormemente las posibilidades de supervivencia de bastantes compañías que cuentan con limitados recursos, sobre todo en Estados Unidos, que es el país donde la crisis se está dejando notar con mayor intensidad.
Por otro lado, la firma de capital riesgo Burrill & Co., con sede en San Francisco y que invierte en el sector salud, declaraba recientemente a The Wall Street Journal que a 120 de 360 biotecnológicas cotizadas les queda efectivo para menos de seis meses, mientras que hace un año eran tan sólo una docena las que se encontraban en esta situación. Desde el pasado noviembre diez biotecnológicas se han declarado en bancarrota. Muchas de las pequeñas firmas confían en que alguna de las gigantes del sector repare en ellas y decida adquirirlas. Pero las líderes del sector están invirtiendo en grandes adquisiciones y las megafusiones anunciadas las últimas semanas reducen las posibilidades de que sus protagonistas decidan invertir recursos adicionales en alguna de las biotecnológicas en apuros. Sobre todo si éstas no generan ingresos o carecen de productos prometedores que se encuentren en su etapa final de investigación clínica.
En este sentido, destaca que algunas firmas buscan volverse más atractivas a un tercero fusionándose entre ellas. Este parece ser el caso de GPC Biotech AG, una biotecnológica alemana que hace un mes decidió unirse a la tejana Agennix Inc. y ahora busca uno o más socios para desarrollar la talactoferrina (con potencial antitumoral) antes de quedarse sin efectivo en 2010. Para complicar un poco más la situación de las biotecnológicas, la Administración de Barack Obama tiene entre sus objetivos aprobar el marco legal de los biogenéricos. Las compañías demandan que el periodo de protección sea similar al del resto de medicamentos.
El verdadero futuro de la industria pasa ineludiblemente por la innovación. Sin innovación no hay progreso posible. El frenazo en el crecimiento de las grandes farmacéuticas no hay que achacarlo tan sólo a las políticas gubernamentales o a las presiones de las aseguradoras. La continua demanda de beneficios por parte de los accionistas y la competencia de genéricos han llevado a las cúpulas de las compañías a poner un mayor énfasis en el corto plazo y a trasladar paulatinamente el centro de gravedad desde la I+D al marketing.
Sólo de esta forma se puede llegar a comprender las decisiones que han llevado a las grandes megafusiones actualmente en marcha, que se justifican más por los ahorros que por ganar una mayor competitividad en términos de innovación. Es una pena que quienes disponen de efectivo primen el corto plazo, mientras buena parte de aquellas que han conformado durante los últimos tiempos la gran incubadora del sector y poseen el mayor potencial innovador puedan agonizar por falta de recursos.
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